Un natural eterno, mucho calor y poco más
García Pulido firma lo mejor de la última novillada de la temporada madrileña con su muleta en la mano izquierda
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El bamboleo de los abanicos en los tendidos, tan atípicos por estos días, evidenciaban que el veranillo de San Miguel decidió quedarse hasta el final de la Feria de Otoño. Este calor no es normal en octubre. Lo que ya sí se está haciendo costumbre es ver una novillada de Fuente Ymbro en Madrid. Con la de hoy, ya son tres (y media) las que se han lidiado en Las Ventas este año. Y otras dos corridas de toros. Con lo difícil que está el campo para las plazas de primera, los de Ricardo Gallardo aparecen como un seguro de vida porque, aun siendo utreros, todos tenían remate de toros.
Y con ellos la mejor impresión de la dejó García Pulido, que ya se dejó ver con un buen quite por tafalleras al primero, del lote de Jorge Molina, pero fue con el segundo con el que de verdad llamó la atención de Las Ventas. El novillo, serio y bien armado, tenía tanta calidad como falta de fondo. Por eso se apuró el novillero en las primeras series, más intensas al principio, aunque menos acompasadas que lo que vino después, cuando asentó los talones para enganchar con los vuelos las humilladas embestidas y conducirlas hasta atrás de la cadera, cada vez más despacio, más bajo y más largo. Bien de verdad. Y mejor aún le voló la muleta con la izquierda, por donde dejó un natural eterno, soberbio, prólogo de una serie sensacional. A la postre, lo mejor de la tarde. Pero el novillo bajó la persiana. García Pulido (y la plaza entera) se quedó con ganas de más. Quizá por eso se fue a los medios para iniciar de rodillas la faena de muleta con el quinto, pero el de Fuente Ymbro, sin celo, a veces pasaba por pura inercia, si no se quedaba y buscaba el cuerpo del torero, que lo intentó también en las cercanías, llevándose una voltereta, antes de cerrar por unas temerarias bernadinas.
Tan guapo como tan escaso de fuerza y fondo fue el primero, que apenas dejó Jorge Molina mostrar ese concepto que ya gustó en San Isidro, tan vertical y suave en su toreo. El toledano supo aliviar siempre al novillo, que además se quedó corto y rebrincó, pero jamás dio opciones al lucimiento. Esas las tendría con el cuarto, que se movió revoltoso a media altura, pero que obedeció cuando los cites tuvieron autoridad y le llevaron cosida la embestida, que no fue siempre. Era entonces cuando buscaba por dentro y soltaba el derrote arriba. Más entidad tuvo la última serie de derechazos, recia, sobria, mandona. Una isla en el desierto.
De Cristiano Torres se podrán decir muchas cosas menos que no tenga arrojo. Su bisoñez fue evidente, pero en él se atisba una ambición que le puede llevar lejos. Esas ansias le llevaron a ahogar al tercero, que le volteó, se desfondó pronto y al que recibió con una arrucina de rodillas en los medios. Y tardó en cogerle el aire al sexto, intercalando algunos muletazos templados con otros trompicados y algún cambio por la espalda. Eso sí, lo mató como un cañón.
FICHA DEL FESTEJO:
Jueves 5 de octubre de 2023. Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Tercera de la Feria de Otoño. Alrededor de media entrada (13.757 espectadores según la empresa).
Novillos de Fuente Ymbro, rematados y bien hechos, vacío el primero; bueno, aunque duró poco el segundo; desfondado el tercero; complicados cuarto y quinto, sin celo; y manso el sexto.
Jorge Molina, de celeste y oro: estocada caída y pasada y aviso (división al saludar); y pinchazo, estocada y aviso (silencio).
García Pulido, de malva y oro: aviso, pinchazo y estocada caída (ovación); y dos pinchazos, estocada y aviso (ovación).
Cristiano Torres, de rosa y oro: dos pinchazos, aviso, pinchazo y estocada (silencio); y estocada (silencio).
Incidencias: Cristiano Torres se presentó con "Soplón", nº 36, castaño listón de 510 kg.