"La Regenta": la hipocresía y los chismorreos, al servicio de la ópera
Amelia Valcárcel firma un libreto, dirigido por Bárbara Lluch, que ahonda en las malas miradas de la Vetusta de Clarín
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Amelia Valcárcel firma el libreto de esta Regenta en versión operística que producen el Teatro Real y el Español y no se corta a la hora de hablar del original; encumbra a Clarín a lo más alto: «Es mucho mejor que Ana Karenina, que es demasiado conservadora, y Madame Bovary, que es otra cosa». Se deshace la escritora y filósofa en elogios ante el juguete que tiene entre manos y que ahora sube a los escenarios de las Naves del Español. Para Valcárcel, La Regenta es «tan buena», que solo soporta la ópera. «La música y la escenografía permiten contar muchas cosas» que «ni la película [1974] de Gonzalo Suárez ni la serie [1995] de Fernando Méndez-Leite» consiguieron.
A su lado, la escritora tiene a una María Luisa Manchado a la que ha tenido «que domar», ríe, para crear una música inquietante: «Juntas nos lo hemos pasado mejor que Mozart y Da Ponte». Y coinciden ambas en referirse a la novela que Leopoldo Alas Clarín escribió durante su luna de miel como «terrible, tremenda».
Mientras la compositora asegura que se asustó de la música que estaba haciendo «hasta el punto de que en algunos momentos tenía que distanciarme con algo de ironía, a lo Bertolt Brecht, o nos suicidábamos todos» Valcárcel todavía se sorprende por un texto de «una dureza extraordinaria» que firmó «un joven de 30 y pocos». Porque no existe salvación en la Vetusta de La Regenta, salvo para su protagonista: «Ni con uno solo de los personajes me iría a pasar un fin de semana, aunque es verdad que la mirada sobre Ana Ozores [María Miro] es más suave porque Clarín la consideraba una inocente cordera, alguien que pasaba por ahí y no sabía dónde estaba», continúa.
Además del libreto y la música, Jordi Francés y Bárbara Lluch cogen las direcciones musical y escénica, respectivamente. Significativo es el trabajo de la segunda, que «se ha cargado 400 indicaciones mías sobre la obra –asume Valcárcel–, y, aun así, el resultado es distinto, pero compatible», y, principalmente, ha conectado la pieza con la actualidad a través del expresionismo. «Y con un canto mucho más directo», apunta Francés.
Joan Matabosch, director artístico del Real, señala, por su parte, a la «hipocresía y la murmuración» como puentes entre el siglo XIX y el XXI. Las envidias son las mismas, y Clarín «nos enseñó a “malmirarnos”», señala la libretista. «Todos reconocemos esas miradas de la novela –interrumpe de nuevo Matabosch–, son familiares».
En esas, Lluch recurre a las redes sociales para explicar la sociedad del pasado: «Es como si estuvieran destrozando a una persona en Instagram todo un mes desde el anonimato. Es doloroso ver cómo participaron las mujeres en esa cosificación salvaje, igual que los hombres; es una crítica a la sociedad de la que todos participamos», lamenta una directora que encuentra en la escena del casino «una violación de La Manada. Es tan relevante que podría estar en los periódicos de hoy».
- Dónde: Naves del Español (Matadero), Madrid. Cuándo: del 24 al 29 de octubre. Cuánto: 25 euros.