Ministerio de Defensa
General de Brigada Raimundo Rodríguez Roca: "Los boinas verdes son una máquina de precisión: el margen de error es cero"
Con la vista puesta en 2035, el jefe de esta unidad de élite confía en contar con «equipamiento tecnológico de última generación».
Con la vista puesta en 2035, el jefe de esta unidad de élite confía en contar con «equipamiento tecnológico de última generación».
Apenas lleva dos meses al frente de los boinas verdes y no duda al afirmar que «los españoles deben sentirse orgullosos de tener un grupo de compatriotas preparados para realizar las misiones más arriesgadas y exigentes en beneficio suyo». Es el General de Brigada Raimundo Rodríguez, jefe del Mando de Operaciones Especiales (MOE) del Ejército de Tierra. Desde finales de marzo dirige a 850 guerrilleros y guerrilleras en una de las unidades de élite de las Fuerzas Armadas. Su reto: «Hacerles mejores».
–Acaba de aterrizar en el MOE. ¿Qué se ha encontrado?
–Una Unidad del siglo XXI, con un personal muy preparado y motivado. Una Unidad con un material y equipo de última generación que se adiestra con otras fuerzas de operaciones especiales internacionales de «igual a igual». Y, sobre todo, una Unidad con una experiencia impresionante, fruto de permanecer desplegada simultáneamente durante muchos años en tres teatros de operaciones, involucrada en la lucha contra el terrorismo. Es todo un reto poder aportar algo y mejorar una unidad con un nivel altísimo.
–¿A dónde quiere llevarlos?
–Mi responsabilidad es hacerles cada vez mejores. Esta idea constituye una forma indirecta de protegerles y cuidarles. Lo más importante es que dispongan de un claro convencimiento de la importancia y trascendencia de su labor. Nadie más en España puede llevar a cabo los complejos cometidos para los que se les prepara. Operan en pequeños grupos, totalmente aislados, en condiciones muy difíciles y con mucha responsabilidad. Que funcionen como una máquina perfectamente engrasada y de precisión depende de tres variables: liderazgo y valores, adiestramiento y tecnologías. La naturaleza de su trabajo, el despliegue en zonas prohibidas de pequeños grupos, equipados con sus mochilas y armamento individual, los convierte en los combatientes más desprotegidos del campo de batalla. Por un lado, he de lograr ese adiestramiento superior para mantener la fiabilidad que hemos alcanzado. Por otro, conseguir las mejores tecnologías: drones, cascos de protección, equipos de radio, antidrones, visión térmica...
–Cada vez tienen más presencia exterior. ¿A qué se debe?
–Se debe a que el empleo de estas fuerzas constituye una alternativa estratégica muy adaptada a como se emplea la fuerza en el siglo XXI. Las fuerzas de operaciones especiales sirven para evitar los combates directos. Se emplean de forma indirecta para apoyar militarmente a gobiernos legalmente constituidos mediante misiones de asistencia militar, algo esencial para la lucha contra el terrorismo. Además, son fuerzas que proporcionan utilidad estratégica: ofrecen la posibilidad de un retorno desproporcionado en relación a una pequeña inversión militar.
–¿Dónde está ahora el MOE y cuál es su futuro inmediato?
–Estamos mirando al futuro para que la realidad no nos sorprenda. Hoy en día existen numerosos pequeños conflictos en muchas partes del mundo. Al estar en un mundo interconectado e interdependiente, muchos afectan a la seguridad y al modelo de vida y libertades. Se trata de un aumento de la actividad en lo que se denomina «Zona Gris» del conflicto. Es un nuevo espacio de confrontación entre actores estatales, un lugar ambiguo, de contornos difusos. Es en ese lugar donde el empleo de las fuerzas de operaciones especiales, por su naturaleza limitada y discreta, adquieren mayor valor.
–Para quien no lo sepa, ¿qué más hace el MOE?
–La agenda de adiestramiento que llevan a cabo mis hombres y mujeres sorprendería y asustaría a cualquiera. Un «operador» de Operaciones Especiales es alguien que tiene más horas de adiestramiento que el resto. Los adiestramientos de «tiro con fuego real», en circunstancias de estrés continuado y alto riesgo, con grupos de hombres y mujeres moviéndose y operando simultáneamente en espacios reducidos, interiores de casas... es parte de nuestro trabajo diario. Cada día nuestro trabajo se convierte en una exigente y desconocida actividad de riesgo. Imagínese las horas de trabajo que se precisa y la cohesión necesaria del personal para que actúen como una máquina de precisión extrema cuando combaten en poblaciones y entran en una casa en la que hay que salvar a un español rodeado por adversarios. Hay que repetirlo y repetirlo y se les exige que trabajen con margen de error cero. Además, se deben adiestrar en diferentes técnicas que les sirven para aproximarse al objetivo desde el aire, a través de montañas o del agua. No son superhombres, ni supermujeres.
–Sus 850 efectivos, ¿son suficientes o hacen falta más como planteó la ministra?
