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“Sigo en activo, estoy motivada, siempre me han gustado los retos”

En Tokio, en sus cuartos Juegos, rozó la medalla pese a que no se pudo preparar bien por las lesiones. Fue la abanderada, se le olvidó la acreditación y no la dejaban subir al bus. Tiene 30 años, pero la retirada puede esperar

Mireia Belmonte (Badalona, 30 años) vivió una tortura para poder llegar a los Juegos de Tokio, en los que fue la abanderada de España junto a Saúl Craviotto. Pese a no tener la preparación óptima por culpa de las lesiones, se quedó a 23 centésimas de la medalla. En un deporte tan exigente como el suyo, a su edad muchos nadadores están retirados, pero ella tiene la motivación para seguir. Ya ha demostrado que también puede derrotar al tiempo: en Río 2016 fue la más veterana de la historia en ganar el oro olímpico en 200 mariposa.

-Pasó un mes desde los Juegos Olímpicos de Tokio. ¿Ha tenido ya vacaciones?

-Bueno, más o menos. He podido descansar, pero hay compromisos. Descansas físicamente, pero mentalmente hay otras cosas. Pero sí, estoy descansada. En año de Juegos, al final es muy exigente el calendario de competiciones, entrenamientos, y no puedes estar haciéndolo todo a la vez, entonces está bien tener un poquito de descanso para cumplir esos compromisos, porque antes tienes que estar centrada en los Juegos.

-¿Ha pensado mucho en el futuro en este mes?

-La verdad es que no he pensado nada...

-Antes de ir a Tokio aseguró que no sabía si iba a apostar por los Juegos de París 2024, que iba a descansar y pensar...

-No, no, no. No he pensado nada.

-¿Pero tiene claro que va a seguir en activo?

-Sí, sí, sí. Siempre soy una persona a la que le gusta ir paso a paso y es la forma en que he hecho las cosas y ha salido bastante bien, así que creo que tengo que continuar haciéndolo así. Ir objetivo a objetivo y no mirar mucho más allá. De momento tengo que decidir lo que voy a hacer, tengo que centrarme en mí misma y disfrutar del descanso, para después, cuando empiece otra vez, ya hacerlo de una forma más fuerte. Cuando empiezo me pongo rápido en forma.

-¿Cuándo comenzará los entrenamientos?

-Es que no lo he pensado.

-¿Y sabe si va a seguir con Fred Vergnoux como técnico, ahora que se ha marchado a Canarias? ¿Se plantearía ir allí, seguir en el CAR y hacerlo a distancia, cambiar de entrenador..?

-Es que no me he planteado nada. No he hablado con nadie. Cuando acabe mi descanso sabré lo que voy a hacer, de momento estoy en ello.

-¿Cómo está de sus molestias en el hombro, siguen dando la lata?

-Ahora estoy bien. Estoy haciendo deporte, pero de forma más moderada. No tengo molestias. Las molestias vienen cuando estoy en alto rendimiento y entrenando y exigiéndole al cuerpo bastante, por eso ahora mismo no tengo molestia de ningún tipo y espero que no vuelva el dolor tan fuerte. Ahora como he empezado suave, poco a poco, pues no tengo ese tipo de dolor.

-Ya han pasado los Juegos de Tokio, ¿puede contar ahora el calvario que ha vivido para llegar a ellos?

-Sí, bueno. Ha sido un año bastante completito... Complicado. En septiembre y octubre, con las hernias, y después el hombro. Fue un año bastante duro porque siempre cuesta mucho entrenar con dolor; la cabeza piensa una cosa, el cuerpo te dice otra, y al final es difícil. Pero bueno, me ayudó que era un año olímpico y tenía que darlo todo, y acabé muy satisfecha con mi actuación. Para mí llegar a una final era impensable, y estar y poder luchar con las mejores fue una recompensa muy bonita a todo lo que pasó la temporada pasada.

