Innovación
España no ha sido tradicionalmente un país donde el número de solicitudes de patentes haya sido muy significativo. Sin embargo, esta realidad cambia si se traslada al ámbito femenino. Y es que el informe «Women´s participation in inventive activity», elaborado por la Oficina Europea de Patentes (OEP) arroja un dato revelador: detrás del 23,2% de las peticiones para registrar un invento hay una mujer, una proporción que prácticamente duplica a media europea, que se sitúa en el 13,2%. Un porcentaje que se traducen, en nuestro caso, en que uno de cada cuatro inventores es una mujer, lo que coloca a España en los primeros lugares de Europa, más concretamente en el cuarto puesto, tan solo por detrás de Letonia, Portugal y Croacia. Luis Berenguer, director de Comunicación de la OEP, considera que se trata de un estudio muy necesario, ya que tiene como objetivo democratizar la innovación, poniendo de manifiesto determinadas brechas que aún existen para que cada estado pueda tomar las medidas necesarias para revertir la situación. Y es que, pese a que en esta radiografía España sale bien parada en comparación a sus vecinos europeos, lo cierto es que todavía la proporción de mujeres es inferior a la de hombres, produciéndose su mayor concentración en universidades e instituciones públicas de investigación, como el CSIC, donde la proporción de féminas que solicitan una patente es de prácticamente un tercio del total. No obstante, esta presencia desciende en el plano privado, cayendo hasta el 18,3%.
Las inventoras son, pues, una «rara avis», que tienen un carácter especial. LA RAZÓN ha entrevistado a cuatro de las más relevantes, que innovan en campos muy diversos, pero a las que une un denominador común: su afán de superación y no tener temor al error. Mujeres brillantes, con mentes inquietas, con fuertes compromisos éticos, muy preocupadas por buscar soluciones a los problemas del mundo que las rodea y que quieren servir de referente para que niñas y jóvenes opten por el camino de la innovación, pero que exponen una queja, que también es común: la falta de medios y la excesiva burocracia que, en muchas ocasiones, dificulta su importante labor.
Elena García Armada
Investigadora del CSIC y fundadora de Marsi Bionics, su exoesqueleto pediátrico la hizo ganadora del Premio Popular del European Inventor Awards 2022. La idea partió de Daniela, una niña que había quedado tetrapléjica tras un accidente de tráfico, y al empuje de sus padres, que se acercaron al CSIC para plantear la posibilidad de aplicar la robótica para ayudar a su hija . «Nos pidieron ayuda y ahí es donde todo cambió. Descubrimos que los exoesqueletos de adultos por aquel entonces tenían muchas limitaciones y empezamos a trabajar en desarrollar el primer prototipo que se convertiría en el primer exoesqueleto pediátrico del mundo. Había una necesidad y teníamos la capacidad y el conocimiento para desarrollar comercialmente estos dispositivos y ponerlos al servicio de las familias que tienen hijos con alguna discapacidad. Hoy, podemos decir con orgullo que hemos creado un importante hito para España y para la robótica que representa una importante esperanza en el futuro», relata.
Aunque su vocación inicial fue el arte, ya que desde pequeña siempre ha sido muy creativa, finalmente, se decantó por las ciencias y la tecnología y, más concretamente, por la robótica. «Como dijo Ramón y Cajal “a la ciencia no van más que los artistas”. Y es que la robótica es una forma extraordinaria de solucionar problemas desde la creatividad», asegura. Elena García Armada destaca la enorme calidad de investigación en España, que se refleja en el hecho de que nuestros organismos públicos de investigación y universidades se encuentran en «el top 10» de la ciencia mundial. Sin embargo, tal y como afirma, hay contras. Y es que expone que si uno se pasea por un centro de investigación de nuestro país, puede encontrarse con laboratorios insuficientemente dotados para llevar a cabo una investigación competitiva, equipos de investigación mermados, contratos laborales temporales poco competitivos, y poca estabilidad en la carrera investigadora, «peros» que atribuye a más de una década de recortes presupuestarios en la I+D nacional. «La inversión en I+D en nuestro país debe duplicarse para que los esfuerzos de un colectivo de investigadores excelentes se materialicen en el progreso de nuestra sociedad», asevera tajante.
A las niñas y jóvenes les gustaría transmitir el mensaje que las mujeres que se dedican a Ciencia son normales, y que investigar es divertido, ya que «explota la curiosidad, descubrir, crear…. Y está al alcance de cualquiera», concluye.
