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La revolución que comenzó Lorca y que nunca terminó

Marta Pazos toma el mando de «Comedia sin título», en el Centro Dramático Nacional, para dialogar con la pieza inacabada del poeta
Descripción de la imagenLuz Soria

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«Comedia sin título» es uno de esos artefactos teatrales perfectos para unir a los clásicos, en este caso Lorca, con los contemporáneos. Y no por elección de su autor, sino porque lo dictaron las miserias de la guerra: al poco de iniciar su tarea, el poeta fue asesinado y dejaba atrás una pieza inacabada de la que solo pudo trazar su primer acto (el resto se lo comentaría a grandes rasgos, y en «petit comité», a Margarita Xirgu). Tenemos, por tanto, más de la mitad de la trama para fantasear con los senderos que hubiera tomado el de Fuente Vaqueros, o para todo lo contrario, coger lo escrito como excusa para darle la vuelta a lo sabido.
Ya intentó, en 2019, Alberto Conejero pensar el camino escogido por Federico: «Lo que pudo ser y no fue», dijo el autor; y ahora es el turno de Marta Pazos, alma de Voadora, en el Centro Dramático Nacional. Conociendo a la gallega, ya sabemos de antemano que el texto inconcluso es una bomba creativa para la libertad, su libertad, y la directora no tarda en confirmarlo: «Hemos huido del intento de “completarla” desde un punto de vista textual».
Ha preferido «mostrar su carácter inconcluso y su potencial creativo, como si de una herida abierta se tratase. Frente al impulso racional que tiende a clausurar el sentido de la pieza, exhibimos la herida e indagamos en su poder subversivo. También evidenciamos la barbarie que mató la posibilidad de belleza y que, aún hoy, sigue presente entre nosotros».
Porque, para Pazos, no hay tanta distancia entre la muerte del poeta, en el 36, y la de Samuel Luiz, este mismo verano, «al grito de “maricón”, que ocurrió a apenas 60 kilómetros de mi casa». Hace buena la obsesión de Lorca por reflejar la vida real sobre el escenario, el cual consideraba caduco y autocomplaciente. Las tablas habían abandonado la crítica social y no aceptaban la vanguardia; y el artista granadino, lejos de Nueva York, deseaba abrazar la innovación y romper con los convencionalismos de la escena española del momento, dominada por la estética y los valores burgueses. Buscaba devolver el teatro al público: «¿Por qué hemos de ir siempre al teatro para ver lo que pasa y no lo que nos pasa?», se pregunta el guion original.
Pero una cosa tiene clara la directora: «No me gustaría que fuera más Marta Pazos que Lorca. Es un diálogo desde la investigación profunda de su obra», asegura de este «homenaje a la profesión y al propio Teatro María Guerrero», donde se cierra un círculo (apto para supersticiosos) que comenzó en 1989, explica. Fue allí donde Lluís Pasqual estrenó su propia versión; después, dirigió la ampliación de Conejero (llamado «El sueño de la vida»), «y el mismo día que empezaron los ensayos de esta, estaba yo allí por otra pieza, por “Je suis narcissiste”», puntualiza Pazos; «y ahora volvemos al María».
Con esta adaptación, la creadora se ha propuesto jugar «con la retina del espectador», y levantar un montaje que atraviese todos los puntos cardinales del escenario: «Arriba, abajo, derecha, izquierda, corbata y chácena», dice. Un viaje que se mueve por los conceptos propios del poeta, de la cicatriz a la Luna pasando por el desnudo como forma pura y la conexión entre el cuerpo y las cenizas, «pero nunca tuve la osadía de terminar nada ni de intentar que le pudiera gustar a Lorca».
Se toma la palabra ya escrita para disponer un inicio que para la gallega es una «premonición» de lo que le sucedería a su «padre» poco tiempo después: el personaje del Autor muere de un disparo justo antes de llegar a un segundo acto donde las palabras se despiden de la escena. «Muere el poeta, muere la palabra hablada», sentencia Pazos. Así, la pieza, «que tiene algo de operístico, tiene mucha música», transcurre por los lugares que señaló la Xirgu y en los que veremos al Lorca todoterreno, músico, dibujante, escritor...: la morgue y el cielo, un espacio para cada tramo de la función y donde «las ideas y los símbolos de Lorca los materializo a través de mi lenguaje; y, luego, nos centramos en la maquinaria y en la utilería. Vemos cómo el teatro baila», cuenta Pazos, que empezó 2021 con Lorca («Viaje a la Luna») y lo termina del mismo modo.
A través de un elenco muy joven, «Comedia sin título» habla de la revolución nacida desde el propio teatro y de la pasión por el arte y el amor por la vida. «Nos azota en las butacas y nos agita en el escenario»:
–Autor: ¡No me interrumpa!
–Espectador 1º: Tengo derecho. ¡He pagado mi butaca! (Acto I).
  • Dónde: Teatro María Guerrero, Madrid. Cuándo: hasta el 26 de diciembre. Cuánto: de 6 a 25 €.