Tenis

Davidovich domina, perdona, sufre y revive ante Dimitrov para meterse en la final de Montecarlo

El español desperdició un saque en el segundo set para ganar el partido y cuando parecía hundido, recuperó el plan y venció por 6-4, 6-7 (2/7) y 6-3. Tsitsipas, último rival

Alejandro Davidovich celebra su triunfo en las semifinales de Montecarlo ante Dimitrov
Alejandro Davidovich celebra su triunfo en las semifinales de Montecarlo ante DimitrovDaniel ColeAgencia AP

Rafa Nadal suele decir que quien no se ponga nervioso para cerrar un partido es que le da igual la profesión a la que se dedica, el tenis. A Alejandro Davidovich no le da igual el tenis. Estaba ante la gran oportunidad de meterse en una final de un torneo ATP; además, un Masters 1.000, las citas que están un nivel por debajo de los Grand Slams. Tenía su saque para doblegar a Grigor Dimitrov, al que tenía desesperadito. Pero en ese juego todo fue diferente, le entró la precipitación al malagueño, lo cedió y eso parecía condenarlo. Pero en un tercer parcial heroico revivió cuando todo apuntaba a lo peor al sacar adelante un juego de 14 minutos y se llevó la gran victoria de su vida por 6-4, 6-7 (2/7) y 6-3. Tsitsipas (verdugo de Zverev por 6-4 y 6-2) le esperan en la final. Es el defensor del título.

Era la primera semifinal de Masters 1.000 de Alejandro Davidovich y hasta ese momento concreto de poder cerrar el duelo lo estaba afrontando con una calma notable ante un rival experimentado como Dimitrov. El búlgaro está a punto de cumplir 31 años y ha tenido una carrera de altibajos. Su comienzo prometedor, cuando le comparaban por Federer por el innegable parecido en la forma de jugar, de preparar y ejecutar los golpes, dio paso a años de desconexión y otros en los que ha sacado a relucir todo el talento que tiene, para llevarle, por ejemplo, a ser campeón de la Copa de Maestros y del Masters 1.000 de Cincinnati en 2017, que fue su gran temporada.

Ahora está en uno de esos momentos de subidón, pero el tenista español tenía muy claro cuál era el plan: buscar el revés de Dimitrov, tirarle por ahí todas las bolas posibles hasta que se equivocara o hasta que dejara una corta para poder entrar y buscar hacer más daño ya por cualquier lado de la pista. Había un agujero negro. Pelotas altas a esa zona y paciencia, para conseguir un break rápido que logró mantener durante todo el primer set. Tuvo que salvar un par de 0-30 en dos juegos Davidovich, pero tampoco ahí tembló, haciendo daño con el saque con efecto y con su plan, buscando de forma precisa los cambios a los tiros paralelos en el momento adecuado. Dimitrov intentaba poner más, pero no le daba.

Ni siquiera se despegó cuando en el comienzo del segundo parcial llegó la ruptura del búlgaro. Se puso 2-0 y parecía que con el resultado a favor podía dominar, pero inmediatamente recuperó el break el español y todo volvió a lo de antes. Sabía el camino Davidovich y lo repitió hasta la desesperación de su rival. Ya Dimitrov aceleraba cuando no tocaba, regalaba hasta reveses cortados cómodos... No estaba nada cómodo y el tenista malagueño no tardó en volver a tomar ventaja y confirmarla con un juego en blanco. Estaba ante su gran oportunidad: 5-4 y saque para cerrar el partido. Y cuando tuvo que mirar a la cara a la victoria por primera vez, tembló. En el fondo es normal. Ni es la primera vez que ha pasado en el deporte ni será la última. Regaló un par de puntos claros, se olvidó de lo que le había estado funcionando, y cedió la ventaja. El disgusto le duró un rato y disputó un mal tie break que llevó el encuentro al tercer set.

Davidovich se fue al vestuario para tomarse un respiro y el regreso no le trajo nada bueno. Otro break en contra. Dimitrov estaba con 0-2 en el parcial. Le faltaba dar la puntilla. Se resistió el español en un juego que duró 14 minutos y en el que mostró el descaro (¿inconsciencia?) que tiene. Una de las pelotas de break la salvó con un servicio por abajo que no gustó a parte del público. Se llevó un punto en el que Dimitrov acabó por los suelos. Aguantó el español y después pidió al fisio para que le diera una crema en la zona de los abductores. El búlgaro parecía lanzado, pero Davidovich supo poner cabeza en ese momento. Ya había recuperado la rotura y volvió al plan, a los tiros largos a la zona de revés para descolocar a su rival. Le había salido bien y le volvió a funcionar. Ganó cinco juegos seguidos con algunos puntos fantásticos, ganadores con la derecha paralela o dejadas. Otra vez tenía el triunfo ahí al lado, pero en esta ocasión sí supo cómo gestionarlo, pese a que su oponente se lo puso difícil. Qué mejor manera de cerrar una jornada así que con un saque directo.