Una ola gigante llamada Taylor Swift
Ha batido todos los récords pero, por encima de todo, ha logrado conectar emocionalmente con el mundo entero
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A veces los números pueden engañar o resultar fríos para explicar un fenómeno cultural, pero, en otras ocasiones, son más que elocuentes. Taylor Swift es la gran superestrella del momento como se puede comprobar esquivando el aluvión de noticias que genera la estadounidense diariamente sobre cualquier aspecto banal de su vida (su cumpleaños, su ropa, su peinado) pero, principalmente, haciendo acopio de la larga lista de récords que ella solita ha batido durante el último año. Swift ha sido, sucesivamente, la primera artista mujer que ha conseguido colocar doce álbumes en el número uno de las listas de ventas (superando los 11 de Barbra Streisand), la que ha conseguido la gira más exitosa de la historia (ha roto la barrera de los mil millones de dólares de recaudación), la primera que ha colocado simultáneamente diez singles entre los diez primeros puestos de la lista de ventas y cuatro álbumes entre los diez primeros, la artista más escuchada del mundo a través de Spotify... y podríamos seguir mencionando el fenómeno, incluso cinematográfico, de The Era’s Tour, la plasmación en documental de su gira, el largometraje musical más visto de la historia con 124 millones de dólares recaudados. Hasta el Libro Guiness ha dado cuenta de algunas de estas medallas, como la de ser la artista femenina que más tiempo ha permanecido número uno de la historia.
Los récords ilustran bien la locura desatada y la dimensión comercial de una artista que, incluso, se ha permitido el gustazo de desafiar a la industria regrabando sus seis primeros trabajos, cuyos derechos habían terminado en manos indeseables. En una acción artística en defensa propia, Swift volvió a publicar sus canciones con el apellido de «Taylor’s version» para evitar que los «swifters» escuchen las antiguas y beneficien a Scooter Braun, un magnate sin escrúpulos de maneras un tanto siniestras al que se enfrentó públicamente. Y sus viejas canciones, revestidas de nuevo, volvieron a arrasar. Sin embargo, demasiado a menudo los números no son suficientes para explicar la dimensión de una artista. No es solo que ha demostrado carácter y compromiso político y social, como podía apreciarse en el documental «Miss Americana», sino que Swift ha demostrado tener un ángel creativo a la hora de presentar un pop comercial rebosante de gusto y con conocimiento de la canción americana. Canciones que, a través de las letras y la melodía han conectado con millones de personas, de Brasil a Taiwán (y por supuesto España), con las que ha creado un vínculo emocional. A eso se le llama, simplemente, la magia del pop. Por eso, la credibilidad como compositora de la estadounidense está fuera de toda duda. El tiempo hablará de la trascendencia de su obra y los próximos años fijarán su techo, pero todo parece indicar que está alto, muy alto.