Lo importante es participar
Beatriz Manchón, cinco veces diplomada y ninguna laureada
La sevillana posee el mayor palmarés del piragüismo español con 38 medallas internacionales... ninguna de ellas en los Juegos
Esta sección, concebida para honrar a algunos de los excelentes deportistas españoles que jamás se subieron a un podio olímpico, fue concebida por historias como la de Beatriz Manchón, cuatro participaciones olímpicas sin presea pese a poseer un palmarés largo como la manga de un abrigo, cuya sola reseña excedería con mucho el espacio de esta página: dieciséis medallas –tres de oro– en Mundiales y veintidós –seis títulos– en Europeos, que eran una suerte de segunda competición planetaria, puesto que en los Juegos en los que participó, de Atlanta a Pekín, 30 de las 36 medallas del piragüismo en aguas tranquilas femenino se quedaron en el Viejo Continente.
La lámina de agua del Guadalquivir, a su paso por Sevilla, es una de las mejores pistas acuáticas naturales del mundo y sus tres clubes deportivos (el Náutico, el Mercantil y el Real Círculo de Labradores, su cuna y la del remero Fernando Climent, medallista en Los Ángeles 1984) nutren a las selecciones nacionales de remo y piragüismo desde los años cincuenta. Todo joven deportista que se echa al río sueña con los Juegos Olímpicos y Beatriz Manchón, en esa época de pioneras del kayak femenino, iba a vivir la aventura por cuadruplicado. Se chocó, en tres ocasiones, contra el techo de cristal del quinto puesto.
El principal obstáculo entre Beatriz Manchón y la gloria olímpica fue la rigidez del programa en aquellas ediciones entre milenios. La sevillana se especializó pronto en la distancia más corta, los 200 metros, que no se disputó en los Juegos hasta después de su retirada. Sólo se paleaba el medio kilómetro, monoplaza, dúos o cuartetos, y por eso no lució en los Juegos el título mundial con el que se alzó en K2, junto a Izaskun Aramburu, en Milán 1999 (fueron sextas en Atlanta y octavas en el K4 de Sídney, al que se subieron Belén Sánchez y Ana Penas).
Pese a ganar con Sonia Molanes otro oro mundial en Poznan 2001, su compañera en Atenas 2004 fue una joven Teresa Portela, con la que se acercó más que nunca al podio olímpico: fueron quintas a menos de un segundo de la pareja polaca, que se colgó el bronce tras Hungría y Alemania, inabordables dominadoras del piragüismo internacional en aquella época. La checa nacionalizada Jana Smidakova e Isabel García completaron la tripulación del K4 que repitió el quinto puesto, esta vez a un poco más de distancia de las ucranianas. Para su despedida, en Pekín 2008, recompuso el bote con Sonia Molanes y ni siquiera entró en la final, pero el cuarteto que ambas formaron con Portela y Smidakova volvió a terminar quinto, a 76 centésimas de una medalla que sumó Australia. La cosecha de cinco diplomas olímpicos justifica una carrera descomunal como la de Beatriz Manchón.
La palista sevillana intentó participar en Londres 2012, donde por fin se había introducido la prueba de 200 metros, aunque sólo en categoría individual. Con 36 años, se tuvo que rendir a la evidencia de que Teresa Portela, en su madurez, representaría a España en la prueba (fue cuarta) y regateó junto a Jana Smidakova en el Preolímpico de K2 500 metros, «una auténtica lotería» debido al fuerte viento reinante y al consiguiente oleaje en la que el premio recayó en las alemanas Franziska Weber y Tina Dietze, a la postre campeonas en la capital inglesa.
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