Lo importante es participar
Frederik Hviid, la historia de un vikingo que nadó hasta Canarias
El estilista grancanario de origen escandinavo y campeón de Europa, rozó las finales olímpicas en los Juegos de Atlanta y Sídney
Nadie debe dejarse engañar por el nombre o el aspecto porque Frederik Hviid, el musculoso rubicundo con la cabeza rapada, es más canario que las papas con mojo. Es mucho más español, fíjense, que el yanqui Martin –sin tilde– López Zubero, natural de Jacksonville y formado en la Universidad de Florida o que, por supuesto, la rusa nacionalizada Nina Zhivanevskaya, dos glorias de la natación patria en los años noventa. Hijo de la emigración escandinava a Gran Canaria y puro producto de la cantera del Club Metropole de Las Palmas, Hviid rozó en Atlanta 96 y Sídney 2000 las finales olímpicas de los 400 estilos, la prueba en la que fue campeón de Europa.
Frederik Hviid, que todavía hoy compite con éxito en veteranos –es campeón del mundo master de 800 libres–, emigró a Estados Unidos para entrenar en la Universidad de Maryland, una vez que vio que el territorio nacional se le quedaba pequeño y se reveló en los Juegos de Atlanta cuando, muy joven, rozó la final de los 400 estilos y ganó la final B a pesar de las deficiencias técnicas que presentaba en las dos primeras postas. Fondista de formación, también participó en los 1.500 metros libres con una discreta vigesimoprimera plaza, el grancanario tenía un gran margen de mejora en espalda y braza.
La temporada 1997 fue la de su definitiva consagración internacional, pues empezó la olimpiada con una plata en el Europeo de Sevilla –sólo lo batió su gran rival continental, el neerlandés Marcel Wouda–, que se convirtió en oro en Estambul 99, donde estableció un fabuloso récord de España (4:17.16) y relegó a Wouda, vigente campeón mundial, al tercer escalón de un podio al que no se subió el italiano Boggiato, que ganaría el siguiente Campeonato del Mundo. Con estas credenciales, y la marca de los inscritos, se presentó Frederik Hviid en Homebush Bay, donde se ubicaba el Centro Acuático de Sídney 2000.
«Me falló el coco», acertó a explicar el nadador español cuando salió de la piscina con el decimoquinto tiempo de las series, muy lejos de las ocho plazas de finalista. Hviid nadó en la última serie, sabiendo que le bastaba hacer 4:18 para competir por las medallas. Un tiempo a su alcance incluso cuando se vio detrás al terminar la espalda. Le habría bastado con regular y acelerar en las dos últimas postas, que eran su fuerte, pero se cebó en la braza para intentar dar alcance a Boggiatto y en ese segundo hectómetro quemó demasiadas energías.
Fue, en efecto, un problema mental, ya que su estado de forma era óptimo, como demostró cinco días más tarde en las series de los 1.500 libres. En una prueba para la que ya no entrenaba específicamente, el nadador grancanario pulverizó el récord de España. Lo fijó en un espléndido 15:14.37 que estuvo vigente casi un decenio. Quedará un resquemor, ya que una mejora de ese calibre de su marca de referencia en los 400 estilos lo habría podido subir al podio. En cualquier caso, sus rivales europeos tampoco consiguieron brillar, pues sólo dos nadaron la final –Boggiatto y el rumano Cezar Badita– y ninguno se subió a un podio copado por los norteamericanos: ganó el estadounidense Tom Dolan, su compatriota Erik Vendt fue plata y el canadiense Curtis Myden se colgó el bronce.