Ley de Memoria
El Valle de los Caídos cambiará su nombre por el original de Valle de Cuelgamuros
Los socios de coalición instan a que los restos de Primo de Rivera sean «reubicados» en las criptas o a elección de su familia
Cuando Franco decidió que quería construir un mausoleo en memoria de las víctimas de la Guerra Civil, eligió el antiguo Pinar de Cuelga Moros, nombre que se modificó en el siglo XIX por Cuelgamuros. La Ley de Memoria Democrática volverá ahora a esa denominación en lugar de Valle de los Caídos, como es conocido el colosal conjunto, un proyecto personal de Francisco Franco inaugurado en 1959.
El Gobierno atiende una petición expresa de ERC para acometer el cambio, según consta en una de las enmiendas pactadas por el PSOE y Unidas Podemos en el articulado de la Ley de Memoria Democrática, que insta además a reubicar los restos de José Antonio Primo de Rivera, que ocupan un lateral junto al altar mayor.
Así que, al igual que hacen los socios de coalición en las enmiendas conjuntas registradas ayer a este proyecto legislativo, los republicanos catalanes plantean en una propuesta de modificación renombrar el enclave donde están enterrados 33.800 cadáveres para que se denomine oficialmente «Valle de Cuelgamuros». Es la petición menos agresiva respecto al conjunto monumental, pues el portavoz adjunto de los republicanos en el Congreso, Gabriel Rufián, había señalado que «si fuera por Esquerra Republicana, esta especie de mausoleo en honor al fascismo llamado Valle de los Caídos sería derruido». Una sugerencia en línea con la expresada por el Grupo de Izquierda Confederal, que llevó al Senado una propuesta para demoler la cruz, y que Podemos secunda y apoya por iniciativa propia.
Según la enmienda ahora presentada, la intención del cambio de nombre es que el Valle de Cuelgamuros pase a ser un lugar de memoria histórica, optando por una resignificación que pretende hacer «pedagogía sobre las circunstancias de su construcción y su periodo histórico, para así fortalecer los valores constitucionales y democráticos».
La enmienda apunta que «solo podrán yacer los restos mortales de personas fallecidas a consecuencia de la guerra, como lugar de reconocimiento, conmemoración, recuerdo y homenaje a las víctimas allí inhumadas».
Además, pide reubicar «cualquier resto mortal que ocupe un lugar preeminente en el recinto», en referencia directa a José Antonio Primo de Rivera. El Gobierno ofrecerá a sus allegados la posibilidad de enterrarlo en las criptas o llevárselo a otro lugar de su elección.
Un real decreto establecerá el nuevo marco jurídico aplicable al Valle de Cuelgamuros «que determine la organización, funcionamiento y régimen patrimonial del enclave», dependiente de la Fundación de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, a cargo de monjes benedictinos, pero que administra de forma temporal Patrimonio Nacional.
La enmienda contempla atender las reclamaciones y peticiones de los familiares «que tengan por objeto instar la exhumación y entrega de los restos de las víctimas inhumadas en el Valle de Cuelgamuros». «Para el caso de imposibilidad técnica de exhumación, se acordarán medidas de reparación de carácter simbólico y moral». Los cuerpos están en cajas de madera anónimas amontonadas dentro de las criptas. Con el tiempo, muchas se han deteriorado y los huesos de los enterrados se han acabado mezclando, lo que puede dificultar sobremanera su identificación.
Los únicos cuerpos que se enterraron en tumbas individuales en el Valle de los Caídos fueron los de José Antonio Primo de Rivera y, cuando falleció en 1975, el de Francisco Franco, reinhumado en octubre de 2019 en el cementerio de Mingorrubio (Madrid), tras la aprobación del Gobierno de Pedro Sánchez y el aval del Tribunal Supremo después de una larga batalla legal emprendida por la familia Franco, que llegó hasta Estrasburgo. En opinión de su abogado y portavoz, Luis Felipe Utrera-Molina, el Ejecutivo «se está retratando en su ánimo de revancha», asegura a LA RAZÓN.«Lo lógico es que, según la corriente imperante, se llame Valle de los Caídos y de las Caídas (de hecho hay unas cuantas religiosas mártires del terror rojo allí enterradas», ha escrito en su perfil de Twitter.
Por su parte, el presidente de la Fundación Franco, Juan Chicharro, cree que se trata de «un paso más hacia el objetivo final que no es otro que la demolición de la cruz. No la soportan ni toleran. Como buenos sectarios talibanes, no pararán con su odio hasta conseguirlo». Lamenta el general que «lo extraño es que lo harán entre la indiferencia relativista de una sociedad descristianizada».
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