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28-A, desgobierno hasta el verano
El jefe del Ejecutivo evita rechazar una nueva alianza con los soberanistas y pide “no restar legitimidad a las mayorías parlamentarias”
Desde ayer y hasta el 26-M, los españoles vivirán 100 días de campaña electoral. Los partidos han activado el modo pre campaña, aunque formalmente se iniciará el 5 de marzo con la disolución de las Cortes.
Desde ayer y hasta el 26-M, los españoles vivirán 100 días de campaña electoral. Los partidos han activado el modo pre campaña, aunque formalmente se iniciará el 5 de marzo con la disolución de las Cortes. El pistoletazo de salida comenzará el viernes de Dolores, inédito hasta ahora. Tras el 28-A, en plena resaca de elecciones, el turno pasará a comunidades y municipios. El bucle electoral hará que no se forme un Ejecutivo hasta verano
«Llamadme clásico, pero sin Presupuestos no se puede gobernar». Pedro Sánchez compareció ayer en Moncloa para anunciar lo que ya era un clamor: la convocatoria de elecciones anticipadas para el 28 de abril. No hubo golpe de efecto ni giro de última hora. El presidente del Gobierno utilizó el veto de los independentistas y «las derechas» a las cuentas públicas el pasado miércoles en el Congreso para forzar un adelanto que llevaba meses postergando, pero que desde hace días tenía decidido. De este modo, renuncia a su vocación de resistir –gobernando a través de reales decretos– porque considera que ha llegado su momento. Las encuestas que manejan en Moncloa –tal como publicó este diario en su edición de ayer– colocan al PSOE como primera fuerza, superando el umbral de los 100 diputados. Un escenario que les asegura la victoria pero no el Gobierno. Esta contingencia dependerá directamente de la actitud que adopte Ciudadanos. Los socialistas son conscientes de que en caso de que las derechas no sumen, la formación de Albert Rivera será decisiva para articular un «ejecutivo solvente», esto es, un gobierno que no dependa de la volatilidad del independentismo. No obstante, Sánchez no descarta ningún escenario postelectoral y deja la puerta abierta a volver a reeditar la alianza «Frankenstein» cuyo fracaso cristalizó ayer con la llamada a las urnas. El presidente pidió no «restar legitimidad a las mayorías parlamentarias» y esperar, en todo caso, a que sean los españoles quienes se pronuncien en las urnas y diseñen el nuevo tablero político y las eventuales aritméticas de alianzas.
Sánchez dedicó la primera y gran parte de su intervención a versar el bagaje y legitimidad de su Gobierno. Un Ejecutivo nacido de la primera moción de censura que triunfa en la democracia y que se sustenta en la «mayoría de escaños del Parlamento, elegidos por los ciudadanos» y en el artículo 113 de la Constitución. El jefe del Ejecutivo compartió una «íntima convicción», su vocación de «ofrecer a los españoles un horizonte al que avanzar. Un futuro que conquistar». Este objetivo, lamentó, se ha visto cegado por un frente de derechas «que no ha antepuesto el interés general a sus interés partidistas» y que, «alejados de la moderación» han bloqueado «en forma de rechazo los Presupuestos más sociales de la última década».
A pesar de haber defendido en varias ocasiones que podría gobernar con los Presupuestos prorrogados de Rajoy, introduciendo sus medidas más ambiciosas a través de reales decretos, Sánchez trasladó la disyuntiva de que esto supondría «incumplir las exigencias sociales que necesita el país» y que por ello, «en ejercicio de las facultades que ostento como presidente del Gobierno de España, y previa deliberación del Consejo de Ministros, he propuesto la disolución de las Cámaras y la convocatoria de elecciones el 28 de abril».
Desde el anuncio del Ejecutivo hasta la efectiva disolución de la Cortes restan todavía 18 días, pero en el Ejecutivo defienden que la elegida es «una buena fecha». Sánchez llamó a «no mezclar debates» y criticó que cuando las derechas se manifestaron en Colón el pasado domingo no lo hicieron por Cataluña ni por la unidad de España sino para echarle a él. «La derecha quiere una España en la que solo caben ellos y nosotros queremos una España en la que cabemos todos», dijo el presidente, al tiempo que criticó que algunos partidos –en alusión a PP y Ciudadanos– le hayan puesto «un cordón sanitario» a él, en lugar de a la extrema derecha.
«Victoria social»
En Moncloa están convencidos de que la convocatoria de los comicios les beneficia, a pesar del riesgo cierto de que una entente de PP, Ciudadanos y Vox pueda alcanzar la mayoría absoluta. Sánchez explotará al máximo el victimismo de haber visto tumbados «los Presupuestos más sociales de la democracia», una eventualidad que no solo le permitirá retratar a PP y Ciudadanos, sino que le servirá para exhibirse libre de cualquier carga o pacto oculto con los independentistas. «Hay derrotas parlamentarias que son victorias sociales», resumió de forma muy gráfica el presidente, mostrando su objetivo de conseguir en las urnas la «mayoría suficiente» que no tiene el PSOE –con solo 84 diputados– ni han tenido los Presupuestos en el Congreso, para poder sacar su proyecto adelante.