Desafíos imposibles
LeBron, Just Fontaine, Phelps, Nadal, Mike Powell y otras plusmarcas (casi) imbatibles
Algunos registros del mundo del deporte, por su descomunal magnitud, sobrevivirán a sus autores
En vísperas de los Mundiales, casi ningún periodista se acuerda de llamar a Just Fontaine, que será nonagenario en agosto y que, según todas las previsiones, llegará al final de su larga vida sin que nadie se haya acercado a su récord goleador en una sola edición mundialista. Trece goles metió en Suecia 58 el delantero del Stade Reims, los mismos que Leo Messi en los cinco Mundiales que ha disputado, una marca a la que desde entonces sólo se acercó el alemán Gerd «Torpedo» en 1974. El brasileño Ronaldo Nazario y su compatriota Kylian Mbappé, dos de los últimos extraterrestres que han pisado un campo de fútbol, ganaron la Bota de Oro en 2002 y 2022 con ocho dianas.
El formato del Mundial de 1958, a mayor mérito de Fontaine, preveía un máximo de seis partidos frente a los siete de la actualidad, por lo que el delantero nacido en Marrakech promedió más de dos goles por encuentro, una marca asombrosa: le hizo un triplete a Paraguay, un doblete a Yugoslavia y un gol a Escocia en la fase de grupos; despachó con dos goles a Irlanda del Norte en cuartos, metió otro en la semifinal perdida contra el Brasil de Pelé y remató con otro hat-trick a Alemania en el duelo por el bronce. En la Eurocopa de 1960, marcó ocho goles en los cuatro partidos que jugó.
Aunque los récords de Florence Grifftih en velocidad y los de los lanzadores de Europa del Este datan de los años ochenta, las sospechas clamorosas de dopaje que pesan sobre ellos aconsejan su desconsideración. Va, sin embargo, para los 32 años de vigencia la plusmarca de salto de longitud que fijó Mike Powell en Tokio en agosto de 1991. En aquel concurso legendario, el saltador de Philadelphia se fue hasta los 8,95, cinco centímetros mejor que Bob Beamon en México’68 y ocho por encima de Carl Lewis, el hombre que persiguió durante toda su carrera aquel anonadante 8,90. Es probable que el atleta que que bata esta marca aún no haya nacido. En el siglo XXI, quien más se ha acercado es Dwigth Phillips con 8,74, a un palmo de distancia, y el último oro olímpico lo ganó el griego Miltiadis Tentoglu con medio metro menos (8,41).
Esos Juegos de Tokio fueron los primeros que se celebraron sin público y también sin Michael Phelps, el más laureado atleta olímpico de todos los tiempos. El Tiburón de Baltimore acumuló entre Atenas 2004 y Río de Janeiro 2016 la friolera de 28 medallas olímpicas, veintitrés de oro, tres de plata y dos de bronce. Otro nadador estadounidense, Caleb Dressel, debutó en Tokio con media docena de oros pero, a ese ritmo, debería prolongar su carrera hasta 2016, cuando ya sea cuarentón. A la plusmarca de Phelps no se acerca nadie: su inmediata perseguidora, la gimnasta soviética Larisa Latynina, tiene diez medallas olímpicas menos, 18, la mitad de ellas de oro. Los 14 Roland Garros de Rafa Nadal le incluyen en el capítulo de mitos inalcanzables.
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