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ETA usará la muerte de «Thierry» para redoblar sus amenazas
El que fuera jefe de la banda y traidor a «Txeroki» murió ayer en un hospital francés. Los terroristas ya advirtieron de que si fallecía un preso «habría graves consecuencias»
Ayer falleció, en el hospital parisino de Pitié Salpêtriere, a causa de un infarto y un posterior derrame cerebral, el que fuera dirigente etarra Francisco Javier López Peña, «Thierry», que se encontraba en prisión.
La muerte de un preso del colectivo etarra en la cárcel sería un factor extraordinariamente negativo para el «proceso». Este mensaje, según han informado a LA RAZÓN fuentes conocedoras del asunto, fue transmitido por la banda y su entramado a socialistas y nacionalistas durante las negociaciones que dieron lugar al «proceso» que culminó con el anuncio de un supuesto «cese definitivo armado» por parte de la organización criminal, en octubre de 2011.
Ayer falleció, en el hospital parisino de Pitié Salpêtriere, a causa de un infarto y un posterior derrame cerebral, el que fuera dirigente etarra Francisco Javier López Peña, «Thierry», que se encontraba en prisión. Aunque estaba expulsado formalmente de la banda, ya que en el momento de ser arrestado, se le incautó abundante material que propició, a su vez, medio centenar de arrestos, entre ellos los de Garikoitz Azpiazu, «Txeroki»; y Mikel Carrera, «Ata», seguía perteneciendo al colectivo de reclusos (EPPK).
Expertos antiterroristas, consultados por este periódico, subrayaban ayer que la muerte de «Thierry» se produce días después de que ETA anunciara «consecuencias negativas» al no haber aceptado los gobiernos de España y Francia negociar con los terroristas en Noruega.
Coincidencia
Aunque aún es muy pronto para conocer cuáles pueden ser las consecuencias de la coincidencia de estos factores «negativos» (para la banda), deben ser tenidos en cuenta, en un momento en que los pistoleros van a decidir el camino a seguir ante un «proceso» que se ha situado en un callejón sin salida.
En cualquier caso, «Thierry» no era, precisamente, una persona muy querida en ETA ya que su imprudencia a la hora de guardar documentos sin encriptar propició numerosas operaciones antiterroristas, en la que se llegaron a desarticular en España varios «comandos», entre ellos el «Erreka» por la Guardia Civil. Sus integrantes guardaban el mayor arsenal de explosivos que se ha incautado en nuestro país.
El juicio por el asesinato de dos guardias civiles en la localidad francesa de Capbreton, que se inicia el próximo martes en París, puede servir de barómetro de cuál va a ser la reacción de la banda. Lo que ocurre es que, entre los que se sientan en el banquillo están, precisamente, «Txeroki» y «Ata», «íntimos» enemigos de «Thierry». Sin embargo, como es norma en ETA, harán lo que les ordene la «dirección» de la organización criminal. Fue precisamente el silencio que guardó López Peña sobre el material que se le había incautado lo que propició la detención de los dos cabecillas ante citados, lo que constituyó, tal y como adelantó LA RAZÓN en su edición del 14 de junio de 2010, una de las mayores traiciones registradas en el seno de ETA.
A «Thierry» se le ha atribuido la ruptura de las negociaciones entre ETA y el Gobierno socialista entre 2006 y 2007. La decisión la tomó, al igual que la del atentado contra uno de los aparcamientos de la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas, la «dirección» de la banda. Es cierto que López Peña mantuvo posturas intransigentes durante las conversaciones, como ha ocurrido en otras negociaciones, pero ello se debe al fanatismo de la banda al tratar de imponer sus postulados.
Durante aquellas negociaciones, «Thierry» era el jefe del «aparato político» y, por lo tanto, el máximo responsable de «Hanes», el subaparato de ETA que se encarga de todo lo relativo a los contactos con los gobiernos para tratar sobre lo que llaman «la resolución del conflicto»
En cualquier caso, la muerte de este individuo va a ser utilizada por el entramado de ETA, ahora legalizado, para atacar la política penitenciaria de España y Francia. Ayer ya se produjeron las primeras reacciones. Poco antes de que trascendiese la noticia de la defunción de «Thierry», el portavoz del cada vez más activo Sortu, Pernando Barrena, aseguró que la hospitalización del ex dirigente de ETA derivada de sus serios problemas cardiovasculares no es sino «una nueva consecuencia de la criminal política penitenciaria». Este vínculo lo estableció el portavoz abertzale en una nota en la que además acusó a los estados español y galo de «jugar a la ruleta rusa con los presos y sus familiares» y de utilizar el actual sistema carcelario «como arma contra la paz y las soluciones». Todo un cargamento de lenguaje bélico para reclamar más flexibilidad para los denominados presos políticos vascos.
Uno de los primeros «homenajes» que recibió el etarra de Galdácano en su provincia vizcaína de forma espontánea a las pocas horas de conocerse su defunción provino de dos encapuchados, que realizaron pintadas en favor de «Thierry» en dos autobuses de EuskoTren que circulaban por la localidad de Guecho. Además de este acto vandálico, en la calle Basagoiti de la misma localidad aparecieron pintadas en recuerdo del terrorista. Amaiur dijo que la política penitenciaria no tiene sentido en el «actual escenario de paz». Etxerat, la asociación de familiares de presos de ETA, fue la encargada de comunicar la noticia del fallecimiento y lo hizo con denuncia incluida.
En concreto, contra el hospital Pitié-Salpêtrière de París en el que se encontraba ingresado «Thierry» y la prisión de Fleury-Merogis en la que cumplía condena, a los que acusó de «silenciar en todo momento su estado, incluido su fallecimiento». En una nota, señaló que la muerte del ex dirigente etarra se produjo a la una de la madrugada, pero que la familia no tuvo conocimiento hasta la una de la tarde, cuando acudió a visitarle.
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