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Motor

El coche eléctrico se le atraganta a Europa por la caída de la demanda

Los fabricantes se replantean sus estrategias ante las nuevas legislaciones y la competencia. Reclaman más tiempo para adaptar sus procesos. Toyota anunció un recorte de 500.000 unidades en sus planes de producción de eléctricos para 2026

Instalaciones carga de vehículos eléctricos e híbridos enchufables en Fripozo ElPozo

La tormenta perfecta se cierne estos días sobre la industria del automóvil y la culpable es la electrificación. O más bien, una decisión que muchos consideran precipitada y otros que no se ha hecho lo suficiente para alcanzar el objetivo. A finales de la pasada década, Europa dictaminó el fin de los motores diésel y gasolina a partir del año 2035 y lo hizo bajo la premisa y amenaza de fuertes sanciones económicas a los fabricantes para que, de forma paulatina, fueran reduciendo sus niveles de emisiones en sus modelos. De ahí la demonización del gasóleo y el auge de los híbridos con la creencia de que contaminan menos, cosa que es discutible en algunos casos.

Muchas compañías se lanzaron a hacer grandes anuncios para impactar en el cliente afirmando que cumplirían ese plazo y algunas, incluso, se comprometieron a hacerlo antes para reforzar así su compromiso medioambiental. Pero la realidad es bien diferente. Los plazos exigidos por Europa fueron precipitados, el sector privado, es decir, los fabricantes, están cumpliendo parte de su labor (la mayoría), sin embargo, las Administraciones no caminan a la vez ya que no están cumpliendo su trabajo a la hora de desarrollar las infraestructuras, algo que provoca desconfianza en el comprador y, por tanto, refleja un escaso interés en las ventas por esta clase de vehículos.

Y a todo esto, la competencia china ya ha demostrado que estaba muy por delante de Europa en esta tecnología y ahora, a pesar de la subida de aranceles en el mercado de la Unión, es muy complicado hacerles frente. No hay más que ver los resultados de marcas hasta ahora desconocidas como BYD o MG. Es algo parecido a lo que pasó hace 20 años cuando compañías asiáticas como Hyundai o Kia se instalaron en España.

A día de hoy, reinan en el mercado con sus productos y gozan de toda la confianza de los conductores españoles ¿Cuál es la consecuencia de todo eso? Los grupos automovilísticos empiezan a presionar para que los plazos se relajen un poco y muchas marcas están replanteándose el desarrollo de los vehículos cien por cien eléctricos.

Desde el Grupo Stellantis ya han señalado que algunas de sus factorías en Italia y España han bajado la producción de esta clase de coches ante la falta de demanda; VW ha confirmado que la batalla del eléctrico y los costes ponen en peligro algunas factorías en la propia Alemania; otras como Volvo anunciaban el pasado jueves su decisión de abandonar su objetivo de vender solo automóviles totalmente eléctricos para el final de la década, marcando como nueva meta que entre el 90% y el 100% de su volumen de ventas globales para 2030 consista en vehículos electrificados; Toyota ha recortado esta semana un tercio sus planes de producción mundial de vehículos eléctricos para 2026 hasta el millón de unidades, 500.000 menos de las estimadas hasta ahora.

Y Renault se mantiene en su compromiso, pero su CEO, Luca de Meo, ha elevado el tono de las críticas a la Comisión Europea recordando que ellos (Francia como país y él mismo) ya pusieron el «grito en el cielo» cuando se fijaron los plazos a cumplir y las posibles sanciones.

Las ventas de eléctricos en toda Europa no despegan y el nerviosismo cunde. De hecho, Alemania retiró las ayudas a los eléctricos y ahora, meses después, las va a recuperar, aunque de otra manera. Por no hablar de la actitud de Estados Unidos, que desde el primer momento ve el tema eléctrico como algo todavía lejano. Ford o General Motors han retrasado, o directamente cancelado, el desarrollo de nuevos modelos eléctricos, a la espera de poder escalar la producción y abaratar los planes de adaptación de las fábricas y producción de coches durante los próximos años.

La cadena de suministro europea de vehículos eléctricos aún necesita tiempo para desarrollarse, tal y como advierte el último análisis de la entidad financiera ING, mientras que el descenso de los precios de las baterías de iones de litio y la caída de los niveles chinos por debajo de los 100 dólares por kWh plantean un desafío para la creación de nuevas instalaciones locales. Eso sí, la compañía recomienda a los fabricantes no perder el foco en el eléctrico para no perder posicionamiento.

La implantación del vehículo cien por cien eléctrico no tiene vuelta atrás y puede que su adopción se flexibilice en los próximos meses, pero su llegada y su proceso de instalación puede remover el tablero internacional de los grupos automovilísticos y la industria (y la economía) de algunos países.