Miguel Herrán: "Mi profesión siempre había estado por encima de absolutamente todo hasta que me enteré de que iba a ser padre"
El consolidado intérprete protagoniza "Valle de sombras", el nuevo thriller de aventuras de Salvador Calvo enclavado en la inmensidad inhóspita del Himalaya
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Miguel Herrán soporta el frío escarchado de los barrotes presidiarios de la Modelo o las epidemias de cólera y viruela que azotaron Filipinas durante el transcurso del siglo XIX con la misma entereza corporal y el mismo desafío interpretativo con que se enfrenta a la inmensidad silenciosa y exorbitante de los parajes del Himalaya. El intérprete de origen malagueño continúa imparable en la construcción de personajes versátiles con los que edificar una carrera interesantísima que no deja de ir hacia arriba desde que Daniel Guzmán le descubriera con "A cambio de nada", su debut como director y el detonante del Goya a mejor actor revelación obtenido por Herrán en 2016 y ampliara considerablemente su espectro de popularidad a nivel internacional con el personaje de Río en "La casa de papel".
Tras su reciente inmersión en "Los Farad", la serie sobre las excentricidades y la corruptela que dominaba la Costa del Sol de los ochenta creada por Mariano Barroso y Alejandro Hernández para Prime Video, ahora estrena "Valle de sombras", el último y musculado trabajo de Salvador Calvo -con quien ya colaboró en "Los últimos de Filipinas"- a través de una historia asfixiante protagonizada por un joven mochilero que a finales de los noventa se queda atrapado como consecuencia de unos macabros crímenes, en los surcos espirituales de la cordillera del Himalaya. La cinta, que opta a tres nominaciones en los Premios Goya de este año (que tendrán lugar el próximo 10 de febrero en el recinto de Feria de Valladolid) incluyendo la de mejores efectos especiales, vertebra el concepto del perdón y de la culpa mediante un viaje extremo inspirado contextualmente en las extrañas desapariciones que suceden en Himachal Pradesh, una zona bautizada como el triángulo de las Bermudas de la India por la cantidad de personas que desaparecen entre las incógnitas de sus surcos.
Susana Abaitua y el propio Herrán encarnan a la pareja iniciática sobre la que oscila esta historia en la que se mezclan desubicadas raves y fiestas lisérgicas colonizadas por neohippies ávidos de experiencias, con giros narrativos de ralentización del tiempo y búsqueda existencial de respuestas pero especialmente de justicia -más integrada en la tradición budista y sij- que persigue incesante el personaje de Quique (Herrán). Nos sentamos con el actor para hablar del particular Shangri-la que ha supuesto el rodaje de esta película, diseccionamos el cambio de prioridades accionado por el intérprete después de enterarse de que iba a ser padre en mitad de las montañas, del exceso de nostalgia que impregna el cine actual y de la posibilidad de construir una personalidad con la misma metodología con la que se construyen personajes.
¿El espíritu con el que inicialmente recibes este proyecto de la mano de Salvador Calvo fue igual de aventurero y arrojado que el protagonista de la trama?
Mira realmente este proyecto a mí se me presenta hace dos años y medio y en ese momento dije que sí de manera inmediata: era una película con vistas a algo muy largo. Este tipo de cartas que firmas como diciendo "si el día de mañana este proyecto se llega a hacer yo quiero interpretar al protagonista". Luego, como que se olvidó el asunto. Recuerdo que preguntaba "oye qué ha pasado con esta peli del Himalaya", porque pensaba que no se iba a hacer en la vida, era un proyecto muy ambicioso. Cogí "Los Farad" (ocho capítulos que tardamos en hacer nueve meses), acabé reventado, con la cabeza como un melón y lo único que quería si te soy sincero era llegar a mi casa y descansar. Y justo en el momento en el que terminé de rodar la serie, me llamaron para confirmarme que el mes siguiente hacíamos la película. Pensé "no me jodas tío, yo ahora no quiero hacer una película" -reconoce entre risas el actor-. Pero Salva es muy amigo mío y ya me había comprometido y me lancé. Tres días antes de irnos para allá, cojo el guion y veo que es todo en inglés y ahí entré en cólera. Llamé a mi repre desesperado “pero cabrón cómo no me avisas. Me dijiste que era un poco, no el ochenta por ciento”. En fin, un poco odisea. Todo esto para decirte que cogí con ganas relativas el proyecto, porque realmente no me apetecía irme de casa ni hacerme 70 horas hasta llegar a la India. Esa es la realidad. Ganas lo que es ganas, tenía entre pocas y ninguna pero la verdad es que luego me he alegrado muchísimo de haberlo hecho.
Salvando las distancias argumentales con "Valle de sombras", otra cinta de condiciones climáticas y naturales extremas como "La sociedad de la nieve" está teniendo una aceptación masiva por parte del público. ¿En dónde crees que reside nuestra fascinación por este tipo de historias construidas en el límite?
