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Rock andaluz, un viento entró por el sur

Cuando todavía existía el franquismo, nació lo que se conoció de forma estereotipada como «rock andaluz», algo que cobró dimensión con el paso de los años
Integrantes del grupo de rock Trianalarazon
La Razón
  • Alberto Bravo

    Alberto Bravo

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Antes de que llegara la Movida, un fresco viento de cambio entró por el sur. Y lo hizo en las circunstancias más desfavorables, cuando todavía existía el franquismo y sin posibilidad comercial de extender aquellos nuevos sonidos al resto de la península. Aquello que se conoció de forma estereotipada como «rock andaluz» fue algo que en realidad solo ha cobrado una verdadera dimensión con el paso de los años. Muy tarde, aunque no lo suficiente para aflojar su peso en la memoria. Al contrario.
Sería una cosa tan indescriptible y asombrosa como «El garrotín», de los inclasificables Smash, lo que en aquel remoto 1971 impulsaría definitivamente el surgimiento de una corriente singular que elevaría hacia los cielos los legendarios Triana en 1975 con la publicación de su primer álbum, «El patio». Estas dos obras –una era la semilla, la otra era el glorioso fruto– se suelen considerar como el nacimiento del «rock andaluz». Una definición pobre para tantos sonidos como emergieron en aquella mitad de los 70 y que luego se iría perpetuando con otros renovadores e impulsores del género.
A Triana le seguirían bandas como Alameda y Medina Azahara para completar el trío de ases del rock andaluz más original y primigenio. Probablemente también el más talentoso. Además llegarían Cai, Imán Califato Independiente o Guadalquivir. Y también otros como Azahar, Zaguán, Cuarto Menguante, Granada o Tabletom. Grupos unidos por muchas cosas –destreza instrumental, osadía, atención a la vanguardia, talento para conjugar tendencias y tradición, personalidad, pasión– pero separados también por otras muchas. Porque realmente no había dos grupos iguales. Lo mismo ocurriría con el paso de los años y el estreno de las décadas, con el nacimiento de otros grupos que llegarían con nuevos sonidos del sur y otras influencias musicales, fusionando la música anglosajona, brasileña y hasta africana con la tradición flamenca. Kiko Veneno, Pata Negra, la familia Amador, Ketama y muchos más.
Una de las curiosidades que explican el germen del rock andaluz es que ellos podían escuchar antes que nadie muchos de los sonidos y nuevas corrientes del pop y del rock anglosajones, pues muchos de esos discos entraban directamente desde las bases americanas del sur de España, en Rota y Morón de la Frontera, donde los soldados salían por la ciudad y llevaban sus discos para que sonaran en los bares. Y también había una radio en las bases que se podía conectar en algunos barrios. Así llegaban los sonidos de Pink Floyd, Led Zeppelin, Bob Dylan, Jimi Hendrix, Miles Davis, Rolling Stones, Doors, Santana y muchos más. Es decir, estilos como el rock, el jazz-rock, el rock sinfónico, el folk, los ritmos latinos o el country-rock convivían sin problemas con lo que cada uno aportaba y traía desde casa, fundamentalmente el flamenco y la vieja tradición del sur. Y por allí desfilaban guitarras flamencas, pero también eléctricas. Y baterías, bongos, flautas, sitares, pianos y sintetizadores. Ante todo ellos querían ser una cosa: roqueros. Y como tales querían ser considerados.
Es cierto que ni todo el rock andaluz nace en Andalucía ni todo el rock que se hace en Andalucía es rock andaluz. Como tal, y siendo puristas, el rock andaluz se circunscribiría a un puñado bandas históricas y músicos que recogerían aquel legado. En su origen sería un vendaval artístico, probablemente el último estilo realmente genuino aportado por España a la música contemporánea. Solo que nacería antes de tiempo y su impacto quedaría comercialmente limitado. Este país sonaba rancio en el tardofranquismo y el rock andaluz se encargaría de airear la casa de la cultura autóctona. Triana daría con la fórmula magistral y luego muchos grupos querrían ser como ellos, cada uno en lo suyo, pues Alameda tenía su sello de distinción, Medina Zahara otro, etc.
Dicen que el genuino rock andaluz murió con Jesús de la Rosa el 14 de octubre de 1983 en una carretera de Burgos. Según los puristas, a partir de ahí todo fue una evolución propia del signo de los tiempos y del surgimiento de una generación nueva que, como la anterior, se vería influida por las nuevas corrientes y su forma de procesar no solo el flamenco, sino su posterior herencia, que fue la del rock andaluz.

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