James Rhodes: “Hay una línea directa entre Bach y Rosalía”
James Rhodes publica “Vitamina C”, un álbum que selecciona piezas de Bach y de Chopin que sigue en la línea de abrir la música clásica para todos
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Es del Betis y escucha Extremoduro, pero su vida siempre ha sido la música clásica, que, como él reconoce, le “salvó la vida” cuando sufrió abusos en su infancia. James Rhodes, británico de nacimiento, español de elección, ha dado incluso su nombre a una ley en nuestro país para la protección del menor y, entre los muchos charcos que pisa, está el de divulgar la música clásica y acercársela al ciudadano medio. Con ese afán, publica “Vitamin C”, un disco con piezas escogidas de Chopin y de Bach, para disfrutar de la clásica sin pretender ser un estirado con el meñique enhiesto. Y lo explica con un increíble castellano.
-Este disco lo disfruta incluso un perfecto ignorante como yo.
-No te preocupes, yo también lo soy.
-¿Por qué lo ha llamado Vitamina C?
-Es por Chopin, primero, pero también porque vivimos en un mundo tan de bajón y con tanto estrés que me parece que a todos nos hace falta algo de energía y de vitamina. Esta música es mi dosis diaria.
-De entre tanta música como existe y conoce ¿cómo ha hecho la selección?
-Es casi imposible. Hay tantas piezas que son obras maestras... Tomé composiciones emotivas, bonitas, algunas tristes y otras emocionantes... Una mezcla. El mundo de la clásica es cerrado y es difícil encontrar una manera de entrar. Y siempre estoy intentando motivar a la gente a través de una selección amplia. Si la gente odia una pieza lenta, quizá tenga otra más rápida que les apetezca más. Es un trampolín hacia este mundo.
-Lleva casi una cruzada personal divulgadora.
-Supongo que sí... aunque son muchas misiones ya. Para mí lo más triste de todo es que la educación musical está realmente jodida. Si no vienes de una familia con pasta, es muy poco probable que tengas la oportunidad de aprender un instrumento o saber mucho de este mundo de la música clásica. Me da mucha tristeza. Hay una línea directa entre Bach y Rosalía y una generación entera de niños que dejan el cole y no tienen ni puta idea de quién es ese o quién es Chopin. O cómo suena un violonchelo. Tenemos la obligación de cambiar eso.
-¿Una línea entre Rosalía y Bach, dice?
-Pero claro, ¡por supuesto! Es que incluso más allá de Bach. Hay 88 teclas en un teclado y ahí un universo entero. Y todas las armonías vienen de hace 300 años o más y viven todavía. Da igual si es con Rosalía, Serrat o Luis Fonsi. La música es música. Y segregarla es muy feo. Hay mucha gente de mi mundo de la clásica que dice que la música de verdad es un arte para la gente con pasta y educación y muy inteligente. Y son patrañas.
-Le odian un poco por eso en el mundo de la clásica.
-¿Un poco? (risas) Ojalá. Hay gente con mucha influencia que me llama peligroso y que dice que no he tocado nada bueno nunca. Bueno, se ve que han escuchado todos mis discos y asistido a mis conciertos... Pero no entiendo por qué. Es muy triste, pero es que lo único que hago es tratar de mejorar. Pero se ve que no les gusta que vista vaqueros y que haga una presentación hablada desde el escenario.
-¿Tan grave es?
-Es que hay un ritual, es como ir a una misa en la iglesia. Con sus reglas. Y la gente te mira como un vagabundo que no tiene ni para un traje. Me da mucha rabia que quieran guardarse esa música solo para ellos. Por eso he tocado en Sónar o en Las Noches del Botánico además de en el Teatro Real o en el Liceu, porque esta música es para todo el mundo.
-En la portada del disco sale un niño muy mono poniendo morritos.
-¡Soy yo, con 18 meses! Es que estoy harto de ver a los discos en los que salen en la portada pianistas con cara de estar cagando... Esta cosa estricta de soy artista y “bésame las manos porque ellas tocan a Chopin”... en serio, por favor. Tranqui, tio. Nunca voy a entender esa obsesión de que por ser músico clásico vales más que otro tipo de trabajo. Es una tontería, basta. Porfi (sic).
