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Wimbledon

Nadal explica por qué no hizo caso a su padre y siguió jugando en Wimbledon

Una de las imágenes que dejó el partido de cuartos de Rafa contra Fritz fue la de Sebastián diciendo a su hijo que lo dejara

Nadal y Fritz se saludan después del partido de cuartos de final que jugaron en Wimbledon Kirsty WigglesworthAP

Sufría el padre por el hijo, Sabastià por Rafael. Los gestos eran claros: “Pírate; déjalo”. Cuando el tenista balear estaba pasándolo mal en la pista por su lesión en el abdomen, su progenitor le invitó a que hiciera lo lógico, en una de las imágenes del partido, pero él, que ya no es un adolescente, sacó el espíritu rebelde y después de darse un tiempo con el fisio decidió que no, que tenía que seguir. Y lo hizo y ganó a Taylor Fritz en los cuartos de final de Wimbledon.

Después, el zurdo explicó los motivos por los que no había hecho caso a las proposiciones no ya sólo de su padre, también de su palco. “Era duro retirarme en mitad del partido. La idea me pasó por la cabeza durante un buen rato, lo he hecho en algunas ocasiones y es algo que odio”, confesó Nadal. “No es fácil retirarse de Wimbledon en cuartos, me ha llevado mucho esfuerzo venir a jugar aquí. Y también me sentía muy bien jugando. No es fácil dejar Wimbledon. Quería terminar sin importar lo que pasara. Estoy orgulloso de mi espíritu y de la forma en la que he sido competitivo en estas condiciones duras”, continuó.

La escena recordó mucho a los cuartos de final de 2011 de Australia, cuando Rafa se enfrentaba a David Ferrer y notó algo en la pierna y tuvo una conversación con su fisio. “Me he hecho una rotura de fibras seguro, seguro”, gritó el jugador. Y su entrenador le respondió: “Retírate”. Y Nadal dijo: “Toni, son cuartos de Australia, no me retiro ni cagando”. Así de gráfico fue.

En aquella ocasión no pudo con David Ferrer, que le superó por 6-4, 6-2 y 6-3. Esta vez sí encontró la manera de seguir compitiendo ante Fritz, para terminar derribándolo y contradiciendo muchas de las teorías del tenis, sobre todo hoy en día, donde el servicio es fundamental para llevar la iniciativa por las velocidades a las que se juega. “Ganar a Fritz sin saque es que he tenido que haber hecho cosas bien”, opinó el manacorense. “El problema es que si me pongo a jugar por debajo no tengo ningún dolor. Ni molestias. He pasado dos horas muy malas, desde que me he hecho daño en el 3-1 del primer set, hasta que he encontrado la manera de sacar en la que interviniera menos el abdominal. Aunque sacara flojo me dolía y me quedaba dolorido para los siguientes golpes, me daba un latigazo”, desveló el ganador de 22 Grand Slams.

“Buena parte del cuarto set y al final, aun sacando flojo no sentía ese latigazo tan grande. Y aunque no no sacara beneficios del servicio, no me perjudicaba para los siguientes golpes”, continuó Rafa. Se vio cómo los servicios bajaban de velocidad, aunque una vez el punto se ponía en juego su movilidad era más o menos normal, sobre todo pasados los primeros instantes en los que su mente se debatía en si tenía que retirarse o no.

Ahora falta saber qué tiene exactamente en la zona abdominal. Se hará pruebas a lo largo del jueves. “No sé lo que tengo. Algo no está bien”, dijo después del partido, e incluso dejó en el aire su participación en las semifinales contra Kyrgios. “No tengo una decisión de qué pasará. Hay que comprobar todo y después escuchar a las personas que saben. Algo más importante que ganar Wimbledon es la salud”, concluyó.

Por su parte, Taylor Fritz aseguró que no pensaba que Nadal estuviera exagerando su lesión. “No, no creo que haya fingido una lesión. Su servicio perdió velocidad, como unos 20 kilómetros por hora. No haría eso porque sí”, dijo el estadounidense. Desde la línea de fondo, en el tercer, cuarto y quinto sets, estaba normal. Se movía muy bien, defendiéndose fantásticamente. Estaba rompiendo la pelota desde las esquinas y corriendo de lado a lado. Estoy seguro de que ha jugado con muchísimo dolor. Todos los que llegan lejos en los torneos tienen que jugar con algún tipo de molestia”, añadió. “Creo que al principio, cuando empezó a sentir el problema, no sabía cómo de malo era. Eso quizás explica su movimiento durante un par de juegos. No era tan explosivo. No sé si se tomó unos antiinflamatorios o algo. Cuando se acostumbró a la lesión, vio que le iba a afectar sobre todo con el servicio y que tendría que echar el resto en el fondo”, finalizó, dando un ejemplo de deportividad. Después reconoció que había sido la derrota más dolorosa de su carrera. “Después del partido quería llorar, y nunca me ha pasado eso”, reconoció.