Porque no es corriente y el noventa por ciento de la población nunca se va a ver en algo parecido. Es decir, si tú a mí me pones un "Camera Café" delante y hablamos de una situación que conocemos y que podemos vivir en la mayoría de nuestros días, al final hay algo ahí cotidiano. Pero cuando ves "Indiana Jones" por ejemplo, este tipo de cine de aventura extremo en el que se van a lugares inhóspitos, muy poco transitados, parece que hay algo real en ello y al mismo tiempo imposible, impensable: son sitios a los que no va nadie, la inmensidad que tienen, su solemnidad, ese frío, la soledad, la dimensión. Nos suscita interés. Enseguida pensamos ¿qué haría yo ahí?. He visto la peli de Bayona y yo mismo me lo he preguntado. Y en ese sentido creo que cuando la gente vea "Valle de sombras" le pasará lo mismo. Hostia, ¿qué haría en ese entorno, cómo afrontaría esa realidad, sería realmente capaz? Ahí radica el interés de este tipo de proyectos yo creo, en pensar cómo se desenvuelve un ser humano normal y corriente en un paraje tan extremo.
Hablamos de una situación extrema que en este caso imagino que de manera inevitable se habrá trasladado al rodaje...
Totalmente, pero no tanto en términos de exigencia física porque en este sentido no fue para tanto, de hecho la gente que asegura eso creo que es porque no ha ido a un gimnasio en su vida, pero sí en la dificultad de la logística, del transporte, del almacenamiento, de la comida y sobre todo del contraste cultural. Para mí eso ha sido muchísimo más duro que el resto. La comida de la India te puede gustar más o menos, pero la manera de hacerla es muy diferente a la nuestra y aceptar ese tipo de culturas es muy complicado, fue algo que personalmente me costó un poco. Llegabas al desayuno del hotel y había dos ratones encima de los Kellogg’s y te decían que los ratones tienen el mismo derecho que tú a comer y que no pueden hacer nada. No puedes pelear contra todo, hay una cosa en el ambiente que te obliga a entender a la gente de allí, a respetarla, a intentar adaptarte a un país culturalmente muy difícil.
"El contraste cultural de la India fue lo más complicado para mí del rodaje"Miguel Herrán
La pareja de Quique y Clara responde a un perfil de mochileros que viajan a un lugar tan místico como el Himalaya aparentemente para vivir experiencias distintas, también para sanar heridas pasadas, pero hoy en día, con la irrupción del turismo masivo y la "democratización" del movimiento ha proliferado mucho la figura del que viaja sólo para poder decir que ha viajado ¿no crees?
A día de hoy eso pasa muchísimo. Con el tema de las redes parece que si no subes una foto no lo has hecho. Estas vacaciones por ejemplo yo he hecho de todo y he estado en todos sitios y nadie sabe nada, la gente se cree que me he quedado en mi casa quieto. Sí que es cierto que ahora hay una moda y una necesidad de enseñarle a todo el mundo que tienes una vida increíble. Igual te vas a Bali porque es el sitio de moda y no te apetece ni el huevo estar allí, ni conoces nada, ni hay nada que te interese. Creo que sí, que ha proliferado mucho este tipo de turismo de la foto, el vídeo, el momento, la puerta blanca de Mykonos. En ese sentido yo soy otro tipo de viajero. Mira, un viaje que sin duda me ha marcado fue Tailandia. Fui con "La casa de papel" y como sólo tenía que rodar un día me quedé unos cuántos más después por mi cuenta de vacaciones y me cambió bastante.
¿Cómo has trabajado la transición emocional del personaje de Quique al que vemos madurar de manera radical a partir de ese suceso traumático que obviaremos para no incurrir en el spoiler?
(Risas). Creo que ha sido natural. Yo al final tuve unas vivencias también a lo largo de este rodaje que se han asemejado mucho a las de Quique. Me he visto encerrado ahí, sin poder salir, me he visto pidiendo un helicóptero a la embajada porque teníamos que venir España, me he visto experimentando esa sensación de la cárcel dentro de la inmensidad o teniendo que solucionar un problema en mi país natal sin poder hacerlo. Y además esa obligación a la hora de madurar con todo el tema cultural que te he comentado antes. En el fondo, simplemente me dejaba llevar y además tampoco te creas que soy una persona que se prepara mucho las secuencias ni nada. Me aprendo los textos y luego voy allí y me dejo llevar por lo que sucede. Me ha venido todo dado con el personaje de Quique. Ese sitio, te coloca en ese lugar.
"Antes era capaz de abandonar a mi pareja por meterme en un personaje. De hecho, dejé a una pareja mía hace años con el mismo texto con el que Río deja a Tokio"Miguel Herrán
No es la primera vez que trabajas con Salva.
No y para mí siempre es una gozada poder hacerlo. Salva para mí, más que un director o un compañero es un amigo y trabajar con él es un gusto porque tiene una dinámica que va más allá de lo profesional. Hay muchos directores que tú les notas que hacen las cosas con el único objetivo de que les beneficie en su trabajo. Siempre lo digo, yo soy el valor activo de tu empresa, es decir, tú me pagas pero necesitas que yo responda. No soy un coche, tú no me compras y me tienes aparcado. Con Salva esa sensación desaparece. Muchas veces un director medio o un productor medio de un proyecto que tú vayas a hacer, te va a preguntar qué tal estás o cómo te va en casa por un interés suyo personal, quiere que estés bien para que rindas en el trabajo. Salva cuando te lo pregunta, lo hace de corazón, lo hace de verdad. En términos de calidad humana Salva excede la bondad.
