Incertidumbre
La «economía de guerra» frena a Alemania, la locomotora europea
Pymes en peligro, llamadas al racionamiento energético y temor a la recesión en el gigante germano
El Ministro alemán Robert Habeck del partido verde Die Grüne dio cuenta la pasada semana de la vulnerabilidad de la economía alemana, y con ello, de la de Europa. «Somos parte enfrentada en la guerra económica», explicaba el jueves en el informativo de la televisión pública. La presentadora le preguntaba sobre la inflación, que el mes pasado alcanzaba cotas que nadie recuerda del el 7,3% y ha encarecido la vida del país, en parte, por los elevados precios de la energía.
Además, la inflación seguirá aumentando, aseguran expertos como Volker Wieland. «El precio que pagamos nosotros no es comparable al que paga Ucrania: ellos mueren, son desplazados y bombardeados», explicaba el ministro. «Vamos a empobrecernos y tendremos que ver cómo podemos repartir las deudas de forma justa en la sociedad y entre las generaciones», añadía.
Una parte de la «estrategia de guerra» radica en el nuevo proyecto alemán de independizarse del gas y el petróleo rusos. El canciller Olaf Scholz del partido socialdemócrata SPD se reunía el viernes con representantes de la industria alemana, que le trasladaban su preocupación por el impacto en la producción de un posible embargo energético a Rusia.
Una industria que ya se encuentra bajo una gran presión por la falta de componentes derivada de la interrupción de las cadenas de suministro debido a la pandemia y a la guerra en Ucrania. El instituto IFO asegura que el 80% de las empresas alemanas sufría estos problemas en marzo. La Asociación del Este de la Economía Alemana aseguraba en un comunicado que «no podemos sustituir el gas y el petróleo ruso a corto plazo» y que es por ello que la energía no se contempló en las sanciones. «Las consecuencias de una potencial parada del suministro de gas ruso serían muy graves para la economía alemana». Esta asociación no es la única que ha alertado en las últimas semanas de que se podrían perder cientos de miles e incluso millones de puestos de trabajo en el país.
Varios centros de estudios económicos han tratado de cuantificar las posibles pérdidas. Unos hablan de recesión de hasta seis puntos de la mayor economía europea. El DIW calculaba que la economía alemana había decrecido ya, pero que las consecuencias de la guerra aún no le estaban afectando directamente. El Instituto IMK alerta que se entraría en una recesión que reduciría el producto interior bruto de entre el 4% y el 6%. El director del IMK, Sebastian Dullien, se ha posicionado en contra de un embargo, pero a favor del fin de la dependencia energética de Rusia a largo plazo. Una interrupción abrupta «tendría consecuencias muy graves».
Con el gas que el ministro Habeck ha negociado con los Estados Unidos y con Catar solo se podría compensar un porcentaje mínimo el próximo invierno, ya que Alemania no dispone de la tecnología adecuada para recibir gas licuado en grandes cantidades. El presidente del gigante químico BASF, Martin Brudermüller, aseguraba al diario «Frankfurter Allgemeine Zeitung» que un parón del suministro supondría para el país «la mayor crisis desde la Segunda Guerra Mundial». Muchas pymes estarían en peligro. «¿Queremos ver cómo se destruye nuestra economía?», se cuestionaba sobre el embargo. Brudermüller cree que una independencia de la energía rusa no es posible en su país en menos de un lustro.
El director del Instituto para la Economía Alemana de Colonia, Michael Hüther, asegura que los modelos económicos presentados por varios institutos en las últimas semanas serían más que dudosos. «Dichos cálculos se basan en experiencias del pasado», explicaba. En el caso de un embargo total de energía rusa, la economía alemana se encontraría en un terreno inexplorado. En buena parte de la industria, el gas ruso no podría sustituirse por otros medios energéticos y vería comprometida su existencia.
El ministro de Economía Habeck activó el plan de emergencia para el suministro de gas el pasado miércoles, tras el anuncio de Moscú de que solo aceptaría rublos para pagar la energía. Dicho plan contempla la creación de un listado de preferencias a la hora de racionar el gas en caso de no ser suficiente, con el consumo privado y las instalaciones de la estructura crítica del país en primer lugar. El canciller Scholz se ha mostrado en contra de pagar en rublos y está por ver cuánto durará el tira y afloja con Moscú. El destino a corto plazo de Alemania, de su industria y de la UE se decidirá en los próximos días.
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