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Barcelona

Exámenes a niños de 8 años sobre los «presos políticos»

Fuentes del cuerpo explicaron a este diario que «muchos agentes de la Guardia Civil se quieren marchar de Cataluña», debido a los citados incidentes. En algunos colegios, los hijos de guardias ha sido increpados por la profesión que tienen sus padres.

Manifestación celebrada ayer en Barcelona por el Primero de Mayo para reivindicar la libertad de los presos y rechazar la aplicación del 155 en Cataluña larazon

Fuentes del cuerpo explicaron a este diario que «muchos agentes de la Guardia Civil se quieren marchar de Cataluña», debido a los citados incidentes. En algunos colegios, los hijos de guardias ha sido increpados por la profesión que tienen sus padres.

La situación de la Guardia Civil en Cataluña se está volviendo cada vez más complicada, evidentemente por culpa del «procés» independentista. La relación nunca ha sido muy buena, pero en los últimos años, y sobre todo, a raíz del referéndum ilegal del 1­–O, ha empeorado. No ha habido altercados de excesiva violencia, pero sí episodios de escraches, insultos, acosos y otros incidentes.

El secretario en Cataluña de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), Alfonso Merino, explicó a LA RAZÓN que todo comenzó con el polémico asalto a la Consejería de Economía, «lo que crispó mucho los ánimos de la gente», en referencia al Cuerpo. «Pero lo más chocante fue lo del día 1 de octubre; estaba gente aquí delante del cuartel, y la palabra más bonita era “hijo de puta”».

Lanzaron objetos contra el cuartel, como frutas y huevos. «Me llevo bien con muchos de los vecinos, pero aquí en Cataluña nunca nos había ocurrido nada similar», señaló Merino.

Más tarde llegaron los autodenominados Comités de la Defensa de la República (CDR), que aparecieron a partir de la huelga del 3 de octubre. Por ello, hubo pintadas y más insultos frente al mismo cuartel. «A nuestras familias nos afectó, porque no estábamos acostumbrados a todo esto».

Todas estas acciones tuvieron repercusiones sobre el Instituto Armado, no sólo por el malestar general, un hecho desconocido hasta ese momento. Aseguró Merino a este diario que «muchos agentes pensaron en irse de Cataluña», durante el polémico mes de octubre. Preguntado por si la situación sigue ahora igual, responde afirmativamente. «Lo siguen pensando muchos, por el cariz que está tomando la sociedad contra nosotros». «Si tienen la oportunidad, pedirán otro destino», añadió.

Muchos padres y madres, que forman parte del Cuerpo, sacaron a sus hijos de Cataluña esos días «por el miedo al cariz que podrían tomar los hechos». Episodios muy parecidos a los que ocurrieron recientemente en Sant Andreu de la Barca (Barcelona), cuando unos niños, hijos de guardias civiles, fueron señalados en clase. La Fiscalía de Delitos de Odio denunció a nueve profesores del IES El Palau de esta población. Merino explicó otro caso muy reciente, ocurrido esta semana en un colegio del barrio barcelonés de la Sagrera. En la clase donde hay otro hijo de un agente se hizo un examen en inglés. El asunto iba sobre presos, y la prueba incluía tres soluciones. Una era que los suelten, la otra ir a la Policía para que los liberen, y la tercera, llevar a cabo manifestaciones para que «el Estado libere a los “presos políticos”». A niños de ocho años.

También ha habido muchos escraches estos meses en Barcelona. En un primer momento, siempre hablando a partir de la consulta ilegal y de la aparición de los CDR –vinculados al separatismo de la izquierda más radical, es decir, la CUP–, se focalizaban en el citado cuartel de la avenida de Madrid, pero últimamente la situación parece haber cambiado, y se dirigen hacia el otro cuartel de la Guardia Civil en la capital catalana, situado en Travesera de Gràcia. Un barrio que es el gran feudo separatista y evidentemente ha facilitado la consecución de numerosos acosos.

En estos episodios ha habido insultos a mujeres casadas con guardias civiles, cuando llevaban a sus hijos al colegio, porque los CDR saben quiénes son. «Malas caras, gente que pitaba e insultaba cuando pasaban con el coche, aunque hay de todo, porque también había personas que nos apoyaban», añadió Merino. «A nivel personal lo que vi son los objetos lanzados contra el cuartel, pero nada contra mi persona, pero despotrican de todo, contra nosotros, contra España, como si fuéramos el problema, nosotros somos la herramienta de la Justicia contra la ruptura que quieren hacer», señaló. «Nos han llamado perros muchas veces», añade.

Las pintadas que sufren estos cuarteles son las habituales. Esto es, «fuera las fuerzas de la ocupación», «esteladas», etc. Insiste en que mucha parte de la sociedad catalana «nos quiere, notamos también un buen apoyo».