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El secreto mejor guardado de Lola Flores

Testimonios como los de Charo Reina, Juan Y Medio o Rosa Villacastín se dan cita en «Lola, el brillo de sus ojos», un nuevo libro biográfico editado para celebrar el centenario de la leyenda jerezana
Lola Flores fue una de las divas exponentes del jaleo poderoso de la coplalarazon

Sevilla Creada:

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Este sábado 21 de enero, a partir de las 12 de la mañana, Jerez de la Frontera (Cádiz) celebra cien años del nacimiento de su artista más universal, María Dolores Flores Ruiz, Lola Flores. Si La Faraona viviera para verlo probablemente no estaría de acuerdo, no por el reconocimiento público de su tierra natal, sino porque su edad fue siempre uno de sus secretos mejor guardados. La fecha de nacimiento de Lola fue un enigma, ya que siempre mantuvo que la fecha no era 1923 sino 1928. Una cuestión más bien de coquetería femenina pero que la llevó, según cuenta su propia hija, a modificar la fecha con un bolígrafo en el DNI. Dice Lolita que su madre convirtió el 3 en 8 y que ella conserva ese documento y no puede evitar sonreír cuando lo mira. Los periodistas de la década de los 80 intentaron por todos los medios confirmar la fecha exacta de su nacimiento y se encontraron con que tanto en el Registro de Jerez como en la Iglesia donde fue bautizada, había orden expresa de no facilitar esos documentos. Sin embargo Lola olvidó que el certificado matrimonial también contenía la fecha y fue así como se consiguió un documento oficial que certificaba como fecha de su nacimiento 1923.
Muy pocos artistas consiguen, además del reconocimiento del público, el reconocimiento de sus compañeros, ser considerado artista de artistas, y eso es algo que Lola Flores consiguió, primero de manera natural, por su carisma y su personalidad, y luego por su corazón y su humanidad. Esa es una de las conclusiones a las que he llegado tras publicar el libro «Lola, el brillo de sus ojos», donde recojo testimonios, entrevistas y fotografías que repasan la vida de Lola y cuya finalidad es que sea un recuerdo del centenario. En la foto de portada aparece Lola esplendorosa con una bata de cola blanca en las playas de Cádiz, levantando los brazos como si fuera a echar a volar. Esa bata se la confeccionó Justo Salao, que junto al granadino Tomás García y a Pepín Castillo, fueron los diseñadores que solían realizar su vestuario, diseñado por ella misma.
El libro cuenta con la última colaboración para un medio del periodista Jesús Quintero, de una de cuyas entrevistas sale el título «El brillo de sus ojos». Esa fue la respuesta que la Faraona dio a Quintero cuando le preguntó el secreto de su eterna lozanía: «¿Tú sabes por qué yo estoy guapa? Porque el brillo de los ojos no se opera, porque lo que sientes por dentro te sale a flor de piel, cuando estás nulo por dentro, vacío o vacía vives… pero no te sale a flor de piel la belleza de tus sentimientos, de lo que eres, de lo humano, de cómo ves la vida», le decía Lola a un sorprendido Jesús. Ambos llegaron a proyectar un programa juntos, «de igual a igual» que se hubiera llamado «Jondo». También Juan y Medio, amigo de toda la familia Flores, reconoce que «el talento de Lola quedó repartido entre todos los miembros de su familia pero entre todos no hacen una». Y Charo Reina, sobrina de Doña Juana Reina, a la que conoció desde que nació por su amistad con la familia, desvela algunos detalles de la amistad tan especial que mantuvieron Juana y Lola, dos mujeres muy distintas pero unidas por el sentido del humor. La periodista Rosa Villacastín hace una semblanza de la etapa marbellí de Lola, la época dorada que vivió y protagonizó y donde encontró un refugio en su chalet "Los Gitanillos".
La vida de una niña nacida en la Calle Sol, 45 de Jerez, en la planta de arriba de la taberna de su padre, que debutó a los 16 años en el Teatro Villamarta con el nombre de Lolita Flores, «Imperio de Jerez», por su admiración por Imperio Argentina. Su primera película la rodó a los 17 años, «Martingala», de Fernando Mignoni, y decía haber cobrado 12.000 pesetas. Después se marcha a Madrid, su etapa como pareja artística de Manolo Caracol duró casi una década. Un contrato millonario con el productor Cesáreo González la llevó a América, «siete millones y medio de pesetas por dos años que luego renové en cuatro años más», más tarde Cesáreo, se convirtió en su padrino de bodas con Antonio González, «el hombre con el que se tenía que casar», el padre de sus tres hijos, Lolita, Antonio y Rosario. El Rey de la rumba catalana, otro artista querido y admirado por todos.
La Lola más familiar, la empresaria al frente de su tablao «Caripén» en el Madrid de los 70, la que quiso ser marquesa, la que se arrodilló ante Julio Iglesias, la que le dijo a la Jurado: «Eres una roca dura de Chipiona», la Lola aficionada al fútbol y a los toros, la amiga del Beni de Cádiz, de Camarón y de Curro Romero y la Lola pintora. Todas estas facetas aparecen en un libro que recoge además abundante documental gráfico, más de 200 imágenes. En él también aparece reflejado el capítulo más doloroso de su vida, sus problemas con Hacienda, el documental que hizo con Carlos Saura, "Sevillanas" y cuya imagen forma parte ya de la historia del cine español, y el trabajo más reciente sobre ella ,el documental de Movistar «Lola» de Israel del Santo, quien considera a Lola una de las creadoras del marketing e, incluso, llega a compararla «con la música punk, porque no tenía pelos en la lengua, cada vez que hablaba subía el pan, su actitud vital en los años 40 era sorprendente».
Además de sus coplas más emblemáticas, películas, reconocimientos, su influencia hasta en el carnaval de Cádiz, Koki Sánchez intervino en el pregón de Sabina caracterizada de Lola, su estética peculiar, su gente, opiniones de otros artistas y su Museo de Jerez que se abrirá en primavera. El libro está dedicado «A todas las mujeres que nos abrieron caminos, luchando por su libertad y adaptándose a la vida que les tocó. A todas las Lolas» .