Nuria Espallargas
Con tan solo 27 años, tras concluir su doctorado, hizo las maletas con destino a Noruega. Lo que, en principio, iba a ser una estancia corta, de dos o tres años, se ha convertido en un periodo de 16 años y, aunque asegura que la intención de todo expatriado en volver a su tierra, reconoce que, dadas sus circunstancias actuales, es complicado regresar a España («aunque siempre quieres volver», confiesa). El país nórdico le ha brindado grandes oportunidades. Licenciada en Químicas por la Universidad de Barcelona e Ingeniera de Materiales (titulación que se sacó en sus ratos libres), en 2009, obtuvo plaza como profesora en la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (NTNU) en el Departamento de Mecánica e Ingeniería Industrial, donde actualmente es catedrática. Ese mismo año obtuvo financiación para poder dirigir un proyecto de tesis y, junto con un estudiante de doctorado, comenzó a trabajar con un material basado en el Carburo de Silicio (SIC). El resultado de su investigación fue ThermaSic, un innovador recubrimiento cerámico por proyección térmica están diseñados para prolongar la vida útil de los componentes utilizados en varias aplicaciones industriales, ya que los protege mejor del desgaste y la exposición química. Este hallazgo le permitió fundar en 2014 la empresas Seram Coatings, de la que es directora Tecnológica para llevar su invento al plano industrial. Se trata de un material que también tiene aplicaciones fuera de atmósfera terrestre. Y es que empresa tiene un proyecto con la Agencia Espacial Europea (ESA), que probará cómo estos recubrimientos pueden resistir la abrasión a la arena de la Luna y Marte. Esta solución la hizo finalista, junto con el científico indonesio de materiales y profesor titular de universidad Fahmi Mubarok, en los European Inventor Award 2022 en la categoría «Pyme», un reconocimiento, del que apunta, la anima a continuar trabajando, ya que es la guinda del pastel de muchos años de trabajo y de esfuerzo y, además, le permite enseñar a las nuevas generaciones de que “si luchas por lo que crees, al final, obtienes una recompensa”.
Señala que siempre se sintió atraída por las matemáticas y por las ciencias («menos por la Biología», recuerda), se muestra encantada por su faceta de inventora. «A base de intentar comprender cómo funcionan las cosas, estás constantemente ensayando y tratando de mejorar las cosas, y eso es los que te lleva a tener una idea, y a inventar algo», expone. Aunque afirma que la carrera investigadora es internacional, que es lo que la llevó fuera de nuestras fronteras, sí que destaca que en España es complicado innovar e investigar, especialmente por los arduos procesos burocrático, aunque, matiza, no son exclusivos de España. «Lo mismo sucede en países grandes, como Francia, Alemania o Italia», aclara. Pese a ello, tiene muy buenas palabras para los investigadores españoles, entre los que hay mucho talento. «España es un país muy innovador, con un nivel muy bueno. Los investigadores y científicos españoles son muy apreciados en todo el mundo. Lo que sucede es que el sistema español de investigación hace difícil instrumentalizar esta la innovación. Aunque en España se ha mejorado muchísimo, aún nos queda mucho por hacer. Debemos ser mucho más flexibles en nuestro sistema de innovación», señala.
Celia Sánchez- Ramos
Es diploma en Óptica y licenciada en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid y doctora en Farmacia dentro del área de Medicina Preventiva y de Salud Pública y en Ciencias Visuales. Desde 1981, ha participado en más de 50 trabajos de investigación y es responsable de una treintena de inventos patentados, entre los que destaca una lente de contacto para ojos pseudofáquicos (sin cristalino tras una operación de cataratas) y/ o con un proceso de neurodegeneración. La invención consiste en aplicar un filtro amarillo sobre la una lente para proteger los ojos contra las longitudes de onda del espectro visible. «Empecé a investigar porque me pareció que la luz podía ser elemento muy agresivo, así que comencé a indagar en cómo le afectaba a los tejidos humanos, en este caso a los ojos», recuerda. Fueron dos compañeros extranjeros lo que la animaron a patentar su primer hallazgo, en un momento, además, en el que en la Universidad no había cultura de patentes. «Es muy importante patentar porque es la forma en la que los inventos puedan obtener financiación y llegar al mercado».
Actualmente, se comercializan cinco familias de patentes suyas, y continúa trabajado en proyectos, ahora de reconocimiento de individuos. «Siempre he querido dar respuesta a los problemas que se me plantean, porque esa es mi forma de ser, la de tratar de buscar siempre soluciones a todo. Es por eso que comencé a trabajar en este mundo, que me atrapó desde el primer momento». Sin embargo, no es un proceso ni mucho menos fácil, ya que, tal y como explica, se requiere analiza muy bien los resultados, y conocer en profundidad todo lo que se ha hecho hasta ese momento en ese campo, por lo que es necesario realizar una importante labor comparativa y de inferencia.
