Perfil
Inés Arrimadas: Heroína del liberalismo
Deja la política tras su paso por el Congreso y su gran éxito en Cataluña: venció al independentismo
Era el mejor activo de lo que aún quedaba en Ciudadanos. Su abandono de la política consuma la escabechina de la formación naranja, un día esperanza blanca del escenario. Adoptó la decisión tras una larga conversación con su marido Xavier en la misma noche del 28-M, ante la debacle electoral. Partidaria de no concurrir a las generales del 23 de julio tampoco ha querido engrosar las listas del PP dónde, por expreso deseo de Alberto Núñez-Feijóo, en su objetivo aperturista, moderado y de contar con los mejores, habría tenido un puesto. «Mi corazón sigue siendo naranja», confiesa esta mujer antaño lideresa histórica por haber derrotado en Cataluña al nacionalismo. Precisamente porque Cs nació en Cataluña y fue el azote del separatismo, la marcha a Madrid fagocitó a sus dos emblemáticos y dirigentes fundadores, Albert Rivera y la propia Arrimadas. Admite sentirse abatida, pero también plenamente convencida de que hay vida después de la política y sabe dar un paso atrás. «Mejor que te echen de menos y nunca de más», sentencia sin dudar.
Ciudadanos, en su día espejo de ilusión, el gran partido bisagra entre el PSOE y el PP, había entrado en fase de autodestrucción desde el enfrentamiento entre Inés Arrimadas, y el portavoz en el Congreso, Edmundo Bal. Una historia de desencuentros en los que Inés tenía el apoyo de los dirigentes regionales para consensuar una candidatura única, la llamada «tercera vía», mientras Bal lograba el respaldo de los diputados del grupo parlamentario. Las espadas estaban en alto y, ante el imposible acuerdo entre ambos, Inés dio paso a dos nuevos dirigentes, Patricia Guasp y Adrián Vázquez, que contaban con su apoyo. El fracaso ha sido rotundo y la desaparición de Cs refleja una agonía total. Algunos de los «naranjitos» podrán ahora virar hacia el PP, único eslabón del centro-derecha en claro auge bajo el liderazgo de Feijóo, pero Inés Arrimadas no ha querido hacerlo y prefiere ser coherente hasta el final. Es la suya la historia de un triunfo mal gestionado desde aquellas elecciones autonómicas en Cataluña en las que la joven dirigente, precedida por una valiente labor como portavoz de Cs en la oposición, logró una victoria histórica sobre el nacionalismo y fue la fuerza más votada.
Aquel día comenzó una larga serie de errores en el partido, Inés renunció a presentarse a la investidura en el Parlament ante la unión de los soberanistas y muchos catalanes se sintieron defraudados. Aunque no habría ganado la presidencia de La Generalitat, lo cierto es que pudo escenificar una alternativa frente al bloque independentista. No fue así y sus votantes se preguntaron de qué había servido ese triunfo electoral. Inés aguantó un tiempo como líder constitucionalista en la oposición, hasta que siguiendo los pasos de Albert Rivera hizo las maletas y se vino a Madrid. Asumió el liderazgo de un partido en ruina electoral y embarazada. Aquel once de noviembre de 2019, cuando Albert Rivera anunció su salida de la política, quedó grabado para siempre en la mente de Inés. Habían sido íntimos amigos, estrechos colaboradores y cómplices de muchas cosas. Ella era su lideresa en Cataluña y como tal logró vencer al nacionalismo. Pero luego el destino se torció y Ciudadanos quedó sumido en pedazos. Fue entonces cuando Inés, a punto de dar a luz a su primer hijo, decidió ir a por todas y tomar las riendas del partido naranja. El camino estaba lleno de espinas, pero esta joven jerezana, catalana de adopción, afrontó deslealtades, rebelión interna, deserciones y consiguió, con tan solo diez escaños, no ser irrelevante en el Congreso de los Diputados. Inés se erigió en heroína del liberalismo con el objetivo de recuperar el voto del desencanto y la abstención.
Mujer de silueta fina, atractiva y elegante, Inés nació en Jerez, la menor de cinco hermanos, estudió en el colegio Nuestra Señora del Pilar y recibió clases de teatro. Confiesa que era una chica romántica que soñaba entonces con ser arqueóloga. La familia se trasladó a Barcelona por el destino profesional de su padre y Arrimadas estudió Derecho y Administración de Empresas. En la Ciudad Condal vivían cerca de la plaza de Tetuán, aprendió un perfecto catalán y se hizo forofa del Barça. Trabajó en una consultora y en el año 2010 acudió con una amiga a un acto del Partido de la Ciudadanía, germen de Cs, en el teatro Romea. Allí conoció a Albert Rivera, y dos años después entró en la lista por Barcelona como diputada en el Parlament. Rápidamente se hizo famosa por sus ataques verbales contra el separatismo y en las elecciones autonómicas de 2017 consiguió el hito histórico de vencer al independentismo, aunque la alianza de este bloque alcanzó la mayoría absoluta.
Nadie sabe ahora si las cosas habrían sido diferentes, pero Inés decidió venir a Madrid junto a su marido Xavier Cima, cambiar el rumbo de su vida personal y política. Tuvo el valor y coraje para asumir las riendas de un partido a la deriva que ella, contra viento y marea, se propuso remontar sin conseguirlo. La política le ha dado mieles y sinsabores, pero Inés Arrimadas guarda en su haber la valiente heroína que fue en Cataluña.
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