-Está adorable en la portada
-¿Verdad? Bueno es un homenaje a esta música que me ha salvado mi culo tantas veces... es mi manera de decir: olé.
-¿Quiénes eran, por cierto Chopin y Bach?
-Uf, para mí los compositores más románticos de todo el mundo. Hay mucha gente que dice que Bach era muy seco, como académico y la verdad es que es al revés. Tuvo 21 niños. La mitad se murió, pero es que vivió como Keith Richards, muy fuerte. Y Chopin contiene todas las emociones en una sola pieza. Por eso les escuchamos 300 años después, porque son genios. Es como cuando Lorca habla del duende. Es la definición perfecta de eso, algo que te toca muy profundo. Y en este mundo de redes sociales todo está pensado para el espejismo, para la vida perfecta
-Ha apoyado una red social, The Daily Muse.
-No quiero abrir una aplicación como Twitter y ver miles de insultos y polémicas e indignación. Prefiero leer unos párrafos sobre Goya o Rosalía de Castro, algo bonito. Y reflexionar un par de minutos y ya está. Y así mi día va mejor. Lidiamos con muchas mierdas. Di una charla Ted en Madrid y yo decía que deseaba que hubiera algo para enfocarte dentro, más profundo. Y una mujer en colaboración con Notre Dame University y un equipo al 90 por cien de mujeres, ha estado en contacto conmigo durante 4 años para desarrollarla. Ahora existe y es una pasada: no hay “me gusta”, no hay mensajes privados, no hay “dick pics”, no hay acoso. No hay políticos. Es una oportunidad de reflexionar y escribir. Es una oportunidad de reflexionar y escribir. Y quiero enfocarme en las cosas que me dan alegría porque no tengo el chichi para ruidos (sic)...
-Es sorprendente que necesitemos de “espacios seguros” en internet porque no sabemos comportarnos.
-¡Pero mira el Congreso! O los programas de la televisión, lo que sea. En todas partes hay una cultura de indignación y de cancelación. Y bueno, hay cosas que hay que tener responsabilidad y que tiene consecuencias. Pero el odio está constantemente. Todo mal.
-¿Qué escribiría en esa red sobre Extremoduro?
-Por favor... Robe Iniesta es un puto genio. Imagínate que llegas a un país totalmente desconocido y oyes eso. Es como descubrir Queen o Bowie. Es impensable. Y Sabina, y Serrat... y La Oreja de Van Gogh. Hay bandas maravillosas. Es un mundo nuevo para mí y de eso se trata. No quiero despotricar con la tecnología. Porque te abre el mundo. Y esa fue mi experiencia con Extremoduro. Mira, hace unos años habría dicho, sin escucharlo, que no eran un grupo para mí. Y así es como se comporta la gente en Twitter: “este es un rojo de mierda, un cabrón. ¿Le conoces? Ah, no, pero leí algo por ahí...”. ¿Sabes? Pues no puede ser.
-¿Cuál es su relación con el piano? ¿es saludable?
-No, la verdad... (ríe) Mira, en un concierto supongo que toco cien mil notas, digamos. De memoria, sin partitura. Y cada nota tiene su propio dedo y cada dedo su propio peso. Si toco con dos gramos de peso adicional en una sola nota, para mí el concierto está estropeado. Y con este nivel de tiquismiquis no se puede tener una relación saludable. Y por eso los discos y sus portadas con somo son, porque es imposible vivir así con este nivel de presión cuando tienes 4 ó 5 años. Hasta luego Mari Carmen a tu infancia y a tu vida social. Con suerte, he evitado todo esto. Yo llegué tarde al piano y a muchas cosas, pero bueno, ahora estoy mejor. Siempre tengo la obsesión de mejorar y mejorar y eso será para siempre. Pero bueno, imagino que nos pasa a todos en nuestro trabajo. Siempre se puede mejorar. Mi relación es agridulce pero parte de un amor trascendental.