Hitler, los jóvenes y la gran mentira

Continúa La Joven con la tetralogía (Mapa de las ruinas de Europa) iniciada en 2018 con Barro sobre el pasado, presente y futuro del Viejo Continente. Tras aquel primer episodio en el que se sintió todo el lodazal de la Gran Guerra, José Luis Arellano vuelve a ponerse al frente de un montaje, Fuego, que esta vez lleva la firma de los hermanos QY Bazo. La acción se traslada ahora a la Alemania de los años 30. A dos momentos muy concretos que se cuentan alrededor del calor de una hoguera: uno centrado en las chicas y en el Congreso de Núremberg de 1934, la noche tras el discurso de Hitler a los 70.000 jóvenes allí congregados; y otro protagonizado por cuatro chicos de las Juventudes Hitlerianas, que sucede cuatro años más tarde, la víspera de la Noche de los cristales rotos.

Son los dos puntos de partida de una historia independiente a Barro, pero con el mismo fondo: ahondar en el pasado y trazar puentes con el presente. Aquí resultará evidente la mano que se tiende entre la manipulación ideológica nazi que sufrieron aquellos chavales, a los que se les preparó para mandarlos a la batalla sin que se hicieran demasiadas preguntas, con algunos aspectos de nuestra actualidad. «Todo eso resuena ahora, lo vemos en las noticias –comenta Yeray Bazo–. Cuando empezamos con el proyecto, Arellano nos puso un vídeo de Putin y la estética era casi la misma».

Hitler conectó con los jóvenes. Los moldeó a su antojo, entre otros, en campamentos en los que se les dio la libertad y la camaradería suficiente como para adherirse a la causa. Iban a ser los «protagonistas del futuro», se dijo. «Crearon auténticos fanáticos. Una de las unidades de Normandía era de las Juventudes y los Aliados reconocieron que estaban zumbados», apunta Bazo. «Les sedujo el Fuego de un corazón cálido que les hablaba de ser los dueños de la nueva era. Pero todo eso no sirve con una guerra de por medio –explica Arellano–. Ellos son el Fuego que va a arder. Todo se descontroló y terminó quemándolos».

Luego vendrá el tercer capítulo, centrado en una figura «que parece más salvada por la Historia», dice el director de Stalin, pero esa ya es otra historia...