Rozalén: “Pienso mucho en el último abrazo de mi padre”
La cantante manchega presenta en Madrid el próximo 14 de diciembre su último disco, “El abrazo”
La suya es una de las voces con más peso y profundidad de la escena española. María de los Ángeles Rozalén Ortuño (Albacete, 1986) se ha labrado una carrera a golpe de emoción. Aunque en su último trabajo, “El abrazo”, ha ido incluso más lejos que nunca, como ella misma admite: “Es el disco más emocional y eso que siempre estoy profunda, pero aquí todo se ha ido más allá, se ha desbordado". Lo presenta en el WiZink Center de Madrid el 14 de diciembre.
Hace en el trabajo una celebración de la vida y del amor
Sí, y en mi caso tampoco es muy habitual que yo haga una canción explícita del amor que acostumbramos a escuchar de esa forma, romántica. Pero quería hacérsela a mi pareja, que es hogar.
¿Había tenido problema con ese tipo de canciones?
Creo que me cuesta porque me da cierta vergüenza, no sé por qué, me lo tengo que trabajar psicológicamente. Me cuesta hacer esa canción más íntima, del te quiero. Aunque me hago mayor y digo cada vez más "gracias”, “te quiero", “lo siento”. Creo que eso es fruto de haber perdido a gente en los últimos años y de comprender que la tristeza forma parte de la vida, que el mundo es injusto y macabro a veces.
Uno puede tener pudores.
A mostrar mi vida privada, sí. Yo he escrito mucho en tono social, porque vengo de la psicología social, pensaba que iba a dedicar mi vida a eso, a la cooperación. Pero reivindicar el abrazo y el cariño es social. Incluso puede ser revolucionario.
Se pueden cambiar cosas con una pequeña actitud.
Si quieres que te den un abrazo, lo tienes que dar tú. Aunque haya tantas divisiones y polarización y crispación, hay tantas cosas que nos hacen ser iguales como el amor y la muerte... ahí es donde me encuentro.
También habla de la cara amable del mundo, de hacer el bien. Yo la teoría me la sé, pero llevar eso a la práctica es tan complicado...
Si lo supiera, lo haría. Es cuestión de valientes. Yo intento focalizar en la luz, en las cosas que me hacen sentir mejor. Si me hace daño y es destructivo, no lo pienso.
¿Cómo cuida su mente?
Cuando tengo bajones, pido ayuda. No estás en buen momento y acudes a un profesional. Con el cuarto disco hablaba del autocuidado y de cosas que aún no logro hacer conmigo, como descansar o decir que no. No cumplo nada de todo eso (ríe) pero tengo claras las cosas que debería evitar.
Lo que le aflige es lo asociado a la música.
La exposición. Y te genera una presión, cosas injustas, disparos que te duelen... no hay ninguna profesión que no tenga una parte que no sea incómoda. Yo intento ser cariñosa y respetuosa.
Disparos externos.
El "hate" de las redes sociales. Es tal el nivel de odio y agresividad que afecta no solo a las personas que tienen foco. Cualquiera es susceptible a que le linchen.
Canta sobre eso con Kase O. y R de Rumba.
Él me dice: "no tengas miedo, sigue brillando entre la escoria". Son buena gente a reventar.
¿Le hacen sentir como una impostora?
Tengo ese síndrome muy dentro y el paternalismo también lo siento cerca. Me lo dicen incluso desde el amor, pero no se dan cuenta. Te tratan como una niña pequeña, y hay compañeros que me dicen que "me han escrito una canción". Y bueno, todos reflexionamos, ser cada vez mejores.
Puede haber buena fe.
No la juzgo, pero no se dan cuenta de que te hacen sentir más tontica o niña pequeña. "Escribe esto de esta manera", te dicen. Hay mucha gente que te dice todo lo que haces y lo que no haces. Y yo no tengo una opinión de todo pero te piden que te mojes, que lo hagas. Y a veces no tienes la fortaleza o la opinión. Te dan lecciones de todo.
Habla de las pérdidas.
Se nos muere la infancia. Queremos volver a un cuando, a un entonces, a esa época en la que decimos adiós a abuelos, padres, llegan los hijos... yo la canción que le escribí a mi padre me la han devuelto amigos pensando en que sus hijos se sentirán como me siento yo. Noto que lo que me dicen es que van corriendo a abrazar. Que la ausencia está ahí, forma pare de la vida. A mí me sirve hablar de estas cosas dolorosas y despiertan esa lágrima, ese vaciarte.
No tiene una deuda pendiente con su padre
No, para nada siento que no me haya podido despedir de él, incluso habiéndose muerto de golpe. La noche que murió me llamó tres veces. Él era un hombre muy muy sensible. Era cariñosísimo. Le dolía el mundo. Estuvo conmigo y, cuando llegó a Albacete, me llamó para decirme lo orgulloso que estaba de mí. Sonaba a despedida, pero es que siempre lo tuvo claro que podía pasar. Era el “te quiero” continuo. Me hacía reflexionar. Pienso mucho en el último abrazo. Si tenemos presente eso, se nos iría mucho la tontería.