Dámaso Alonso, el traductor «secreto» de Joyce
El archivo de la Real Academia Española conserva la carta que el irlandés envió al escritor español con consejos a los que no hizo caso
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El de 1914 fue un año muy importante en lo literario para James Joyce. No solamente llegaba a las librerías «Dublineses», sino que concluyó la redacción de «Retrato del artista adolescente». El recorrido de su protagonista, Stephen Dedalus, conoció en poco tiempo dos traducciones después de su primera edición original en inglés en 1916 con una tirada de 750 escasos ejemplares. Tras ser traducida en Francia, la novela llegó a España en 1926 bajo el entusiasta impulso de Antonio Marichalar. En la portada se podía leer que el responsable de la adaptación del texto al castellano era Alfonso Donado, en realidad, seudónimo de Dámaso Alonso, un autor de la Generación del 27. Alonso empleó este nombre que, según se dice, su madre no supiera que trabajaba en el texto de Joyce. El proyecto de la traducción mantuvo ocupado al, por aquel entonces, joven poeta, mientras se encontraba en la Universidad de Cambridge, entre 1923 y 1925.
A Alonso le habían surgido algunas dudas sobre el texto de Joyce, por lo que no dudó en escribir directamente al autor irlandés. La respuesta del responsable de «Retrato del artista adolescente» se conserva hoy entre los papeles de Alonso en la Real Academia de la Lengua, que ha tenido la gentileza de proporcionarnos una copia del importante documento a este diario. El 30 de marzo de 1925, desde París, Joyce se dirigía a su joven traductor dándole «muchas gracias por su amable carta». A continuación empezaba a exponerle sus consejos para la edición española. El primero se centró en el título para la obra que iba a editar Biblioteca Nueva. Joyce veía con buenos ojos la propuesta de Dámaso Alonso: «En cuanto al título español de mi novela, por lo que usted dice parece mejor el uso de la palabra “Adolescente”. Como usted dice el español “Joven” es imposible. Sin embargo, creo que el significado clásico de “adolescente” es una persona entre las edades de diecisiete y treinta y esto cubriría solo el quinto capítulo del libro y representa una quinta parte del periodo entero de adolescencia».
El autor de «Ulises» también sentía curiosidad por saber sobre qué palabra española podría ajustarse más para la traducción de «portrait». Sobre ello, en la carta le preguntaba a su traductor lo siguiente: «¿Cuál es la descripción habitual que se emplea en los catálogos de las galerías de pintura españolas para designar los autorretratos hechos en la juventud? La palabra “autorretrato” me parece una descripción insuficiente para “picture”. El título de la traducción francesa que le envié procede, para que la consultara en caso de dudas, del catálogo del Louvre».
Entusiasta artículo
Cuando Dámaso Alonso trabaja en la traducción del libro, Antonio Marichalar anunció que lo hacía en esa versión en una nota a pie de página en su entusiasta artículo «Joyce en su laberinto», aparecido en «Revista de Occidente» y que luego se convertiría, aunque algo retocado, en el prólogo de la edición española del texto joyceano. Lo que llama la atención de lo que llegó a las librerías en 1926 es que, pese a los consejos proporcionados por Joyce en su carta, finalmente Dámaso Alonso no optó ni por «retrato» o «autorretrato» para el título final en español. La decisión fue más radical: «El artista adolescente», sin más. Se desconoce si Joyce aprobó la iniciativa. No fue hasta 1976 que el libro se publicó en España como «Retrato del artista adolescente», además de restaurar el nombre de Dámaso Alonso, ahora sí, sin ningún tipo de seudónimos.
Lo que parece evidente, como han señalado estudiosos de la recepción del autor irlandés en España, como es el caso de Carlos G. Santa Cecilia, es que quien sería presidente de la Academia hizo oídos sordos a los consejos de Joyce. A Alonso, como él admitió, no le gustó que Joyce le dijera que tuviese en cuenta el cuidado con el que se había traducido «Retrato del artista adolescente» antes en Francia: «Creo que mi traducción española estaba más próxima al carácter original de la novela que la francesa», dijo.