Kiko Casilla, a los 13 años, dudaba entre el voleibol y el fútbol, y en Tarragona le convencieron de su valía. Hoy juega su séptimo partido consecutivo con el Real Madrid.

«¿Kiko?», le preguntó Antolín San Juan –entonces coordinador jefe de las categorías inferiores del Nástic– al chico de 13 años que, junto a sus padres, esperaba en la puerta de su despacho. Se levantó, les saludó y no dio rodeos: «No te he visto jugar, pero tienes que ser un gran portero», le dijo al chaval de 1,83, que se debatía entre ser jugador de voleibol, como lo era su hermano en Soria y en la Selección, o seguir siendo portero, puesto que ocupaba en el equipo de Alcover, su pueblo. Un centro de alto rendimiento se había interesado en él, para perfeccionar su juego de voleibol, y los padres veían muchas dificultades en llevar a su hijo a entrenar tres veces por semana de Alcover a Tarragona. Albert Melendo, directivo del club, puso dinero para pagarle el taxi los días que, por su trabajo, el padre de Kiko no podía llevarlo. Antolín se esforzó mucho para que sus padres y Kiko se decidieran. Y los convenció, claro. «No nos va a durar tres meses», le confesó después Antolín al padre de Kiko. Y fue más o menos así. A los tres meses, más o menos, llegó el Real Madrid de la mano de Manolo Romero. En una peña madridista le dijeron que el portero cadete del Nástic era un portento. Romero lo vio, avisó a Paco de Gracia y convencieron al adolescente y a sus padres de que vieran las instalaciones del Madrid en la capital. Y se marchó.

Hoy Kiko Casilla va a jugar su séptimo partido consecutivo como titular en el Real Madrid, cumpliendo el sueño que tenía con 13 años y al que ha ido dando rodeos más o menos largos. Sin la fama de otros porteros, fue ascendiendo en las categorías inferiores blancas, pero al llegar al primer equipo se encontró sin hueco. Se marchó al Espanyol, al Cádiz, al Cartagena, otra vez al Espanyol y la temporada pasada lo fichó el Madrid, dejándole claro que iba a ser o el segundo de Keylor Navas o el segundo de De Gea. Lo admitió sin problemas y con una profesionalidad admirable, a la espera de lo que está sucediendo ahora: que una baja del portero titular le diese la oportunidad. Y está demostrando su valía: contra el Espanyol, al principio del partido, salvó un mano a mano contra Baptistao, que podía haber complicado mucho el partido.

«Es un portero que quiere entrenar siempre y aprende de Keylor. Tienen buen rollo entre ellos y eso ayuda a progresar. Me gusta que no tiene miedo: si ha de jugar con los pies lo hace y si ha de salir de la portería lo hace. Tiene la confianza de sus compañeros y del entrenador», aseguró ayer Zidane. Cuando tenía 13 años ya imponía. «Algunos compañeros o rivales le llegaban al ombligo», recuerda Antolín San Juan. Pero no era sólo la corpulencia o el físico: eran las maneras y sus ganas de mejorar lo que hacían de él una certeza de futuro. «Le decíamos que tenía que mandar más en las salidas, imponerse», continúa Antolín. Le pedían que gritara. Lo hizo y «asustaba a los delanteros. No se atrevían contra él».

El Madrid, que ha comprendido que los partidos se ganan cerrando la portería, sólo ha recibido ocho remates a puerta en Liga. Cinco los ha parado Casilla y tres, contra Osasuna y Celta, han sido goles. Le hizo otro el Sporting y dos el Sevilla en la Supercopa. Pero más que los números, es la tranquilidad con la que se ha desenvuelto lo que más ha llamado la atención. Parece controlarlo todo, sale bien por alto y tiene un más que aceptable manejo del balón con el pie. Cuando el Madrid lo fichó, de cadete, uno de los ojeadores aseguró: «Si no sacamos un buen portero de este chico, no valemos para nada».

Real Madrid: Casilla; Danilo, Varane, Sergio Ramos, Marcelo; Kroos, Isco, Kovacic; Bale, Ronaldo y Benzema.Villarreal: Asenjo; Rukavina, Álvaro González, Víctor Ruiz, José Ángel; Bruno, N’Diayé, Dos Santos, Cheryshev, Pato; Santos Borré o Sansone.

Árbitro: González-González (castellano-leonés).