-Y se quedó a 23 centésimas de la medalla en 400 estilos. ¿Da rabia quedarse tan cerca, o dadas las circunstancias..?

-A ver, un poco ambos sentimientos... Primero, no sé si es... Podría decir rabia, pero tampoco es rabia, es como: “Sí, me he quedado a poco de la medalla; si yo hubiera ido con mis mejores condiciones, con todo el año bien y todo como tenía que haber salido, pues me daría más rabia, pero tal y como venía, los entrenos que había podido hacer, la lesión del hombro... Para mí fue un premio poder estar otra vez en una final olímpica y poder estar rozando esa medalla de bronce. Lo veo más como un premio y que cuando ya me pude poner casi, casi a tope hice un gran trabajo en muy poco tiempo y al final también ves que cuando tienes ganas de competir y quieres una cosa de verdad, aunque tengas dolor y cosas que no puedes controlar, puedes hacerlo lo mejor posible.

-La parte final en la que pudo entrenar, ¿fue todavía con dolor?

-Hubo días de todo. El cuerpo al final no es una máquina y hay días que descansa mejor, otros que peor. Había días que podía manejarlo mejor y otros era imposible. Pero es lo que toca, y todo deportista tiene que convivir con el dolor.

-De hecho, en una entrevista dijo que si al acabar un entrenamiento no le dolía nada, es que algo no había ido bien...

-Hay diferentes tipos de dolores. En ese caso me refería a que si no estás exhausta, si no te duelen todos los músculos, es que no lo has dado todo. Otra cosa es el dolor que te despierta por la noche y que te impide hacer muchas cosas de la vida cotidiana, entonces ese es más preocupante. El de me duele todo y me voy a la cama es más normal.

-Y ese que no te deja dormir fue el que sufrió...

-Sí, sí. Era dolor permanente todo el día, y cuando hacía ejercicio específico en esa zona, se agudizaba.

-¿Es un dolor por el desgaste de los años? ¿Es recuperable?

-Sí es verdad que el cuerpo se va desgastando después de tantos años y al final los deportistas de élite trabajamos con nuestro cuerpo y después de exigirle tantos años siempre al máximo nivel, se resiente un poco. Pero como te he dicho, ahora no tengo dolor, el cuerpo siempre necesita descansar para hacer un reset. No puedes pasar de cero a cien en cuestión de días porque si no vuelves a lesionarte. Yo soy partidaria de empezar poco a poco las cosas e ir progresando, porque si no al final el cuerpo no lo asimila y te vuelves a hacer daño.

-¿Cómo fueron esos Juegos “extraños” de la pandemia, sin público, con muchas medidas?

-Fueron unos Juegos de “a ver lo que me encuentro”, de adaptarte a todo lo que te encontrabas, porque no sabíamos cien por cien cómo iba a ser. Te pueden decir cosas, como lo del público, pero hasta que no estás allí no sabes lo que va a pasar. Lo más extraño fue no poder salir de la Villa Olímpica y los controles diarios de saliva, la temperatura, ver si teníamos síntomas... En natación, los nadadores hacían un poco de público y no estaba tan vacía la piscina como en otros deportes. Sí se echó de menos, pero estábamos un poquito más arropados.

-¿Y el momento de ser abanderada cómo fue?

-Pues muy emocionante, la verdad. Sí, sí. Fue una ceremonia muy bonita y la verdad es que fue rápida. Desde que salí de la Villa hasta que volví pasaron como tres horas y pico. Para ser una inauguración fue bastante rápida. Muy emotiva y, no sé, creo que es un momento inolvidable en la vida de todo deportista: ir a unos Juegos, a la inauguración, y llevar la bandera, todavía más. Es una experiencia que se me quedará grabada siempre, seremos parte de la Historia de haber podido ser abanderados en un año así tan complicado, en año de pandemia.

-¿Hubo alguna anécdota?

