Las críticas
El chat interno del PP arde contra Álvarez de Toledo
Casado apunta a la «megalomanía» de Ayuso. Miembros de su Gobierno filtran a Génova «presiones»
El chat interno del grupo del PP en el Congreso ha estallado ya contra la diputada Cayetana Álvarez de Toledo, después de que Pilar Marcos, responsable de su Gabinete cuando era la portavoz, dejara en él un artículo con elogios hacia su «jefa». Hasta las formas han saltado por los aires y se graban duras acusaciones, de «ruin» y palabras mayores, en una mensajería de la que también participa Álvarez de Toledo.
La tensión ha llegado a un punto en el que la bancada popular, es decir, los mismos que fueron en las listas de Pablo Casado, y al que le deben el escaño, se han conjurado para meter presión a Álvarez de Toledo. Ella sigue en su escaño, sin ninguna responsabilidad, sin obligaciones, más allá de cobrar el sueldo que le corresponde por el acta, y sirviéndose de ese puesto, en el que la puso a dedo Casado, para desgastarle.
Sus compañeros de grupo la quieren fuera, y el repaso a algunos de los mensajes que ayer dejaron colgados en ese chat, con nombres y apellidos, revela hasta dónde está llegando la «sangre» interna provocada por un pulso que viene de muy atrás. Y que se ha vuelto descarnado justo cuando sale a la luz un libro firmado por la ex portavoz y en el que pone de vuelta y media a los que comparten grupo con ella.
«Te aseguro que no me interesa nada. Quien no respeta nada no merece ni un minuto de mi atención»; «somos más de trabajar, domingos incluidos, y dedicar nuestro tiempo a hablar de lo que le importa a la gente»; «los palmeros no merecemos esto...» (en alusión a las críticas que ella les dirige en el libro); «ni de declaraciones con ataques personales, muy graves, que son intolerables, indignas e impropias de gente de este grupo»; «antes era los demonios, y ahora para vender libros... en fin»; «cuidado con lo que escribimos que puede dar lugar a otro tomo»; «es ruin hacer públicas las conversaciones de este chat e insultar a quienes aquí escriben»; «hay quien vive de la provocación, no entremos en su juego»...
La dirección del PP dará apertura al expediente contra Álvarez de Toledo en el consejo de dirección, y dejará correr el proceso, pero está atada de manos para ejecutar lo que de verdad quiere, que renuncie a su escaño. El acta es suya, y la expulsión del grupo no resolvería el problema si ella no acepta abandonar el Congreso, al contrario, la daría más munición en su campaña contra Génova.
El problema que representa la rebelión de Álvarez de Toledo tiene difícil arreglo por mucho que se muevan las estructuras del partido. Pero es una anécdota en comparación con el problema que sigue representando el pulso por el control del PP de Madrid.
Dentro del Gobierno de Ayuso empiezan a moverse también las aguas, y hay hasta alguna que otra denuncia a Génova por parte de algún miembro del Ejecutivo madrileño, que dice sentirse hostigado y presionado por el «dos» de Ayuso, su jefe de Gabinete. En la guerra todo vale, y siempre suele haber agentes dobles. Fieles, fieles, dentro del Gobierno regional, lo que podrían llamarse «patas negras» del «ayusismo», sólo hay dos, el consejero de Hacienda, Javier Fernández Lasquetty, y PalomaMartín, consejera de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio.
Hoy, además, la presidenta tiene la oportunidad de contestar de nuevo al líder nacional de su partido a través de los medios de comunicación. La orden de silencio de hace un par de semanas, por parte de Casado, no ha hecho efecto, y Ayuso ha sido la primera que no ha dejado de lanzar mensajes que han dado pie a que se interpretara que eran «banderillas» que colgaba en la espalda de la cúpula popular.
Desde Sol han mantenido el pulso orgánico abierto, equilibrando mensajes más conciliadores con esas «banderillas» que, aunque quedaban en el aire, todo el partido ha leído como golpes contra Génova. Su posición es inamovible: Ayuso se siente con derecho, como el resto de presidentes autonómicos, a controlar la organización regional, y sigue reclamando que el congreso se convoque cuanto antes.
Ayer, fue Casado el que soltó la estocada en la clausura del Congreso del PP andaluz. «El personalismo no cabe en el PP, esto no es un talent show de megalomanías». Tampoco desde Génova se negó que el aviso fuera dirigido hacia la presidenta madrileña, al contrario, confirmaron, oficiosamente, que era la respuesta del líder nacional a los mensajes que ella ha ido dejando en los últimos congresos del partido.
El recrudecimiento de la guerra, y esta salida por parte de Casado, hacen que en el PP cada vez vean más lejana la posibilidad de un acuerdo. «A ver ahora cómo justifica Casado que sea la presidenta del PP regional aquella a la que ha acusado de megalomanía». La reflexión interna refleja el estado de ánimo con el que en la organización popular observan la evolución de la crisis interna.
Casado confirmó ayer, también en respuesta a Ayuso, que el presidente de la Junta tiene las manos libres y reclamó unidad frente «a la hoguera de vanidades que no conduce a ninguna parte». La «hoguera de vanidades» y los «personalismos» son los eufemismos con los que desde Génova retratan el mal que, supuestamente, sufre Ayuso: «Ha perdido el sentido de la realidad y se cree que está por encima de las siglas; el relato del partido no puede estar, además, en manos de una persona con serios problemas de comportamiento». Ojo, que el mensaje de Casado también sonó a interpelación a Álvarez de Toledo.
El pasado viernes, Ayuso había incitado a Juanma Moreno a volar «libre» y a tomar sus propias decisiones porque «solo se desgasta quien se comporta como una marioneta». Y el secretario general, García Egea, en el mismo marco, replicó que Moreno es «libre» y «nadie de fuera tiene que venir a decirle lo que tiene que hacer».
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