–España pone en nuestras manos valiosos recursos humanos y medios materiales. Mi obligación es trabajar con lo disponible y obtener el mayor rendimiento. Son un tipo de militares que no se generan de la noche a la mañana, ni tampoco en masa. La selección y la formación son muy exigentes y no podemos vulnerar los estándares de calidad establecidos. Cualquier aumento sería limitado y precisaría de tiempo.
–¿Se crearán Grupos nuevos?
–Actualmente, el MOE está dimensionado adecuadamente. El modelo actual está funcionando muy bien y sirve para cumplir nuestros cometidos con eficacia.
No son necesarios más Grupos.
–El Ejército mira a 2035... ¿Cómo espera que sea el MOE?
–El Ejército de Tierra se halla inmerso en el desarrollo de una iniciativa innovadora de transformación denominada «Fuerza 35» y el MOE del futuro se enmarca dentro. El «MOE 35» va ser una unidad con unas cotas de adiestramiento mucho más altas y con un equipamiento de tecnologías de última generación. Además, estará muy integrado en su trabajo diario con fuerzas convencionales.
–¿A qué retos se enfrentarán?
–El principal estará orientado a capacitar al MOE para que resuelva con éxito lo que se le requiere en sus operaciones. Las misiones serán más difíciles, porque el entorno operativo se complica cada vez más. Nuestro auténtico reto es ser conscientes de dónde estamos, dónde vamos y no quedarnos retrasados.
–¿Qué papel jugará la tecnología para el MOE del futuro?
–Disponer de tecnologías avanzadas es parte de su protección. Necesitaremos sistemas que incorporen inteligencia artificial avanzada, robótica inteligente, materiales muy ligeros, resistentes y de larga duración, aplicaciones de procesos de datos, alta conectividad, tecnologías cuánticas y de redes neuronales, nano-tecnología, sistemas de armas de precisión extrema, aprendizaje de máquinas, biotecnologías y tecnologías aditivas...
–Usted ha estado muy cerca del diseño de la «Fuerza 35». ¿Es viable?
–Claro que sí. Es necesaria, es de utilidad, es posible, es avanzada y proporciona ventaja. Su mera concepción ya favorece cierta disuasión.
–La ministra también hizo referencia a las mujeres y a que quería potenciar su presencia en el MOE...
–El papel de la mujer en el MOE es muy necesario. Todas las fuerzas de operaciones especiales de nuestro entorno incluyen mujeres. Ninguno ha reducido los estándares necesarios para pertenecer a esas unidades, pero todos se han dado cuenta que hay determinados roles en los que la mujer aporta gran valor. El MOE tiene un 5,5 % de mujeres, un poco inferior a la media del resto del Ejército. Normalmente, elige puestos de especialistas en trasmisiones, destinos esenciales para que nuestras fuerzas puedan desplegar y operar. Muchas superan los requisitos establecidos para ocupar esos puestos. Hay también mujeres en destinos de gran exigencia física, como los de piloto de pruebas de vehículos todo terreno. Expertas en someter a una gran exigencia los materiales que recibimos.
–¿Cree que son pocas?
–No son tan pocas. El porcentaje es ligeramente inferior al del resto del Ejército, el cual está por encima de la media europea. Los estándares necesarios, de enorme exigencia física, no están adaptados al hombre ni a la mujer. Están adaptados a las necesidades y cometidos del equipo en combate, al material y armamento individual que debe llevar encima un operador. Un equipo de radio, la ametralladora, las cajas de munición... pesan lo que pesan. Se deben infiltrar en territorio enemigo con todo ese equipo, no hay medios acorazados ni mecanizados que les transporten. Hay situaciones complejas en las que deben correr con ese material de más de 30 kilos durante muchos kilómetros, subir montañas de más de 3.000 metros o sobrevivir en condiciones extremas. Eso exige unas cualidades determinadas. Vulnerar los requisitos exigidos significa poner en peligro la misión. Eso no quiere decir que no tengamos mujeres que pertenecen o hayan pertenecido a esos equipos de máxima exigencia. Las hay, han superado los estándares y son ejemplares.
–¿Cómo son las pruebas para convertirse en «boina verde»?
–Exigentes física y psicológicamente, pero con preparación y motivación se pueden superar. No se pretende tener una unidad de supermilitares. Se buscan hombres y mujeres preparados para actuar aisladamente, sin apoyos. Una vez iniciada la misión estarán solos, nadie acudirá en su apoyo hasta finalizarla. Entre los aspirantes se realiza una selección física y un test psicológico. La tropa realiza un primer curso de 4,5 meses bajo la tutela de la Escuela Militar de Operaciones Especiales y Montaña de Jaca (Huesca). Continúan con 4 meses de adiestramiento intensivo en el MOE. La primera parte es selectiva. La segunda determina la entrada en los Equipos Operativos u otros puestos en los Grupos. En cuanto a oficiales y suboficiales, tras una dura selección médica, psicológica y física, realizan un curso de nueve meses en Jaca. Durante ese tiempo aprenden materias de liderazgo, planeamiento, comunicaciones, movimiento en montaña nevada y estival, buceo, paracaidismo, artes marciales, comunicaciones, tratamiento de imágenes... Solo se cualifican los que alcanzan los niveles mínimos en cada una de las materias.
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