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El último salto a la piscina de Piedad Bonett: ganadora del XXXIII Premio Reina Sofía de Poesía

La escritora colombiana recibe el prestigioso galardón por la aportación de su obra literaria al patrimonio cultural común de España e Iberoamérica
Fragmento de un poema de "La oscura disonancia", antología de Piedad BonnettArchivo

Madrid Creada:

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Afirma Piedad Bonnet discreta, tempranamente prudente, tierna, que existen algunos poemas que no están hechos para leer en voz alta, "porque son demasiado íntimos". Sin embargo, instada por una periodista en la presentación de su antología, "La oscura disonancia", que ha tenido lugar horas antes de que le entregasen esta tarde el XXXIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en el Salón de Columnas del Palacio Real de Madrid como reconocimiento al patrimonio cultural común de España e Iberoamérica, Bonnet leyó. Y mientras lo hacía, armonizó todos los bordes de todos los silencios que se arrullaban en la sala. 
"Te gustaba nadar a esta hora fría. Yo te oía bracear como en un gran combate. Y hoy has vuelto, con tu cuerpo de sol y detenido en tus veintiocho años para siempre. Si pudieras mirarte, recortado contra la nada gris del horizonte, pensarías en Hockney... tan concreto y no obstante tan abstracto. (...) Te he visto vacilar, al borde, antes de dar el salto. Y me he quedado aquí, en mi silla blanca esperando que emerjas de las aguas".  

En voz alta

Aludiendo a la icónica obra del pintor británico de piscinas, el poema, titulado "A bigger splash", está dedicado a su hijo Daniel, que falleció con solo 28 años tras arrojarse del piso en el que vivía en Nueva York dejando atrás una prometedora carrera como artista. Como explica su antóloga y catedrática Francisca Noguerol, su asunción de la libertad del suicida y por tanto, de integración de la ausencia, queda muy bien registrado en la obra "Lo que no tiene nombre", donde la autora colombiana subrayaba sobre las heridas abiertas del trágico suceso: "hago venir la imagen de mi hijo hasta donde yo estoy, para abrazarlo, darle un beso en la frente, acariciar su cabeza como hice cuantas veces pude, y decirle al oído que su opción fue legítima, que es mejor la muerte a una vida indigna atravesada por el terror de saber que el yo, que es todo lo que somos, está habitado por otro". 
Autora de ocho libros de poemas (entre los que destacan nombres como "De círculo y ceniza", "El hilo de los días", "Ese animal triste" o "Explicaciones no pedidas", su tono literario, destinado a la generación de empatía para con los otros y a la denuncia de la brutalidad del mundo la convierten en una de las autoras en español más aplaudidas y como consecuencia, digna merecedora del mencionado premio. 
Por otro lado, su creación literaria abarca novelas como "Después de todo" "Siempre fue invierno" o "El prestigio de la belleza" hasta llegar a 2013, año en el que narró la enfermedad y suicido de su hijo en lacerante y bellísimo libro testimonial "Lo que no tiene nombre", cuya desnudez bruta tras el impacto y gestión literariamente ordenada de la pérdida recuerda a grandes confesiones del dolor como el "Mortal y rosa" de Umbral o "El año del pensamiento mágico" de Joan Didion. También ha escrito teatro con obras como "Gato miedo liebre", "Que muerde el aire afuera", "Sanseacabó", "Se arrienda pieza" y "Algún día nos iremos".
"Pocas veces han penetrado en mi poesía con una agudeza tal que me desveló cosas de mi propio espíritu que jamás había visto", ha reconocido la autora, profundamente satisfecha con la antología, y también con este galardón que ahora se le otorga como escritora, poeta y dramaturga siempre ocupada en los márgenes de dolor de las palabras, en la realidad social de la violencia y en la estructura literaria de algunos de esos precipicios interiores que sí que necesitan ser leídos en voz alta.