«La actividad inventora es muy complicada. Es un proceso que tiene su tiempo y su complejidad, pero es la manera más real de difundir la Ciencia. La innovación tiene que ser un valor muy importante en la sociedad, por lo que merece la pena el esfuerzo», indica. En 2006 constituyo su empresa, Alta Eficacia Tecnológica, para que la industria pueda fabricar los resultados de la investigación. Sin embargo, reitera los muchos obstáculos que encuentra a la hora de realizar su labor “Las oficinas de patentes funcionan muy bien, lo que nos frena es la Administración Pública que, en lo relativo a la Universidad, es muy garantista y mastodóntica. Nos frena la Ley 39/2015, de 1 de octubre, del Procedimiento Administrativo Común de las Administraciones Públicas. Y es que exige hacer una memoria de cada euro gastado, ya sea público o privado, porque también proviene de fundaciones. El tiempo que empleamos en realizar funciones de gestión, que es mucho, lo detraemos de nuestro trabajo de investigación. Por ese motivo, pedimos que la ley recoja una excepcionalidad en el caso de la investigación científica. Y es que si no hay búsqueda de conocimiento, no vamos a avanzar”, reivindica
Carmen Hijosa
Otro perfil de inventora es el de Carmen Hijosa. No es una innovadora al uso, ya que no proviene del ámbito universitario ni público. Su carácter rebelde, inconformista y emprendedor (con solo 19 años salió de España y se instaló en Irlanda y con 21 fundó su primera empresa), su creatividad, y sobre todo su preocupación por el mundo que nos rodea y una vocación de servicio hacia los demás, la ha llevó a patentar Piñatext y a crear su empresa Ananas Anam. Piñatext es el nombre comercial de un innovador material textil que se obtiene a partir de los desechos de las cosechas de las piñas, y cuya apariencia y textura es muy similar a la del cuero. Una alternativa sostenible a la piel y también al plástico que, además, contribuye a dinamizar la economía de los pequeños productores de piñas de Filipinas, que es de donde obtiene la materia prima.
Tras 15 años dirigiendo una empresa de fabricación de artículos de cuero de lujo, comenzó a trabajar como consultora textil del Banco Mundial. De esta manera, llegó a Filipinas para analizar, precisamente, la industria del cuero en el país asiático. Al comprobar el impacto social medioambiental de esta actividad y, después de trabajar con tejedoras, agricultores e investigadores «una luz se encendió en su cabeza», como ella misma dice, lo que la llevó a mezclar distintas fibras y a desarrollar Piñatext. Ya con su idea, regresó Londres, donde realizó un doctorado en textiles en Londres. Después, patentó su idea y creó su empresa en 2016. «Se trató de una experiencia muy personal para tratar de solucionar unas necesidades que había en ese momento». No obstante, no todo ha sido y camino de rosas. «Ha sido un proceso muy largo, difícil, lleno de baches, de continuas bajadas y subidas, porque empezar con una idea... hasta que lo materializas en un proyecto es muy complicado, y más en la década de los 90 cuando aún no se hablaba del concepto de sostenibilidad». Sin embargo, Carmen no cejó en su empeño (« si tienen conciencia de negocio y tienes claro que puedes hacer algo con ello, las puertas se te abren», asegura. Tuve suerte, pero también soy muy cabezota», manifiesta). Actualmente, y tras pasar gran parte de su vida en Irlanda e Inglaterra, ha regresado a España, más concretamente a Barcelona, donde inauguró en Canet de Mar una fábrica este mismo año. Confiesa que lo más difícil de todo el proceso es seguir adelante, tener fe en una misma. “Lo que pasa es que estaba convencida de que lo que estaba haciendo era muy importante («tengo que seguir por narices»), y al final las cosas salen”, aclara.
A día de hoy, cuenta con clientes en 80 países, entre ellos Nike, H&M, Hugo Boss, e incluso Inditex, compañía con la que ha comenzado a colaborar este año.
A las niñas les diría que si tienen pasión por algo, “continúen”. “Es muy importante tener fe en una misma, pero también los es que vean la parte ética, que las cosas se hacen por algo más grande que ellas mismas, y eso es el impacto que va a tener en el mundo. Si tienes una idea, no temas, ponla en claro, háblalo y escucha los consejos. Nunca tengas miedo a dar el paso”, aconseja.