Rojo
Hierro, «adiós y gracias»
Se despide de la Federación y renuncia a continuar en su antiguo cargo de director deportivo. Tenía dos años más de contrato, pero no se siente parte del proyecto.
Se despide de la Federación y renuncia a continuar en su antiguo cargo de director deportivo. Tenía dos años más de contrato, pero no se siente parte del proyecto.
La Federación no se planteaba que continuara como seleccionador y Fernando Hierro no quería continuar como director deportivo y el adiós se hizo efectivo a través de un comunicado en la página web de la selección. «Después de muchos kilómetros caminando juntos, la Real Federación Española de Fútbol y Fernando Hierro ponen fin a su relación una vez finalizada la participación de España en el Mundial de Rusia. El último seleccionador español declina regresar a su anterior cargo como director deportivo de la RFEF para buscar nuevos horizontes y emprender nuevos retos profesionales», dice el texto difundido por la Federación.
En realidad, el desencuentro había surgido mucho antes, cuando Vicente Casado dejó de ser el director de márketing de la Federación al ser despedido por la nueva junta directiva. Fernando meditaba ya abandonar la Federación y, si necesitaba algo más, el despido de Julen Lopetegui terminó de convencerlo. Hierro aceptó una responsabilidad que no le correspondía y se marchó del Mundial sin un reproche, defendiendo a los jugadores y asumiendo unas culpas que tampoco le pertenecían. Fernando tuvo que apagar un fuego que él no había encendido. La Federación también valora ese acto en su comunicado. «La RFEF quiere agradecer a Fernando Hierro su compromiso y sentido de la responsabilidad al ponerse al frente del combinado nacional en unas situaciones extraordinarias así como en el desempeño de todas sus funciones en la que siempre será su casa», dice. Hierro confiaba en Lopetegui, el hombre que había dirigido la selección durante los dos últimos años sin derrotas, pero asumió el cargo como un acto de responsabilidad. Tenía ya el respeto de varios de los jugadores más importantes de la selección, especialmente de su capitán, Sergio Ramos, que defendió su continuidad tras la salida del Mundial. «No soy partidario de los cambios», decía el capitán. Pero Hierro ya había decidido marcharse y sus palabras en el estadio Luzhniki sonaban a despedida. «Ha sido un honor entrenar a estos jugadores», asumía. Con su marcha renuncia a los dos años de contrato que tenía firmados como director deportivo. Hierro entiende que su proyecto ha terminado. «Si tomé la decisión de ser el seleccionador fue por responsabilidad y lo hice con todas las consecuencias. Me considero responsable, no ventajista. Acepté por responsabilidad y con esa responsabilidad tengo que morir», decía después de la eliminación de España. Y con el deber cumplido, se va. No quiere formar parte de un proyecto del que no se siente parte. Después de trabajar desde su regreso a la Federación con Casado y con la ex directora general, Esther Gascón, y de aprobar la renovación de Lopetegui, ya no queda nadie de su equipo en la casa. Sólo Esther Gascón continúa en la casa, pero alejada de la toma de decisiones. Hierro regresó a la Federación bajo el mando de Juan Luis Larrea y consideraba que ése era su equipo, el que hubiera dado continuidad a su labor. Con la llegada de Rubiales nada fue lo mismo para él. La Federación, ahora, debe decidir si, además de un seleccionador, busca también un director deportivo. Durante el Mundial se buscó uno provisional en la figura de Carlos Marchena, pero tiene contrato con el Sevilla, que lo ha fichado para esta temporada. El cargo no había existido nunca hasta que se lo inventó Fernando Hierro. Llegó en 2007 y su primera gran decisión fue el fichaje de Vicente del Bosque como seleccionador. Se marchó en 2011 y regresó en noviembre del año pasado a una Federación muy distinta a la que ahora lo ve marchar. Entre medias, sus funciones desaparecieron. Nadie ocupó su puesto con la absoluta, aunque Ginés Meléndez se encargaba de coordinar las categorías inferiores.
El trabajo principal ahora de la Federación es encontrar un seleccionador. Hoy celebra la junta directiva y la idea del presidente es encontrar un sustituto para Hierro lo antes posible. Rubiales sigue convencido de que hizo lo que debía hacer porque se trataba de mandar un mensaje de firmeza y de creencia en los valores a todos los empleados de la Federación, no sólo a la selección. El presidente es consciente de que España necesita una renovación, dar un paso más para añadir profundidad a la posesión. Eso no significa cambiar el estilo que ha caracterizado a España. La posesión es la marca, pero hay que darle sentido. Y para eso hay que encontrar un nombre.
Ya fue complicado encontrar uno después de la retirada de Vicente del Bosque y se acabó encontrando el heredero en un hombre de la casa que conocía a muchos de los jugadores en disposición de representar a España en los años siguientes y que estaba en el paro. Julen Lopetegui había sido despedido del Oporto a mitad de temporada y estaba cerca de firmar con el Wolverhampton, de la segunda categoría del fútbol inglés. Pero ahora no hay un perfil parecido en disposición de tomar el mando de la selección.
El nuevo seleccionador deberá afrontar ya partidos importantes desde la primera convocatoria. En septiembre, España se estrena en la Liga de las Naciones, un nuevo torneo creado por la UEFA para reducir el número de amistosos intrascendentes, y los rivales serán Inglaterra, en Wembley, y Croacia, en Elche. Dos semifinalistas del Mundial para empezar a pelear por la primera plaza de acceso a la Eurocopa de 2020. En 2019 España ya deberá afrontar la tradicional fase de clasificación.
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