Caso Asunta
Calabozos de la Guardia Civil en Lonzas, A Coruña. 25 de septiembre de 2013. Alfonso Basterra y Rosario Porto han sido detenidos por su todavía presunta relación con el asesinato de su hija, cuyo cadáver ha sido encontrado cuatro días antes cerca de la finca familiar de Teo. Ella en el calabozo 2 y él en el 14, es la primera vez que pueden hablar entre ellos tras saberse bajo la lupa de los investigadores y muestran dos actitudes radicalmente opuestas. Él frío, midiendo cada palabra, y refiriéndose a su ex mujer con apelativos cariñosos como «lentejita». Ella visceral, a ratos preocupada, a ratos fingiendo incredulidad. La incontinencia verbal de la madre de Asunta, que el pasado miércoles decidió acabar con su vida en la cárcel de Brieva (Ávila), dejó durante este diálogo con su ex pareja algunas perlas que, a día de hoy, continúan siendo incógnitas que no quedaron despejadas durante el juicio:
-Rosario Porto: No te dio tiempo a eso, ¿verdad?
-Alfonso Basterra: No. Se fuerte y estate tranquila (...) No digas nada inconveniente porque nos están grabando.
-R.P.: Ya, bueno... ¿Y qué voy a decir inconveniente?
-A. B.: No, nada, ya no sé mi vida. Pero ya sabes que cualquier cosa que digamos, ya has visto, te lo toman como... ¿eh?
-R.P.: Ya, pero tu imaginación calenturienta nos va a generar muchos problemas.
-A. B.: ¿Cómo?
-R. P.: Tu imaginación calenturienta, que nos va a generar muchos problemas.
-A. B.: Bueno.
-R. P.: ¡Muchos!
-A. B.: Silencio.
-R.P.: Y lo otro, Alfonso, lo otro...
-A. B.: No hay nada.
¿A qué se refería Rosario con «imaginación calenturienta»? ¿A qué le tenía que haber dado tiempo a Alfonso antes de ser detenido? ¿Qué era «lo otro»? A pesar de haber sido condenados ambos a 18 años, ninguno reconoció nunca su implicación en el crimen de la niña china que habían decidido adoptar en Yongzhou (Hunan, China) con solo nueve meses de vida. Ahora, con Rosario fallecida, todas las esperanzas de que algún día ella decidiera explicar el móvil del crimen o, por ejemplo, este extraño diálogo con su ex marido, se han esfumado. Nadie aspira ya a que Basterra, de otra pasta, lo haga pero los rumores que siempre planearon sobre la familia han vuelto ahora a salir a la luz.
La pornografía de Alfonso
La instrucción del caso, liderada por el juez Vázquez Taín, fue muy aplaudida porque, junto al equipo de Judicial de la Guardia Civil, lograron en apenas 48 horas obtener numerosos indicios incriminatorios contra los padres de la niña, los mismos que habían denunciado su desaparición en un relato lleno de matices contradictorios. Durante los registros practicados en el escenario del crimen (la casa de Teo) y los domicilios en Santiago (el de Rosario y el de Alfonso), se encontraron pruebas clave. En la primera, dentro de una papelera de la habitación –que Rosario pretendía coger pero que el fiscal se lo impidió–, un pañuelo de papel con ADN de ella y de Asunta con el que habría asfixiado a la niña, un trozo de cuerda naranja igual que la hallada junto al cadáver y una mascarilla. Pero el episodio más extraño se produjo en el registro de la casa del padre de la menor.
En una primera inspección ocular los agentes no hallaron un ordenador que, casualmente, apareció en una segunda inspección, practicada tres meses más tarde, en un lugar donde era seguro que antes no estaba porque había un reportaje fotográfico. El disco duro, además, había sido manipulado. No logró Basterra, no obstante, evitar que la Guardia Civil pudiera recuperar su contenido. Los agentes encontraron allí todo tipo de material pornográfico, donde abundaba el asiático, y una serie de fotografías de su hija en poses poco convencionales. En una de ellas, Asunta aparecía aparentemente dormida (quizás ya con somníferos) y con sábanas alrededor del cuerpo muy pegadas, simulando una especie de mortaja. En otra imagen, se ve a la niña tirada en el sofá de casa, con cara de cansada tras una función del colegio en la que iba disfrazada de cabaretera, con medias de rejilla y ojos pintados. También hallaron una foto de la propia tumba blanca de la niña, ya en el tanatorio. Todas estas imágenes fueron incorporadas al sumario de la causa.
