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ETA
Así fue la detención de Ternera: el “fin” de ETA acabó con él
La Guardia Civil obtuvo una línea fiable de investigación tras la intervención de «Josu» en el «paripé» del cese de actividades de la banda hace un año en Bayona. Los agentes sabían que ayer iría a un hospital de la zona de Los Alpes.
La Guardia Civil obtuvo una línea fiable de investigación tras la intervención de «Josu» en el «paripé» del cese de actividades de la banda hace un año en Bayona. Los agentes sabían que ayer iría a un hospital de la zona de Los Alpes.
El 3 de mayo del año pasado, cuando José Antonio Urruticoechea, «Josu Ternera», dio lectura al comunicado en el que ETA escenificaba su final de actividades, empezó la cuenta atrás para que la Guardia Civil le detuviera ayer, en el aparcamiento de un centro hospitalario de la localidad gala de Sallanches, en los Alpes.
Los investigadores de la Benemérita encontraron un nuevo hilo del que tirar, esta vez el bueno, ya que alguien se había puesto en contacto con el terrorista y le había entregado el texto que debía leer. Y le había indicado cómo debía hacerlo llegar a la Fundación Henry Dunant, en Ginebra, Suiza. Han sido 12 meses de trabajo duro, de especialistas y de agentes sobre el terreno, pero el esfuerzo ha merecido la pena.
Aquella se llamó operación «Akaitz» y ésta «Infancia Robada». En común, que ambas tienen como referencia a niños; en el primer caso, el de una etarra asesinada por la propia banda, Dolores González, «Yoyes», cuyo hijo de corta edad, de nombre Akaitz, presencio el crimen; y, en la segunda, los seis menores asesinados por ETA en el atentado contra la Comandancia de la Guardia Civil de Zaragoza, en 1987.
Sin embargo, el auténtico denominador común de ambas acciones es el trabajo perseverante de los agentes de la Benemérita; su reconocida capacidad investigadora y su voluntad de vencer.
En la primera de las operaciones, para detener al peligroso pistolero José Antonio López, «Kubati», la Guardia Civil controló todas las cabinas telefónicas de la provincia de Guipúzcoa. Se sabía que iba a llamar a un «laguntzaile» (colaborador). En el momento de producirse la comunicación, fueron arrestadas todas las personas que hacían uso de los teléfonos, entre ellas el etarra que, en su siniestro historial, sumaba el asesinato de «Yoyes».
En la de ayer, los Servicios de Información de la Guardia Civil (SIGC) sabían, por investigaciones propias, que «Ternera» iba a acudir a un hospital de una extensa comarca en los Alpes.
Despliegue
Como ocurriera en la anterior, la solución fue fácil pero conllevaba un gran despliegue de agentes especializados para que el objetivo no se escabuyera: fueron controlados todos los hospitales y clínicas, casi medio centenar, y, a las 07:30, apareció, en Sallanches, «Ternera» a bordo de un automóvil que era conducido por otra persona, que, en principio, no tiene relación con ETA.
Inmediatamente, los agentes de los Servicios de Información galos (DGSI) interceptaron el vehículo e identificaron a sus ocupantes. Uno de ellos era, sin duda, «Ternera», que fue detenido inmediatamente y trasladado al cuartel de la Gendarmería.
De allí, a un centro hospitalario ya que no presentaba un buen aspecto, no se sabe si por el susto de la detención o por alguna dolencia de la que se ha hablado mucho y que padecería desde hace años. Muy grave no debía estar ya que a media tarde fue llevado a la prisión de Bonneville para que preste declaración ante un juez de la localidad sobre si acepta la condena que ya se le ha impuesto en Francia o quiere que se abra un nuevo proceso. Urruticoechea salió de la clínica esposado y con una capucha que tapaba su rostro.
La operación «Infancia Robada» había comenzado hace casi un año y era continuación de los trabajos que la Guardia Civil ha desarrollado para localizar a este individuo desde su fuga, en 2002.
«Por la boca muere el pez». En el caso de «Josu Ternera» se puede aplicar este dicho, ya que su participación en el «paripé» de la disolución de ETA, ahora hace un año, al dar lectura al citado comunicado, supuso un «punto de inflexión» en las líneas que se seguían para localizarle, según han informado a LA RAZÓN fuentes de la investigación.
La Guardia Civil se había propuesto, como uno de sus objetivos prioritarios, la localización y detención de este individuo, requisitoriado por ser el presunto inductor del atentado contra la Comandancia de la Benemérita en Zaragoza, con el balance de 11 personas asesinadas, entre ellas seis menores.
Una de esas líneas de investigación, en la que los agentes han trabajado durante el último año, es la que ha llevado finalmente hasta la localidad de Sallanches.
ETA no le hizo ningún favor a Urruticoechea cuando le exigió (al parecer, él no quería, sabedor de que cuando se es clandestino no se debe hacer ninguna concesión a la publicidad) que diera lectura, en mayo del año pasado, al comunicado el que la banda, pomposamente, proclamó que, como «organización socialista revolucionaria vasca de liberación nacional, quiere informar al Pueblo vasco del final de su trayectoria. (...). y que ha desmantelado totalmente el conjunto de sus estructuras». Ni una referencia a las víctimas. Era el principio del fin de sus andanzas.
Había fundadas sospechas de que ETA había utilizado a la fundación suiza Henry Dunant para que «Ternera» pudiera realizar la grabación. La Guardia Civil empezó a tirar de varios hilos, porque alguien de la citada Fundación o del entorno de Urruticoechea conocía el paradero del que hasta ayer era el «maestro de la clandestinidad».
Ha sido un trabajo paciente, de meses, en que ninguno de los posibles contactos del terrorista se ha dejado de vigilar, incluida su esposa, Agnes Cerló, que en este caso ha jugado un involuntario papel en el buen fin de la operación antiterrorista.
«Ternera» rara vez hablaba directamente con sus contactos (ETA le había abandonado y retirado el sueldo) sino que lo hacía a través de terceras personas.
Hace unos días, las investigaciones dieron su fruto y se supo escuetamente que iba a visitar un hospital de una extensa zona, en la que había casi medio centenar de clínicas y hospitales. No había más remedio que vigilarlos todos y así se hizo, hasta que el terrorista apareció en el hospital de Sallanches.
«Ternera», con mal aspecto, un tanto demacrado, no iba armado y llevaba documentación falsa a nombre de un súbdito venezolano, extremo que está siendo investigado.
En este país caribeño existe una importante colonia de etarras que, tal y como ocurrió en Uruguay en su día, podían haber montado algún tipo de «aparato de falsificación».
Los agentes galos detuvieron también al acompañante de «Ternera», pero fue puesto en libertad con el paso de las horas.
Urruticoechea vivía en una casa alquilada en Saint Gervais les Bains que fue registrada por los agentes franceses. Se trata una zona muy concurrida para la práctica de deportes de invierno y senderismo. Se encuentra cerca de las fronteras entre Francia, Suiza e Italia.
Al margen de ETA
Vivir al margen de ETA ha permitido a «Ternera» mantener la clandestinidad, lo que no ocurrió con sus dos compañeros en las negociaciones con el Gobierno socialista, David Pla e Irache Sorzábal, que fueron detenidos en su momento, aunque el primero ha salido en libertad hace pocos días. Urruticoechea es, desde luego, mucho más listo que ellos y sabe de vivir «en la oscuridad» por la larga experiencia acumulada en eludir a la Justicia.
El día que le presionaron para que leyera el comunicado inició su camino hacia las cárceles, que ya conoce bien dado su dilatado historial delictivo.
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