Entrevista
Damián Quintero se reinventa en busca del oro en el Mundial de kárate: más contundencia, más kilos y en plan disfrutón
Leyenda del kárate, con 39 años va a por el oro que le falta en kata con cambios en la preparación y en la mentalidad. Su deporte se cayó del programa olímpico y lamenta: "Las nuevas generaciones tendrán que volver a lo de estudiar o trabajar y competir"
La primera vez que Damián Quintero fue a apuntarse a kárate, cuando tenía cinco años, el entrenador, Lorenzo Marín, le dijo que no, que volviera al curso siguiente, que era demasiado pequeñito y escuálido. Todavía se ríen recordando ese momento cuando Damián baja a Málaga y quedan para tomar una caña. Él hizo caso: regresó un año después y ya sí pudo empezar a practicar un deporte en el que se ha convertido en una leyenda, que apura su carrera a los 39 años y llega al Mundial de Budapest (el martes 24 de octubre son las eliminatorias y el sábado 28, la lucha por los metales) con la ilusión de ganar un oro que le falta (tiene 3 platas individuales, más otra en los Juegos Olímpicos de Tokio, más siete oros Europeos y cinco platas... Y así hasta superar las cien medallas, no es exagerado lo de leyenda).
Poco queda ya de ese chico pequeñín, por supuesto, no hay más que verle, y ahora, quizá, todavía menos porque si el deportista está en continua transformación o evolución, para este Mundial estamos ante una nueva actualización de Damián. José Alburquerque es su entrenador desde septiembre de 2022 y Antonio Expósito, su preparador físico. “Ha habido cambios y ha sido muy bueno porque al final también me he limpiado mentalmente, aunque tenía un entrenador estupendo [Jesús del Moral se retiró]. He ganado musculatura, he limpiado aspectos técnicos que antes no podía, y me veo en forma. Cuando competí en los Juegos, estaba como en 74 o 75 kilos y ahora estoy como en 77 o 78 y los resultados del año ahí están, los grandes objetivos que eran Europeo y Juegos Europeos han sido oro. Sin yo buscarlo, el preparador físico ha sido el que me ha hecho ir ahí. Y la transferencia la hemos hecho bien con el preparador de kárate: a lo mejor antes estaba más veloz, pero ahora los katas se ven más contundentes”, asegura poco antes de partir a Budapest.
"Voy con una mentalidad más fresca, más disfrutón... Salud mental real"
Los cambios no son sólo físicos, también mentales. Después de tocar el cielo con la plata en los Juegos de Tokio, la de 2022 fue una temporada extraña y en 2023 su forma de afrontar el gran reto es más liberado. “Voy tranquilo, la verdad, sin ninguna obsesión por el oro, todo lo contrario. Estoy un poco con esa mentalidad ahora de salir, disfrutar, sin esa obsesión de tengo que clasificarme para los Juegos, esto, lo otro... Una mentalidad más fresca, más disfrutón, no de estar pendiente del resultado... Salud mental real”, explica. Eso se lo da la experiencia de la edad. Lo que le quita es que “el cuerpo no es el mismo que el cuerpillo de cuando tienes 25, que te tiras horas y horas entrenando y las recuperas más rápido”. “Ahora tengo que cuidar más el tema de las lesiones y hay que meter algún descanso más, alguna tarde más libre, pero lo gestionamos según me voy encontrando, cuenta.
Con esa actitud y ese cambio físico luchará para que los katas le salgan de dentro. “Cuando somos jóvenes somos más robots, te dedicas más a ver la velocidad, a pegar fuerte, a pulir técnicamente, pero llega un momento en el que sale el sentimiento, cuando pones en línea hacerlo con cabeza, con espíritu y con corazón. El cuerpo transfiere, sale de dentro, y eso hace que a los jueces se les ponga el vello de punta”. A él también se le ponen en ocasiones: “A veces estás más concentrado en algún aspecto del kata porque todos sabemos los puntos fuertes y débiles que tenemos, pero otras te abstraes y no piensas en nada, y ese es el punto al que hay que llegar: que te dé igual si hay espectadores o no, si estas solo o no, si ha pasado una mosca por tu lado... Llegar a ese punto de medio trance de estar solos tú y el tatami”, continúa.
El kárate español espera seguir en buen momento pese al obstáculo de haberse caído del programa olímpico ya para París 2024.
Pregunta: ¿Se nota mucho?
Respuesta, Damián Quintero: Sí, claro. A nivel Federativo las subvenciones son menores y eso hace que el deportista se vea resentido también. Y a nivel deportivo en cuanto a ayudas, becas, se pierden todas. Yo mismo con una medalla olímpica perdí la beca ADO. Se resiente el deportista a nivel económico y eso repercute en que no tienes tantos cuidados, te tienes que buscar el dinero de otro lado porque se vive con dinero, y no te puedes dedicar “full time”. Tengo que decir que esta no es mi situación, tengo mis sponsor privados y sí puedo dedicarme cien por cien a entrenar, pero por los resultados que he tenido. Las nuevas generaciones van a tener que volver a lo que tenía yo cuando empecé hace 20 años, que era estudiar o trabajar y competir, y eso es complicado para tener el rendimiento adecuado.
"Al caerse de los Juegos, las nuevas generaciones tendrán que vivir lo que yo viví: estudiar o trabajar y competir"
P: Ahora no, pero sí lo ha vivido...
R: Hasta que llegó el ansiado momento de los Juegos, nos dijeron en Río de Janeiro 2016 que íbamos a estar en Tokio, que fue la revolución, yo primero estudié y cuando terminé mi carrera y mis Masters empecé a trabajar en una empresa, tres años y medio, con mi salario, y gastándome mi salario y mis días de vacaciones para irme a competir al Circuito Mundial.
P: Y ya era campeón...
R: Era campeón de Europa, del mundo por equipos, tenía muchas medallas.
La decisión se tomó sin que recibieran demasiadas explicaciones de qué tenían que hacer para seguir en el programa olímpico. “Mi opinión personal es que manda mucho el comité organizador en cuanto a meter sus deportes. A nosotros como kárate nos hicieron reducir el número de plazas, para Los Angeles no iba a haber katas, por tanto eran 20 atletas menos de kárate, y ahora van y meten cuatro deportes de equipo... 700 u 800 atletas más. No se nos mira a todos los deportes por igual”, afirma.
A Damián Quintero le preocupa, claro, el futuro de su deporte en España. El suyo pasa tomarse una semana de vacaciones cuando acabe el Mundial y decidir junto con su familia si se retira o aguanta otra temporada más, que es la opción más probable ahora, a un nivel más bajo, con el campeonato del mundo por equipos, que se disputa en España, como objetivo. Eso sí: “Si levanto el título de campeón del mundo en Budapest me quedaré más tranquilo todavía”.
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