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Dakar 2022
Albert Llovera: de la nieve al desierto sin rendirse jamás
Acaba de abandonar su séptimo Dakar a bordo de un camión. Una mole de 9 toneladas que pilota sólo con los brazos. Un accidente esquiando le dejó en silla de ruedas muy joven
Por detrás del Dakar de las grandes estrellas, que pelean por la victoria de etapa en coches y motos, hay otra carrera en la que el espíritu aventurero y la capacidad de superación son protagonistas. Lejos de los focos principales, muchos de los participantes luchan contra el desierto para demostrar que no hay limitaciones si las ganas de llegar a la meta son suficientemente grandes. A esa estirpe pertenece Albert Llovera (Andorra, 1966), que este 2022 sumaba su séptima participación y ha tenido que abandonar tras la jornada de descanso. Debutó en coches en 2007, repitió en 2014 y 2015 para después subirse a los camiones, los «elefantes» del Dakar, moles de 9 toneladas de peso que coronan las dunas de una manera espectacular.
En 2020 consiguió su mejor posición con un decimoquinto lugar, y el año pasado tuvo que quedarse en casa por las dificultades que deparó la pandemia. Este año ha vuelto a la acción con un Iveco del equipo Fesh Fesh, y las dificultades aparecieron desde el minuto uno. En la primera etapa su camión volcó y llegaron de madrugada al campamento con pocas horas para repararlo todo. Consiguieron seguir disfrutando del sueño que ahora se ha acabado. Porque tras un nuevo incidente pudieron reparar todo durante el día de descanso, incluso recibiendo piezas enviadas de urgencia desde los Países Bajos. Pero las suspensiones del Iveco estaban destrozadas y para eso no había solución posible, así que tuvo decir adiós.
Un momento duro, porque como dice siempre Carlos Sainz, el Dakar tiene la cosa mala de que sólo es una vez al año, con lo que hay que esperar mucho tiempo para tomarse la revancha. Cuando los participantes arrancaban la semana definitiva de la prueba, Llovera, su copiloto (Jorge Salvador) y su mecánico (Marc Torres) hacían las maletas para volver a casa. Un mal día que no va a frenar a Albert si se tiene en cuenta su recorrido vital. Fue un prodigio joven del esquí y se convirtió en el competidor más joven de los Juegos Olímpicos de Sarajevo 1984. En esa misma ciudad, un año después, disputando la Copa del Mundo sufrió un accidente en el que la médula se vio afectada y se rompió varias vértebras. Entonces se terminaba la vida que hasta ese momento había conocido y empezaba otra en una silla de ruedas.
«Hace falta algo más que un instante injusto para quedar derrotado», asegura, y de aquello nació un nuevo deportista, subcampeón del mundo de baloncesto en silla de ruedas en el 89 y primer piloto con discapacidad en el Mundial de Rallies. En el Dakar también abrió un camino. Además de competir y tener su propia ortopedia en Andorra La Vella, da charlas motivacionales y escribió el libro «No limits», publicado por Planeta. El título es tan evidente como el de su documental: «Las alas del Fénix». Ésas con las que va a volver a despegar para llevar su camión a la línea de salida del Dakar 2023, porque «a veces un mal día lleva una carga de virtudes escondidas. El mérito está en saber transformar la tragedia en un triunfo».
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