El temor a la lluvia marca el inicio de la Feria del Libro
Aunque las previsiones de ventas son buenas, el parte meteorológico despierta inquietud en los editores y libreros
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El periodo de sequía invernal que arrastrábamos desde hacia meses ha terminado y lo ha hecho justo con el arranque de la Feria del Libro de Madrid. Los toldos, previstos para paliar el calor que suele castigar a los visitantes del Paseo de Carruajes, resultaban casi un anacronismo. De hecho, más que parasoles, algunos habían sustituido su función original por la de bolsa o contenedor de agua. Aunque las expectativas para esta 82 edición no eran tan optimistas como en años anteriores, el horizonte que podía aventurarse sí era bueno, como avanzaba Daniel Fernández, presidente del Gremio de Editores de España. Eso a pesar de la inflación y las dificultades económicas que muchos están atravesando.
Lo que muy pocos podían anticipar es que, además de las elecciones, esta apertura fuera a coincidir con el inicio de una semana de tiempo borrascoso y gris. También es mala suerte. Aunque la Reina, como sucede en otras ocasiones, no ha asistido a la inauguración, sí lo han hecho esta vez Miquel Iceta, ministro de Cultura; José Luis Martínez-Almeida, alcalde de Madrid, y Begoña Villacís, vicealcaldesa de Madrid. Los tres adquirieron libros y no aceptaron que se los regalaran. Iceta, en este punto, fue bastante claro: «Estoy en una cruzada contra la expresión por “el amor al arte”».
Con eso quería decir que había que acoquinar del bolsillo y apoyar a la cultura gastándose uno la plata. Con esta filosofía tan clara, Iceta, al que se le acercaron varios chavales para saludarlo –«pues ya veis como voy, muchachos»–, hizo una buena bolsa de adquisiciones. Empezó por las «Cartas inéditas de Benito Pérez Galdós a Emilia Pardo Bazán», prosiguió por los artículos periodísticos del señor Karl Marx, y luego por «El viaje de Rosa», de Marika Maijala; «La revolución deportiva», de Gerard Pedret; «Feminismo socialista», de María Cambrils; «La enciclopedia del obrero», de Alejandro Civantos y «Un bárbaro en París» de Mario Vargas Llosa. El alcalde de Madrid fue menos impulsivo y más comedido y solo compró «Celia en la revolución», de Elena Fortún. Aunque también es cierto que, en un momento de caos tecnológico, cuando a Iceta parecía no irle bien la tarjeta, Martínez-Almeida se ofreció a pagarle su libro.
Pequeñas anécdotas aparte, entre los libreros cunde cierto temor a que la lluvia, que se prevé que dure varios días, acabe afectando a las ventas. Algo que reconoció la escritora Julia Navarro, que ya ha asistido a este evento diecinueve veces. «Siempre llueve un día, pero si son más días, eso puede suponer pérdidas importantes para los libreros». Eva Orúe, directora de la Feria del Libro de Madrid, lo admitió también: «La lluvia perjudica, pero eso es algo que nosotros no podemos evitar». Los actuales propietarios de la librería Pérgamo, la más antigua de la capital, fundada en el año 1946, pero que, paradójicamente, esta es la primera vez que concurre a la FLM, tampoco se engañaban sobre este aspecto concreto: «La lluvia es para la Feria del Libro lo que es la lluvia para la Semana Santa de Sevilla». El ejemplo no puede ser más iluminador.
En la librería Generación X, especializada en cómic, están contentos. Su género va en alza, aunque José Manuel Hernández admite que será «una puñeta si le da por llover mucho. Espero que esto remonte». En la librería «La buena vida» se expresan de manera meridiana tirando de refranero y aseguran: «A mal tiempo, buena cara». Daniel Fernández, del Gremio de Editores, aseguró, por su parte que «el libro ha crecido desde la pandemia. Hemos aumentado las perspectivas de ventas y también los índices de lectura. Ahora Esperamos un crecimiento más moderado, por la inflación y otras circunstancias económicas, pero las perspectivas son buenas». Él mismo aludió al temor que existe hacia la lluvia: «Hay una relativa preocupación, porque se dice que va a estar lloviendo precisamente durante estas dos semanas. Bueno, yo creo que necesitamos libros y necesitamos lluvia, con lo cual, bienvenidas sean las dos cosas». Daniel Fernández comentó que «esta misma mañana he visto a la gente muy optimista. Creo que la gente tiene ganas de venir». En cuanto al impacto de las elecciones, restó valor a su efecto en la Feria: «Este es un país maduro desde el punto de vista democrático y unas elecciones no altera la vida de las personas».