Besmaya acelera en La Riviera
La banda debutó en la icónica sala madrileña con un concierto que derivó en fiesta, adrenalina y, por qué no, un auto homenaje
Creada:
Última actualización:
Esa efervescencia de las primeras veces, esa inocencia dándose de bruces contra una realidad que ha sido soñada antes que alcanzada, desemboca en una emotividad contagiosa. De haber visto a Besmaya en festivales a un entorno como el de La Riviera, la cosa cambia. Se mantienen en ese carácter de grupo divertido, enérgico y jovial que a cualquiera atrapa en un directo, que entre carteles y nombres deja una huella especial. Pero, en un concierto propio, se le suman nervios, un público propio y un tierno auto homenaje. Y por qué no aprovechar para mostrarse al natural, tal y como son: dos buenos chavales que hacían todo lo posible para ofrecer un imborrable primer concierto en la sala La Riviera de Madrid.
A la cita, programada dentro de la gira Vibra Mahou y celebrada este jueves 28 de noviembre, acudieron 2.200 personas, y fue tal y como, al menos, el público se imaginaba. Tras aparecer la banda con el ya característico mono rojo de Fórmula 1 que repiten en sus conciertos, los dos Javis que componen Besmaya -Echávarri y Ojanguren- se subieron al escenario dispuestos a acelerar, pisar a fondo y disfrutar del viaje, tuvieran más o menos curvas. Presentaban "Nuevos Lemas", un primer disco que les ha permitido hacerse un hueco en la música emergente sumando miles de oyentes en las plataformas. Sonaron las que no podían faltar: canciones como "Cuerda auxiliar", "Tu buen chaval", "El cable" o "Tu carita" les han permitido cosechar un público fiel y, en su mayoría y como ellos, joven, para quienes la música está relacionada con el disfrute, con el pasarlo bien, y que sea lo que Dios quiera.
Originales de Barcelona y San Sebastián, Besmaya arrancó sus motores en febrero 2020. Poco a poco, asomaron cascos y cabezas en la escena indie-pop nacional, y ya acumulan una audiencia que supera los 600.000 oyentes mensuales en Spotify. Una situación cómoda, pero que para tantos artistas resulta, aún con esfuerzo, inalcanzable, o al menos difícil de abrazar. Y que por lo tanto se vive y exprime sin miedo y con la potestad de celebrarlo como se quiere.
Ofrecieron en La Riviera, por tanto, el concierto que siempre quisieron hacer. De hecho, aseguraban que el espectáculo iba a ser tal y como se lo imaginaban cuando crearon "Nuevos lemas". Se metieron entre el público, se subieron a sus hombros, cantaron junto a familiares y amigos -el gran invitado de la noche fue Íñigo Quintero-, y revolucionaron sus motores hasta que se pasaron cualquier límite de velocidad. Lo hicieron: cantaron sus canciones, bailaron y saltaron sus ritmos, llenaron la icónica sala madrileña, y contagiaron esa incipiente adrenalina de quien comienza a permitirse soltar el freno.