El propio juez instructor señaló en su auto de apertura de juicio oral que el contenido del ordenador de Basterra era “bastante comprometedor” y que, en base a ese contenido, “cobran relevancia otros indicios que se trataron discretamente”. “Alfonso no ha explicado todavía cómo, si en su vivienda Asunta no tenía más que un cepillo de dientes y unas zapatillas, se encontraban sobre la mesilla, y no colgados del armario, los trajes de ballet de la pequeña». «Por qué su ADN estaba en la braga de la menor». Y señaló que «otros indicios, en esa misma dirección, habrán de ser tratados en el plenario».
Para gran parte del equipo que formó parte de la investigación, la naturaleza de las fotos parecía dejar poco lugar a la interpretación pero en el cuerpo de la pequeña no se halló nada que permitiera inferir algún tipo de abuso sexual por lo que se centraron en la investigación del asesinato. Se especuló entonces con la posibilidad de que Rosario pudiera ser conocedora de esta realidad e incluso hubiera podido desarrollar algún tipo de recelo hacia la niña, según fuentes cercanas a la investigación. De todo ello se habló en su día pero, de las tres personas que podían saberlo, dos ya están fallecidas y el tercero permanecerá callado en la prisión de Teixeiro (A Coruña), donde ya le ha sido asignado un preso de confianza tras comunicarle la muerte voluntaria de su ex mujer. Un fallecimiento que ahora investiga el Juzgado de Instrucción número 2 de Ávila y que la Policía Nacional (Científica y Judicial) ya está tratando de esclarecer para descartar que se trate de una muerte de etiología violenta.
Benzodiazepinas
Los investigadores se habrían llevado de la celda de Porto varios cuadernos donde, probablemente, haya explicado alguno de estos misterios antes de irse para siempre. Otro de los rumores que cobró mucha fuerza en Santiago tras el asesinato de Asunta fue la naturaleza de la muerte de sus abuelos maternos. Los padres de Rosario Porto apenas fallecieron con un año de diferencia y de la misma forma: de manera repentina y en la cama. El 11 de diciembre de 2011 murió Socorro Ortega Romero –que fue profesora de Historia del Arte en la Universidad de Santiago– y el 26 de julio del año siguiente lo hizo, en idénticas circunstancias, su marido, el abogado Francisco Porto Mella. Tras el crimen de la niña, que presentaba 0,68 microgramos de benzodiazepinas por litro de sangre, desde la propia familia Porto se especuló con la posibilidad de que la muerte de los abuelos no hubiera sido natural pero los cuerpos ya estaban incinerados yno pudo abrirse ninguna investigación al respecto. El abuelo que estaba muy unido a Asunta, (todos en Santiago les recuerdan juntos) le habría dejado la herencia a la nieta y se barajó el móvil económico. Pero Rosario, que ya no tenía a nadie (probablemente por eso decidiera irse) se ha llevado a la tumba todas estás interrogantes. Cada 21 de septiembre seguía encargando por solitario una esquela en la prensa gallega con el mismo texto cada año: “ASUNTA. In memoriam. Te querré siempre. Mamá”.
PERFIL DE ASUNTA: La niña superdotada que “estorbaba” a sus padres
Fang Yong nació el 30 de septiembre del año 2000 en Yongzhou, una localidad de la provincia china de Hunan. Con solo nueve meses fue adoptada por un matrimonio español, que la bautizó como Asunta, y que decidió matarla nueve días antes de que cumpliera 13 años. Quitando los últimos meses de vida, donde los investigadores notaron un abandono de la niña «palmario» (prácticamente desde que murió su abuelo hasta su propio asesinato) su vida fue como la de cualquier niña de su edad ya que nunca tuvo problemas de integración. Pero sus capacidades estaban por encima de la media. Era una estudiante brillante, realizaba numerosas extraescolares y destacaba prácticamente en todas. Estaba aprendiendo media docena de idiomas y hasta leía a filósofos en su lengua original. Tocaba el violín, el piano... Y era una niña cariñosa. La estabilidad familiar saltó por los aires cuando su padre descubrió una infidelidad de su madre y se separaron. Un año antes de morir abrió un blog, que a día de hoy sigue abierto. Se llama ASUNCA y dejó colgados dos fotos (esta imagen y otra sentada en un banco) y dos post en inglés: cuentos sobre espíritus recreados en el parque de la Alameda y de Belvís, donde paseaba con su abuelo, que murió de forma repentina, como su abuela. En el lugar donde sus padres abandonaron el cadáver de la niña dejaron un cartel: «Dinos Asunta desde el cielo qué pasó con tus abuelos».