¿Enterarte de que ibas a ser padre en mitad de las montañas condicionó la preparación psicológica del personaje de Quique o tu propia visión del trabajo a la hora de enfrentarte a una profesión tan mutable como la de ser actor? ¿Has notado cambio?
Me condicionó pero también me ayudó. En todo momento pensaba vale, tengo aquí a mi pareja con un bebé dentro y ya me han avisado de que cuando se gesta un bebé por encima de los 5000 metros puede sufrir hipoxia y morir. Es decir, el simple hecho de estar allí nos podría haber generado un aborto en cualquier momento. Sí te condiciona, pero para bien, porque al final todo el agobio extra que no puedas solucionar, es precisamente de lo que va la película. Llegaba un punto en el que pensaba "ya no sé quién está peor, si Quique o yo". Profesionalmente ahora mismo no tengo ninguna inquietud. Mi profesión siempre había sido prioritaria por encima de absolutamente todo hasta el día en el que me enteré que iba a ser padre. A día de hoy mi prioridad es mi familia, pasar tiempo con mi hija el día que nazca, estar en casa, que mi pareja no se sienta sola o crea que le falta ayuda o presencia mía y vivir acompañándolas. Lo importante para mí ahora es eso, estar. No le resto importancia a la profesión evidentemente, sigue siendo lo que me da de comer y lo que paga las facturas, pero ya lo vivo de otra manera, ya no dejo todo de lado por un personaje. Antes era capaz de abandonar a mi pareja por meterme en un personaje. De hecho yo he dejado a una pareja mía hace años con el mismo texto con el que Río deja a Tokio. Para probarlo y ver cuál era la reacción de una persona real al dejarla con ese texto. Luego no volví con ella. Sacrificaba mi vida y todo lo que venía con ella por encontrar una emoción, un punto de realidad en lo que hacía dentro de mi trabajo. A día de hoy ni de coña.
¿Y te arrepientes de ese sacrificio?
No, para nada. Pienso que todas las decisiones que he tomado y los actos que he llevado a cabo me han llevado a donde estoy hoy y ese lugar en el que me encuentro ahora es un sitio muy privilegiado. Tanto que puedo elegir no trabajar medio año porque quiero pasar tiempo con mi familia. Eso yo no lo podría hacer si no hubiera dejado de lado todo lo que dejé en un pasado. No me arrepiento porque veo que todo ha merecido la pena y ha dado sus frutos. La vida que tengo es con la que estoy contento.
"Me he criado odiándome a mí mismo"Miguel Herrán
Has hablado en innumerables ocasiones de cómo cambió tu vida cuando empezaste a dedicarte al mundo de la interpretación, de lo que supuso para ti este salto, ¿pero echas de menos algo de aquella vida pre "A cambio de nada"?
He cambiado tanto... No tengo nada que ver con lo era antes. Pero hago muchas veces el ejercicio de qué pensaría mi yo de 14 años si de repente entrara a mi casa a conocerme y estoy muy orgulloso de mí mismo. He construido la personalidad que siempre había querido tener. Lo que más me ha dado esta profesión y el motivo principal de que la siga adorando es que yo me he criado odiándome a mí mismo. Me veía como una persona intrínsecamente mala y eso no había manera de cambiarlo. Era algo que me generaba una desesperanza brutal, porque encima a la gente a la que quería solamente le generaba odio. Tampoco sabía cómo decirla que la quería. Y hubo un momento cuando yo me di cuenta de que era capaz de construir un personaje con "A cambio de nada", también podía ser capaz de construir una personalidad sobre mí mismo que me gustara. Construir la persona que siempre había querido ser y dejar de quejarme por algo que no se puede cambiar. El cine fue la herramienta que encontré para cambiarme a mí mismo y eso fue una maravilla. Soy quien quiero ser.
Siguiendo con esta línea nostálgica, ¿qué temperatura percibes en la cinematografía española actual si la comparas con la que había cuando empezaste en esto?
Tengo la sensación de que estamos viviendo en la época del recuerdo. Pero ya no sólo en el cine español, hablo del cine en general. No se nos ocurren muchas ideas genuinamente nuevas. Ahora todo es la Sirenita en carne y hueso, la remasterización del Rey León, la segunda parte de no se qué, el reencuentro de "Física o Química", el spin off de una serie que funcionó ("Berlín"). Es todo como vivir del recuerdo de una época dorada del mundo audiovisual. Que luego tenemos maravillas como "20.000 especies de abejas" o este tipo de cine de autor que de repente sí que resulta nuevo, pero es poco, viene a cuentagotas. Sí que noto esto de estar viviendo en el remake de una época que fue realmente buena como los noventa y los dos mil.