-Bueno... Me dejé la acreditación en la habitación y cuando quise subir al bus no me dejaban porque el bus salía en dos minutos. Yo le decía a la chica: “Pero si el bus está ahí y quedan todavía varios por salir. Espera un momento, que alguien me trae la acreditación”. Y ella: “Que no, que no, que no puedes subir al bus”. Hasta que al final le dijeron que yo era la abanderada y, madre mía, se volvieron locos: “Ah, pues sube al bus”. Los japoneses son unas personas muy metódicas y cuando les sacas un poco de sus planes no saben cómo reaccionar. Es que quedaban todavía por lo menos tres minutos y no me dejaban subir, y yo: “Pero si tengo que llevar la bandera, ¿cómo no voy a ir a la inauguración?”. Después de eso, lo demás fue todo con normalidad.

-El calendario tan exigente que tiene siempre, con tantas pruebas, ¿lo va a seguir manteniendo?

-No sé, la verdad. Lo decidiré cuando empiece a entrenar y ver cómo está mi cuerpo y decidir si puedo hacer todas las pruebas o sólo unas cuantas... Depende cómo reaccione mi cuerpo.

-Porque motivación no le falta...

-No, la verdad es que no. Soy una persona a la que le gustan los retos y siempre he tenido motivación a nivel deportivo para conseguir todo lo que me propongo, y esta vez no va a ser menos.

-¿Cree que puede volver a sus mejores registros? La fórmula la tiene y siempre ha demostrado que la edad no es un problema. Nadie había ganado un oro olímpico en 200 mariposa como usted, a los 25 años. Ahora tiene 30, casi 31...

-Al final toda esa estadística siempre está para romperla... Sí que es difícil mantenerte todo el año en una forma excelente, pero lo importante es rendir cuando estás en la competición importante. Yo ya tengo experiencia y conozco mi cuerpo, sé cuándo tengo que apretar más o menos. Es dosificar más la temporada, que a veces hay nadadores más novatos que están siempre a tope y cuando llega la competición más importante no rinden como deberían o podrían. Hay que saber escuchar a tu cuerpo.

-¿El deporte es ahora para usted distinto, por ejemplo, a 2008, cuando disputó sus primeros Juegos?

-No, la verdad es que más o menos igual. Al final, hombre, sí vas evolucionando al cabo de los años porque no es lo mismo la Mireia de 18 que la de 30, pero tengo la misma ilusión de ir a los Juegos, participar allí, estar entre los mejores, y todo lo que conlleva. Los primeros fueron un poco como coger experiencia y ver todo aquello, cómo era la competición más importante que hay en deporte, saber reaccionar y saber sobrellevarla y con el paso de los años vas cogiendo esa experiencia.

-La palabra “presión” está muy de moda ahora en el deporte con lo sucedido con Simone Biles, Naomi Osaka, Novak Djokovic... ¿La siente?

-Es cómo la gestiona cada uno. Puedes tener mucha presión externa, pero al final la que importa es la que se pone uno mismo. Esa es la que importa, porque yo convivo conmigo cada día y sé hasta dónde puedo llegar, entonces al final muy poca gente sabe tu día a día, cómo trabajas y en qué condiciones... Siempre es mejor hacerle caso a uno mismo y al final saber que tú eres tu mejor amigo y tu peor enemigo, y al final tienes que darlo todo cuando toca tienes y la presión es una cosa externa

-Por cierto, ¿cómo lleva los estudios, los acabó ? [estudia un Grado de Publicidad y Relaciones Públicas en la UCAM]

-Estoy en ellos, pero es difícil combinar ambas cosas, y además en año olímpico es mucho más locura que otros años, a lo mejor al día sacas una hora como máximo, no puedo hacer lo que me gustaría, pero mientras tenga una rutina y vaya cada día haciendo algo está bien para formarte como persona, hacer lo que te gusta pensando en el futuro y hacer otra cosa que no sea nadar.