Inversiones

Yolanda Díaz, a por el ahorro de los españoles

Los fondos de inversión tributan sobre sus beneficios al 1% en lugar de al 25% al que lo hacen el resto de compañías

Yolanda Diaz durante un Pleno del Congreso.
Yolanda Diaz durante un Pleno del Congreso. Alberto R. RoldánLa Razón

Yolanda Díaz, líder descabalgada de Sumar, vuelve a la carga contra la propiedad privada. En este caso, lo hace abogando por una reforma fiscal de calado dirigida a incrementar agresivamente ciertos impuestos que atacan el corazón patrimonial de las clases medias: por ejemplo, la exención del IVA sobre el consumo de sanidad y educación privada o el gravamen del 1% en el Impuesto sobre Sociedades para los fondos de inversión o los fondos de pensiones. Justamente querría reflexionar sobre esto último.

En la actualidad, las instituciones de inversión colectiva (IIC), paradigmáticamente los fondos de inversión, tributan sobre sus beneficios al 1% en lugar de al 25% al que lo hacen el resto de compañías. ¿Y por qué gozan de este aparente «privilegio»? Pues para evitar la doble tributación de la que sería víctima un ahorrador que invirtiera a través de ellas. Comparemos los siguientes dos casos. Imaginemos un inversor que adquiere directamente acciones y que, al cabo del tiempo, realiza unas plusvalías de 400.000 euros: ese inversor pagaría por IRPF un tipo medio de (aproximadamente) el 25%, de manera que 100.000 euros se los embolsaría el Fisco y 300.000 serían retenidos por el propio ahorrador. Ahora imaginemos que ese inversor obtiene tales plusvalías a través de un fondo de inversión: en tal caso, cuando las ganancias sean realizadas por el fondo, si se impone un Impuesto sobre Sociedades del 25%, el fondo deberá abonar 100.000 euros en impuestos, de modo que al inversor-partícipe sólo le restarían 300.000 euros; pero, posteriormente, cuando ese partícipe realice su propia posición en el fondo, deberá pagar (aproximadamente) el 25% sobre los 300.000 euros restantes, dando como resultado una carga tributaria (cuasi) duplicada sobre sus hombros de 175.000 euros. Es decir, que el inversor que invirtiera directamente en bolsa y ganara 400.000 euros pagaría 100.000 euros en impuestos y el que obtuviera esa misma ganancia a través de un fondo de inversión pagaría 175.000 euros. Por eso es una auténtica barbaridad lo que plantea Yolanda Díaz: porque supondría destruir la industria de los fondos de inversión, impidiendo con ello que el ahorrador acceda a un canal de inversión bursátil diversificado y con una gestión o automatiza o profesionalizada.