Fútbol
Un clásico colosal y dos gigantes
Madrid y Barcelona llegan lanzados al Bernabéu. Las ocho victorias seguidas blancas amenazan la imbatibilidad azulgrana. Cristiano suma 15 de los 30 goles de los de Ancelotti en Liga. Messi está a dos de superar a Zarra como mejor goleador histórico del torneo
«No es un enfrentamiento entre Cristiano y Messi, se trata del Real Madrid frente al Barcelona», decía Ronaldo en la puerta del vestuario visitante de Anfield. Tiene razón el portugués, pero él y el argentino son dos futbolistas tan grandes y determinantes que no es posible analizar el clásico sin empezar por ellos. Cristiano amenaza la imbatibilidad de Claudio Bravo en Liga y lo hace con 15 goles en 7 partidos, exactamente la mitad de los 30 que acumula el Real Madrid. Los blancos tropezaron dos veces seguidas en el comienzo del torneo, aunque ahora cuentan ocho victorias consecutivas, con goleadas y exhibiciones como la del pasado miércoles en «Champions». En un escenario mítico, el Madrid se puso el esmoquin y tocó el balón como hacía mucho tiempo que no mostraba para asombro de la respetuosa afición «red». Hubo aplausos para todos y la confirmación de que Ancelotti parece haber vuelto a acertar en su eterno camino hacia la reconstrucción. Muchos temían que nada sería igual sin Di María y Xabi Alonso, dos grandes jugadores a los que nadie ha echado de menos desde que James e Isco han pasado de ser mediapuntas a centrocampistas fiables con y sin el balón.
A pesar de que Ancelotti anunció alguna posible sorpresa que le ronda la cabeza, los dos compondrán el centro del campo junto a Kroos y Modric, en teoría las piezas más defensivas en el medio. Ninguno es un estajanovista y los dos pasarán un examen de fiabilidad ante el Barcelona. Quizá porque en el esquema no aparece un «stopper» puro, será un Madrid dispuesto a discutirle la pelota al Barcelona más que en ninguna otra ocasión últimamente. Con Isco de cuarto centrocampista en lugar del lesionado Bale, es un bloque más combinativo, que se siente más cómodo proponiendo y marcando el ritmo.
Tanto en el juego de posesión como en el de contragolpe, Cristiano es el hombre gol del Madrid, el líder y la máxima estrella. Casi nunca hubo discusión, pero menos ahora que está en la mejor época de su carrera deportiva. «Siempre está en el mejor momento», afirma Arbeloa de su compañero, que ha marcado en 15 de sus últimos 16 partidos de Liga. Sólo se quedó en blanco el curso pasado ante el Valladolid, pero la estadística tiene truco, ya que en Zorrilla se lesionó nada más comenzar el choque y sólo estuvo ocho minutos sobre el campo. La racha comenzó el 2 de marzo con el gol que empataba a dos el derbi madrileño en el Calderón y desde entonces ha marcado siempre que ha jugado en la Liga.
Después de batir el récord de goles en la «Champions» el curso pasado, ha firmado su mejor arranque goleador con el Madrid y se encuentra a una diana de superar a Raúl como mejor anotador de la máxima competición continental. «Con él empiezas ganando uno a cero, y más de lo que está haciendo no puede hacer. Es un ejemplo de motivación», alaba Ancelotti a su estrella, que el próximo mes recibirá la Bota de Oro que compartió con Luis Suárez la temporada anterior.
El Madrid es más que convincente como bloque, pero al frente está Cristiano, dispuesto hoy a marcar su quinto gol al Barcelona en el Bernabéu, porque de los 13 que ha cantado ante los azulgrana, cuatro han sido en Chamartín. Un estadio que hoy centrará, a partir de las seis, miradas desde todos los rincones del planeta para ver al Real Madrid contra el Barça y también a Cristiano contra Messi.
Porque aunque ellos no quieran, su presencia en el césped nubla lo demás. Están protagonizando una rivalidad histórica y a cada exhibición de uno, responde el otro. Si Ronaldo está en el mejor momento de su carrera, Messi está en su versión 3.0. Comenzó como extremo derecho con Rijkaard, para pasar a ser falso delantero con Guardiola y ahora es prácticamente un centrocampista más. Siempre retrasó su posición para juntarse con los medios cuando se sentía acorralado, pero ahora lo hace de forma exagerada para dirigir desde ahí y finalizar cuando puede. Su amenaza actual es doble: por los goles que sigue marcando y por las asistencias a sus compañeros. Lleva siete de uno y siete de otras en la Liga. Curiosamente, ahora que es un jugador más generoso está a punto de batir un récord de goles, ni más ni menos que los 251 que Zarra logró en sus 15 temporadas en Primera. Lleva 250 y está a dos de superarlo. Que lo haga en el Bernabéu añade un componente de morbo, debates absurdos aparte sobre si se le debe homenajear o no. En pocos campos se siente tan a gusto Messi como en el del eterno rival, aunque allí las haya visto de todos los colores. El Leo anterior a los Balones de Oro fue titular en la derrota por 4-1 el día del pasillo, y, después, en su época de esplendor, protagonista del 2-6. El año pasado, en plena depresión, vivió allí su último gran encuentro, con tres goles, el pase del cuarto y también el que dio lugar al penalti a Neymar. Fue de los pocos encuentros grandes en los que se le vio, tras permanecer invisible en muchos otros como la final de Copa o los duelos con el Atlético. El Bernabéu es el estadio en el que más goles ha marcado, 12 (ocho en Liga, dos en la «Champions» y dos en la Supercopa) y el Madrid, su rival preferido (21 tantos), también al que más veces se ha enfrentado. Además, la sociedad de Leo con Neymar está siendo temible y a ellos podría unirse Luis Suárez, otro de los nombres de la jornada, un león enjaulado tras cuatro meses sin jugar. Hoy lo hará, aunque no se sabe si desde el comienzo o unos minutos en la segunda parte. Con ese misterio juega Luis Enrique.
Aparte del récord de Messi, Bravo aspira a seguir con la puerta a cero. En ocho jornadas nadie le ha marcado, en parte por la labor del grupo, en parte por sus paradas y en parte por la suerte, porque ha recibido algunos tiros a los palos. «Los récords pasan a un segundo plano, importa la victoria», piensa Luis Enrique.