Empresariado español

La mitad de los empresarios cree que su imagen social ha empeorado en el último lustro por culpa de la "esfera pública"

El discurso desfavorable que vienen enfrentando ha degradado su labor como generadores de riqueza de forma considerable, según Funcas

Trabajadores de empresas en la zona de negocios y oficinas de la Plaza de Azca (Madrid)
Trabajadores de empresas en la zona de negocios y oficinas de la Plaza de Azca (Madrid)Alberto R. RoldánLa Razón

La percepción social en torno a la clase empresarial no muestra signos de mejora, de hecho parece que va a peor. A pesar de jugar un papel fundamental en la producción de empleo, dos terceras partes de los empresarios creen que su imagen en la sociedad es mala (10%, muy negativa; 56%, bastante negativa), e incluso prácticamente la mitad (49%) percibe que ha empeorado en los últimos cinco años.

Así se desprende de una encuesta elaborada por Funcas en la que, a partir de las respuestas de 400 empresarios y directivos y 60 entrevistas personales recogidas en el libro editado por la compañía, y que tiene por título “Ante una década crítica: percepciones y perspectivas del empresariado español sobre su entorno, imagen y responsabilidad social” descubrimos que solo un 14% califica su imagen social como positiva, porcentaje ínfimo en comparación con los que piensan que es mala (66%).

Aunque los encuestados no han querido atribuir causas directas a este empeoramiento de su consideración social, en contadas ocasiones sí que suelen denunciar el discurso desfavorable que vienen enfrentando durante estos últimos años desde la esfera pública, que degrada su labor como parte contratante y generadora de riqueza.

Que ciertos ministros como Yolanda Díaz vayan contra los empresarios tampoco ayuda. De hecho, las trabas para las compañías de nuestro país no dejan de crecer. Después de aprobar de forma unilateral la reducción de jornada tras el fracaso de las negociaciones con la patronal, el texto del anteproyecto se presenta como una "bala" para las empresas, sobre todo porque estipula que el Gobierno multará con hasta 10.000 euros por trabajador a las empresas que incumplan con el registro horario y la ya mencionada reducción de jornada, cuyo coste extra será de un 6,25% por trabajador, apuntan desde ATA y según certificó la comisión de expertos de Trabajo.

España, mal país para emprender según seis de cada diez

El empresariado español enfrenta, además, una crisis de identidad, aupada en gran parte por la percepción de inseguridad jurídica y de mal aprovechamiento de la presión fiscal –considerada como desproporcionadamente alta en relación con la calidad de los bienes y servicios que provee el Estado–, factores que, junto a la sobreregulación y la burocratización, terminan por lastrar la iniciativa empresarial en comparación a las oportunidades que ofrecen otras regiones europeas. Es por esto que casi seis de cada diez encuestados por Funcas creen que España no es un buen país para poner en marcha un nuevo negocio, por lo que muchos optan por hacerlo fuera de nuestras fronteras al encontrarse menos impedimentos para ello.

Asimismo, acusan que es necesario cambiar ciertos aspectos fundamentales para fomentar el emprendimiento en nuestro país. En este sentido, los empresarios señalan algunos de los ámbitos de actuación pública más necesitados de reforma: la administración y la función pública (48%), la fiscalidad (41%) y el sistema educativo (40%).

Además, a las críticas sobre el contexto institucional y político, también suman la falta de articulación entre el sistema educativo y productivo, la incongruente planificación y gestión de la inmigración y el debilitamiento de los valores de esfuerzo y laboriosidad, “intrínsecos a cualquier acción de emprendimiento”.

Rechazo a las cuotas de género

A los encuestados por Funcas también les preguntaron sobre la creciente representación femenina en el mundo empresarial, un tema que, aunque tanto ellos como ellas valoran positivamente, comparten que es todavía insuficiente, sobre todo porque la búsqueda de talento y capacidad debe prevalecer sobre cualquier consideración de género, rechazando las conocidas cuotas de género –ellas con tanta vehemencia o más que ellos–.

Por el contrario, parece que los puestos de alta dirección todavía se resisten para las mujeres, una infrarrepresentación causada, en gran parte, por la dificultad para conciliar la actividad empresarial y la vida familiar, opinión que defienden casi uno de cada dos hombres, proporción que entre las mujeres baja a dos quintos.