Javier Fernández
Entrevista a Javier Fernández: “He sido un poco revoltoso”
De sus inicios al éxito, pasando por una época rebelde... Así es Javier Fernández, multimedallista, pionero y que ahora triunfa con su espectáculo “Revolution on Ice”
Javier Fernández (Madrid, 28 años), hizo historia con sus medallas en patinaje en Europeos, Mundiales y Juego. Colgó los patines para la competición, pero sigue sobre ellos en su espectáculo Revolution on Ice, que llega a Madrid el 28 y 29 de diciembre. Antes de la entrevista está patinando en una pista de Colón. Quien pasea por allí se para a verlo. «Guapo, guapo», le gritan, entre otras cosas.
–¿Cómo lleva la fama?
–Bien, bien. Digamos que es cómodo, que no hay un punto en el que me prive de hacer nada o ir a ningún lado.
–Cuando se retiró una de las cosas que se propuso fue la de dar más visibilidad a su deporte. ¿Cómo va esa pelea?
–Con los proyectos que estamos haciendo están funcionando muy bien, luego hay que luchar por dar visibilidad a los otros deportistas, patinadores, que están en las competiciones más importantes. Pero bueno, primero hay que darlos a conocer, tenemos que hacer que las personas conozcan que hay más y en otras modalidades, pero ese al fin y al cabo es un trabajo del día a día, que necesita tiempo.
–¿Qué dice a los que piensan que es un extraterrestre?
–Es que... Es un deporte nuevo... Me refiero, para las personas de nuestro país. ¿Extraterrestre? Hemos tenido muchísimos pioneros en España en muchos deportes, y siempre tiene que haber un primero... Yo no me veo como un extraterrestre, me veo como que he tenido la suerte de ser esa persona y ahora tengo la oportunidad de dar a conocer poco a poco más mi deporte, diferentes versiones, diferentes maneras... Es una labor muy importante.
–Tras el bronce olímpico dijo que llevaba un tiempo sin dormir. ¿Duerme bien ya?
–La verdad es que sí, ha cambiado mucho. Al fin y al cabo estaba la presión de competir, los entrenamientos, que, aunque estés muy cansado te hacen levantarte antes, el levantarte en medio de la noche... Puede haber muchas cosas involucradas, pero vamos, ahora sí, ahora duermo sin ningún problema, perfectamente.
–¿Esa presión le podía maniatar?
–Sí, hay que saber combatirla, hay que saber desconectar, pero bueno, digamos que la competición es dura física y mentalmente, los últimos años veía que me costaba cada vez más y más competir. No por la propia competición, sino por la recuperación de la competición, me sentía cada vez más fatigado, más exhausto, y fue también una de las cosas por las que decidí retirarme.
–Su representante y amigo decía que cuando ponía la mirada de competición ni le reconocía...
–Era una mirada de concentración, de saber por qué estás ahí, de estar metido en tus propios pensamientos, en tus propias emociones... Bueno, la competición es otro mundo, además de complicada y difícil; entonces es cierto que te cambia la cara, de cambia la mirada... Lo de la mirada se ve en muchísimos deportistas.
–Explique eso de que a los veintitantos ya se es mayor para su deporte...
–Con 28 años era uno de los más veteranos, hay otros patinadores que son más mayores que siguen ahora compitiendo, pero no están al mismo nivel. Vienen jóvenes, están mejor preparados y lo hacen ya mejor que tú, es el momento de pensar: “¿Qué es lo que quieres?”. "¿Estás contento hasta dónde has llegado?». «Si sigues luchando, ¿por qué?». Ese es el punto de inflexión que a lo mejor no todos los patinadores, o las personas que se quedan años y años, se han preguntado.
–Ha interpretado a muchos personajes. ¿Cuál le ha gustado más?
–Me gustó mucho Charlie Chaplin, me gusta su carácter, su humor, su manera de hacer las cosas, las propias películas... Ha sido un personaje muy gracioso y muy entretenido de interpretar.
–¿Qué queda de «El lagartija»?
–Así me llamaban de niño. Queda mucho, lo que pasa es que ahora soy más mayor, pero sigo siendo una persona muy inquieta, me gusta siempre estar atento a algo, me gusta hacer muchos deportes, hacer muchas actividades, entonces sigue quedando esa parte de «El lagartija».
–También cuentan que tenía tanta facilidad en sacar los ejercicios que casi se aburría.
–Bueno, también he sido un poco revoltoso, al fin y al cabo, me ha gustado siempre hablar con todo el mundo, entonces en mitad de la clase a lo mejor llegaba un momento en el que a lo mejor me aburría un poco y empezaba a charlar y los entrenadores se enfadaban y me castigaban cinco minutos fuera del hielo... Es la juventud.
–Tuvo hasta una época rebelde...
–Sí, como muchos jóvenes, pero los que lo tuvieron que sufrir fueron mis padres.
–¿En qué?
–Lo de siempre, pues cuando eres joven también tienes responsabilidades, pero muchas veces no te las quieres tomar como tus propias responsabilidades, entonces a lo mejor yo quería estar con los amigos o en la calle y llegó un momento en el que mis padres me decían que tenía que hacer las cosas que tenía que hacer. Pero, ¿a quién no le ha pasado eso?
–En su primera competición internacional hizo un buen programa corto, pero el largo...
–Un desastre, un desastre...
–¿Qué recuerda de aquello? Porque a las dos horas hasta bromeaba sobre ello...
–También era más joven, estaba compitiendo en junior, pero sí fue un programa desastroso, recuerdo que me levantaba del suelo y me volvía a caer, pero es que tiene que haber competiciones buenas y malas y soy una persona... Sobre todo cuando era más joven, porque luego tienes otra mentalidad y otras expectativas, la gente también está más pendiente de ti, y ya me lo tomaba de otra manera, pero cuando eres joven cuando haces un desastre haces un desastre, y habrá otra y ya está. Luego más adelante hacías una mala competición y te ponías a pensar qué es lo que ha pasado, cómo puedo arreglar esto... Te pones un poco más objetivo con el trabajo que haces.
–Su espectáculo, “Revolution on Ice”, habla de una niña que quiere cumplir sus sueños. ¿Qué relación tiene con usted?
–Hay cosas que me han pasado a mí, pero tenemos una chica para que no se crea que es mi vida, porque puede ser la vida de cualquiera. Y bueno, pues es una niña que ve a los grandes patinadores que está viendo y ella también quiere ser patinadora de ese nivel, pero hay una persona que le dice que es imposible.
–¿Le pasó eso a usted?
–Sí, bueno, a lo mejor no que es imposible, pero como que no te va a pasar, tú no vas a ser una gran patinadora, este no es tu mundo y quítate los pájaros de la cabeza... Esa es un poco la historia y a partir de ahí siguen sucediendo cosas, contamos la historia en dos mundos, el del patinaje profesional y el de esta niña que poco a poco va viendo las cosas negativas y positivas.
–¿Le gusta la Navidad?
–Siempre la hemos pasado en familia, siempre me han gustado las Navidades con un poquito de nieve, cuando eras pequeño tienes el recuerdos haciendo el árbol, los muñecos de nieve... Son unas fechas muy divertidas para los niños, cantar los Villancicos, pedir el aguinaldo a la familia. Cuando vivía fuera solía intentar venir en Navidad, pero a veces me tenía que quedar entrenando.
–¿Qué echa de menos de Canadá?
–El ámbito de entrenamiento, a mis compañeros, entrenadores de allí... Tenía una vida bastante tranquila dentro de lo que es estar entrenando todos los días y tener la cabeza siempre funcionando. Sobre todo a las personas que me han cuidado allí.
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