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Seguridad
España tiene clara cuál es su defensa: disuasión, disuasión y disuasión
El Estado Mayor de la Defensa ha hecho público su nuevo Concepto de Empleo de las Fuerzas Armadas, donde insiste en la máxima romana de “Si vis pacem, para bellum”
Disuasión, disuasión y disuasión. El Estado Mayor de la Defensa (Emad) lo tiene muy claro y así lo ha reflejado en su nuevo Concepto de Empleo de las Fuerzas Armadas (Cefas), hecho público este mismo mes. La clave de la defensa no está en pelear mejor sino en evitarlo, y la única manera es que el otro te tenga al menos tanto miedo como tú a él. Es la guerra del futuro, pero es también la de toda la vida. Si el de al lado es muy fuerte mejor me meto con otro. Volvemos a la máxima romana que advertía “Si vis pacem, para bellum” (si quieres la paz, prepara la guerra). Así ha sido siempre y parece que así seguirá. La diplomacia es primordial, pero sin el respaldo militar, sin una posición de fuerza como se dice en los parlamentos para que parezca más suave, no vale para nada. Cualquier país con armas nucleares es un buen ejemplo, da igual su política, sus atentados contra los derechos humanos, sus salidas del tiesto… se le permite e incluso tienen derecho a veto en los grandes organismos internacionales. Por qué, pues por puro y duro miedo, o respeto, que aquí son sinónimos porque un país desestabilizador solo respeta lo que teme. Si no fuera por eso Rusia simplemente no estaría en Ucraniay nosotros no estaríamos tanteando a ver hasta dónde podemos llegar sin que Vladímir Putin se acerque al botón rojo.
El Cefas establece tres líneas de actuación: la disuasión y la defensa, la proyección de estabilidad y otras contribuciones a la seguridad. Aunque todas se podrían plegar en la primera “disuasión” como un acordeón. La disuasión implica potencia militar, implica tecnología, implica una industria capaz de dotar las Fuerzas Armadas, implica una estabilidad presupuestaria y temporal, implica estar total y absolutamente mente preparado para ser el último recurso llegado el momento.
Desde el EMAD definen esas tres líneas como transversales “a través de tres marcos de actuación diferentes: defensa autónoma, defensa compartida y otros ámbitos de la Seguridad Nacional”. La idea obviamente es tener capacidad defensiva propia, pero también compartida con nuestros aliados (OTAN y UE), en “otros” entraría el resto de conceptos de Seguridad Nacional que van más allá de la potencia militar propiamente dicha.
Países desastabilizadores, zona gris e inteligencia artificial
El documento se redactó el año pasado pero no se ha hecho público hasta ahora, en plena invasión rusa de Ucrania, aun así, ya señala a Rusia como un agente desestabilizador. De hecho, el texto hace mucho hincapié en este tipo de actores que “han renunciado a la moderación y aumentan su asertividad, incrementando sus capacidades militares, en un intento por expandir y consolidar sus áreas de influencia”. No se refiere únicamente a los ataques físicos, sino también al denominado cuarto dominio tras los de tierra, mar y aire: el ciberespacio. En este sentido, advierte del problema que puede suponer “la generalización de ciertas modalidades de agresión, como los ataques cibernéticos, la desinformación y otras formas de acciones híbridas, que obligan a repensar los mecanismos de seguridad, incluso en condiciones de superioridad militar”.
Estas amenazas se ven en la guerra de Ucrania, pero apenas han tenido repercusión real en una contienda calificada por muchos expertos como “una guerra del siglo pasado” por estrategias y materiales utilizados(por el momento, lo que podría cambiar ahora con el enroque ruso en el Donbas, lo que le garantizaría líneas de suministro que permitirían el uso de material más tecnológico).
El documento hace mucho hincapié en los conceptos de amenaza híbrida y zona gris, un término, este último, que se repite una decena de veces en el texto, no olvidemos que una de las mayores amenazas para España está en el norte de África y ahí, como explicábamos recientemente, todo se mueve en esa zona gris. El EMAD asegura que el objetivo es poner en marcha “un proceso de conducción estratégica mejorado que permita facilitar la anticipación y la adaptación a las variaciones del entorno, especialmente dentro de la zona gris y las acciones híbridas que en ella se realiza”. Es decir, ir por delante. Y para eso hace falta tecnología y tecnología muy concreta: big data, robótica (drones terrestres, aéreos y marítimos) e inteligencia artificial (IA). En este sentido, el documento apuesta por “el desarrollo de capacidades adecuadas impulsando la innovación tecnológica en busca de la superioridad en el enfrentamiento, prestando especial atención a las tecnologías emergentes y disruptivas, en particular al análisis masivo de datos y a la inteligencia artificial, junto a los sistemas autónomos”.
La disuasión ha vuelto al discurso de la OTAN
Dice el documento que el concepto de disuasión “ha vuelto al centro del debate político-militar dentro de la OTAN” a raíz de la anexión rusa de Crimea y también establece las áreas a tener en cuenta como problemáticas: “El Mediterráneo, el Norte de África, el Sahel, Oriente Medio (por Próximo, ya los militares no usan el término geográfico español o europeo sino el estadounidense) y el Golfo de Guinea, incluyendo, por extensión, las aguas de África Occidental como entorno natural de paso”.
Disuasión, disuasión y disuasión. Estar preparado y que los demás lo sepan. Para eso hay que invertir en formación, en personal y en material, y para invertir hace falta una estabilidad presupuestaria a largo plazo que, a su vez, sustente una industria estratégica capaz de ser determinante. Luego todo eso se agita y se saca en los llamados ejercicios o maniobras, donde cada país saca todo lo que tiene para medirlo al de al lado y evitar así que nadie tenga malas ideas.
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