El desafío independentista
«El zorro» que lucha contra el adoctrinamiento
El “Diego de la Vega” del siglo XXI. Se esconde tras un antifaz y emula al célebre personaje para defender los derechos de los «oprimidos» por la imposición del soberanismo en aulas
Enfundado en unos pantalones negros, capa, sombrero de ala ancha y antifaz. Se hace llamar «El zorro antiadoctrinamiento» y recorre las calles de Barcelona en pro del respeto al castellano en la educación catalana
Enfundado en unos pantalones negros, capa, sombrero de ala ancha y antifaz. Se hace llamar «El zorro antiadoctrinamiento» y recorre las calles de Barcelona en pro del respeto al castellano en la educación catalana. Su salto a la fama llegó el pasado domingo durante la manifestación constitucionalista de la ciudad condal, pero su lucha viene de antes. Nos citamos con él y acude, como no podía ser de otra manera, con su uniforme. Nos pide que su nombre de pila no conste en el reportaje, prefiere que le llamemos «El zorro», le gusta diferenciar entre su «personaje y su persona», es más habla del personaje de don Diego de la Vega en tercera persona. Está indignado. «Harto», asegura del adoctrinamiento independentista que corre como la pólvora en el sistema educativo catalán. Y esta semana, como no podía ser de otra forma, para él ha sido la gota que ha colmado el vaso.
Las manifestaciones de estudiantes contra la sentencia del «procés» se han sucedido desde el martes, primero en las universidades, luego en secundaria. Centenares de estudiantes han acampado de manera indefinida en la Plaza de la Universidad para exigir el fin de la «represión» y para que el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, depure responsabilidades de la Policía Nacional y los Mossos y lleve a cabo una «amnistía total» de los políticos separatistas condenados. También reclaman a voz en grito «un futuro digno para nuestra generación». Algo que no ha hecho sino hervir la sangre de «El Zorro». «La imposición lingüística del catalán es una vergüenza», asegura como preámbulo de su discurso bien estudiado. Él no es catalán, ni español, vino hace 12 años de México y desde entonces reside en Barcelona. «Fue a raíz del 1-O, en 2017, cuando me di cuenta del grado de adoctrinamiento que había en las escuelas, sobre todo en los colegios e institutos, y cómo afectaba a las personas de fuera, a los adolescentes que se incorporaban al sistema educativo y no entendían nada y, por lo tanto, suspendían y se sentían marginados», subraya. Entonces comenzó a darle vueltas y tras pasar por diferentes asociaciones españolistas que operan en Cataluña, decidió realizar la lucha por su cuenta. Lo primero fue elegir un personaje que llamara la atención, que no pasara desapercibido, «quería que simbolizara lo hispano y no hay mejor héroe que El Zorro. Así que me compré el disfraz en internet, me lo puse y salí a la calle. Mi objetivo último siempre ha sido concienciar a los pequeños de lo que está ocurriendo, y la mejor manera de hacerlo era con un personaje de cuento, un héroe para los niños», afirma. Un símbolo que ya se ha convertido en un clásico en toda manifestación. «El Zorro ha venido aquí para ayudar a los pequeños, para decirles que tengan esperanza, que esto va a cambiar y que sepan que nadie les va a humillar por no hablar catalán, espero servirles de apoyo moral», dice. Asevera que este personaje de ficción simboliza la ayuda a los necesitados, «igual que El Zorro hizo con los indígenas en California, todos lo conocen por sus buenas obras», apunta. También quiere que su labor tenga efecto en los padres de familia y les advierte de la que se les vendrá encima si siguen permitiendo la imposición lingüística de los separatistas. Él no tiene hijos, nos cuenta, pero conoce experiencias nefastas que compañeros suyos de trabajo han sufrido en relación con la imposición del idioma catalán. «La hija de un compañero de trabajo llegó a Barcelona con muy buenas calificaciones, pero como no hablaba catalán no consiguió graduarse, así que toda la familia tuvo que irse a Madrid y él buscar un nuevo trabajo allí, es una injusticia», proclama.
También nos suplica que no publiquemos su profesión, es condición imprescindible para acceder a nuestra entrevista, ya que teme represalias. No sería la primera vez que le echan del trabajo por no comulgar con los independentistas. «En mi día a día me corto a la hora de expresar lo que pienso y eso ha tenido sus consecuencias. A la hora de renovar contratos con alguna de las empresas que he trabajado me dieron largas», dice con un depurado acento mexicano.
Pese a que en ninguna manifestación ha sufrido el ataque de quienes no piensan como él, este hombre de 46 años ha decidido añadir una prenda extra a su disfraz: el chaleco antibalas. «Pero es de mentira, de fantasía, me parecía interesante ponérmelo a modo de defensa», matiza. De hecho no le vino mal cuando decidió plantar cara a los radicales en las noches en las que Barcelona ardía entre barricadas y pedradas. La primera vez que se embutió en las mallas negras fue durante una manifestación de apoyo a las Fuerzas de Seguridad hace un par de meses. Acudió también para protestar en la sede del Colegio de la Abogacía después de que se suspendiera un debate pro castellano de la asociación «Hablamos español», con la que ha simpatizado durante mucho tiempo. «No falté a la concentración del 12 de Octubre y, por supuesto, me he desplazado hasta la Plaza de la Universidad para mostrar mi apoyo a los estudiantes que quieren ir a clase y que están en contra de estas huelgas ilegales», añade. Pese a su defensa a ultranza del castellano, explica a LA RAZÓN que él no está en contra del catalán, que defiende la diversidad lingüística, pero que esto no debe de ser motivo para discriminar a aquellos que no lo hablan. «No es justo que no puedas acceder a un trabajo porque no domines el catalán, es muy frecuente toparte con esta situación y más si lo que buscas es un trabajo en la administración pública. Esto es totalmente discriminatorio», protesta.
Aunque se reconoce simpatizante de Vox, explica que una cosa es lo que él como individuo piense de política y otra lo que haga «El Zorro», el cual es apolítico. «Es más, Vox convocó manifestaciones en la Plaza de Artós, pero yo no fui a esa concentración sino a la general, la que no estaba relacionada con ningún partido, porque esto no es una cosa de afinidad política sino de respeto de los derechos que nos implica a todos», subraya.
¿Y qué dicen sus amigos y familiares de su particular lucha? «Pues sólo los saben mis amigos más cercanos y lo respetan, pero mi familia no sabe nada y prefiero que siga así, por eso pido discreción en cuanto a mi identidad», insiste. La aceptación que ha tenido en la calle ha sido muy positiva, «la mayoría de la gente me apoya, se toman fotos conmigo, me aplaudne, en general todo ha sido muy positivo y me encanta ver como los niños se ilusionan al verme, además, siempre llevo un megáfono y yo se lo dejo a ellos para que puedan decir lo que quieran, dice. Ante la tensión que se vive en las calles de Barcelona tras la sentencia del «procés» no sería de extrañar que alguien le hubiera increpado por sus acciones, «pero de momento no ha ocurrido nada y espero que siga así, lo que sé seguro es que estarán rabiando al verme vestido de un personaje hispano como ‘’El Zorro’’», dice. Está convencido de que su lucha surtirá efecto y por eso no descansará hasta «vencer a los villano» con su única arma, la palabra, «ah y mi disfraz», añade con orgullo.
El perfil
«Diego de la Vega» / Activista
Bajo el nombre impostado del personaje que se ocultaba tras la máscara de «El Zorro» se esconde un mexicano de 44 años que se ha lanzado a visibilizar los efectos perniciosos que ha tenido en esta región de España la imposición del catalán por parte de los independentistas.