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«La libertad sigue siendo el grito de guerra tanto de la derecha como de la izquierda»

La autora de «En las ruinas del neoliberalismo» participa en Madrid en la primera edición del Festival de las Ideas
Wendy BrownCedida

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Hace solo un mes, Wendy Brown (California, 1955) estaba desolada ante una posible victoria de Donald Trump. Hoy cree que aún hay partido. La irrupción de Kamala Harris la considera esta politóloga y escritora de la izquierda estadounidense como un mal menor. No le entusiasma, dice, pero «ante el fascismo coges lo que sea». Brown participa esta semana en Madrid en la primera edición del Festival de las Ideas.
¿Cómo ve lo que está pasando en la política americana?
La retirada de Biden fue un gran alivio. Creo que Kamala tiene opciones de ganar, sobre todo gracias a la inteligente campaña que está haciendo. Es mucho más efectiva para el electorado joven por su carisma, la alegría que transmite y porque es capaz de mencionar a Palestina. Eso ha sido crucial. Su elección de vicepresidente también ha sido clave para llegar a los hombres trabajadores blancos, que son el público objetivo de Trump. No obstante, siendo realistas hay que recordar que el sistema en mi país es relativamente antidemocrático, basado en un colegio electoral. El que tengamos un neofascista o un centrista liberal en la Casa Blanca se va a decidir en los cinco estados bisagra de siempre. Espero que Kamala Harris gane, aunque no vaya a arreglar los grandes temas como el cambio climático o el peso de las corporaciones financieras.
¿De dónde venía la mala imagen de Kamala Harris?
Creo que la Prensa fue muy dura con ella, demasiado. Amplificaban cada pequeño traspiés, como si solo hubiera sido elegida por su raza y por su género. El segundo problema fue la tarea que se le encomendó, gestionar la frontera entre México y EE UU. Era imposible que solucionara nada, claro, no hace falta que se lo explique a usted que es española. Kamala ha crecido mucho en los últimos cuatro años. Es muy competente como oradora y es capaz de dirigir su discurso y atención a la consecución de políticas concretas. Ma atrevería a decir incluso que es menos afeminada que antes.
¿Kamala marcará un hito por su ideología o por ser mujer si llega a la Casa Blanca?
Somos de los pocos países en el mundo occidental que no han tenido una mujer al frente. Creo que será un punto de inflexión en el sentido social. Es súper consciente de las necesidades de las mujeres pobres y de la clase trabajadora y de las madres solteras, Se sabrá rodear de gente que tenga clara su misma filosofía de inclusión. Es su lado más brillante. La parte económica no me fascina pero cuando se trata de luchar contra el fascismo coges lo que hay. Si gana Trump esta segunda vez será incontrolable, igual que sus bases. Es un horizonte terrorífico. Hace un mes estaba segura de ello, ahora diría que las probabilidades con Kamala son del 50%.
¿El hombre blanco de mediana edad tiene razones para estar tan cabreado?
Sí y no. Por un lado, el neoliberalismo en todo el norte global ha fallado en sus promesas de movilidad social, acceso a educación superior, protección sindical laboral, etc. Están enfadados por lo que han perdido, el problema es que cargan la culpa en el lugar equivocado. Esto es, el feminismo, los inmigrantes, las minorías étnicas... Es verdad que el sistema les ha defraudado, lo que ocurre es que la derecha tiene una gran capacidad de movilizar a ese grupo para servir a sus intereses. Es algo que no debemos subestimar y a lo que la izquierda debe hacer frente.
¿Qué diría Max Weber de la política de hoy?
No era un gran fan de la democracia, aunque sí le preocupaba mucho lo que llamamos ahora el populismo autoritario o la movilizacíón a cargo de líderes demagógicos y narcisistas cuyo único interés es mantenerse en el poder y lograr su propia satisfacción. Ese tipo de figura era lo que Weber más aborrecía y es, precisamente, la que encarnan Trump, Bolsonaro o Milei. Se ejerce la política a través de la excitación, del odio, de la pasión. Para él no era una cuestión de proteger a la democracia sino a la civilización misma y los valores de la decencia. Para mí es un pensador muy útil a través del cual darle una vuelta a los grandes temas de hoy.
¿Le parece que el clima que vivimos se parece en algo al que retrataba Hannah Arendt en “El auge de los totalitarismos”?
Arendt es una intelectual muy importante, sin duda, aunque no creo que el tipo de totalitarismos de los que ella hablaba sean el gran peligro en nuestros días. La amenaza ahora es el fascismo liberal, en el cual la economía es autónoma del Estado e, incluso, lo controla. La libertad sigue siendo el grito de guerra tanto de la tanto de derecha como de la izquierda. Para la derecha va sobre todo de libertades individuales, Lo que yo temo es un totalitarismo liberal, algo que ya vemos en partidos como AfD, Vox o la derecha extrema en EE UU. No es que quieran el poder absoluto del Estado sino una forma distinta de autoritarismo.
¿Teme que se desate la violencia en su país si Trump pierde?
Claramente. Sobre todo si Kamala Harris gana me temo que será inevitable. Incitada por el propio Trump pero también por grupos locales Desgraciadamente, esta es una característica que se va a instalar en nuestro sistema político. No se trata de que escale a una guerra civil, pero altos niveles de violencia son una posibilidad muy real. Lo hemos visto en la insurrección del seis de enero. No fue el principio de ese tipo de violencia, más bien una continuación. Cuando ganó Trump en 2016 la extrema derecha en EE UU se empoderó brutalmente y se atrevió a salir de sus lugares naturales a las calles, Ya hubo mucha violencia callejera entre los antifas y los fascistas y ataques a inmigrantes, mujeres y personas de piel oscura.
¿Por qué no tienen ustedes una izquierda en condiciones?
Esa es una gran pregunta. Hay un par de razones. En América nunca ha habido una discusión real sobre clases sociales, en ningún sitio salvo en la extrema izquierda. Siempre nos ha gustado vernos como un país relativamente libre de clases desde la fundación. Claro que hay ricos y pobres, pero no tenemos esa tradición, así que el surgimiento de la izquierda resulta difícil. También creo que en el siglo XX, después de la Segunda Guerra Mundial, el sentido triunfalista de EE UU nos hizo emerger como súper potencia y una suerte de extraño modelo para el resto del mundo. La democracia liberal se apropió parte de ese éxito. Esto marginó cualquier esfuerzo de construir una izquierda. Después de 1989 se reforzó aún más si cabe, claro. Empezamos como una sociedad sin clases, no teníamos un pasado feudal, ni siquiera burguesía. Éramos colonos que iban por ahí matando a nativos americanos. Pero bueno, esto son solo excusas, ja, ja. Tiene todo el derecho de formular esa pregunta. Hasta la izquierda de Bernie Sanders fue socialdemócrata. Por supuesto que lo apoyé, pero digamos que no era una izquierda real. No pretendía abolir el capitalismo ni nada de eso. Solo pretendía una redistribución más equitativa.
¿Cómo es la atmósfera en el mundo académico estadounidense tras el movimiento woke?
El año pasado todo quedó eclipsado por el tema de Palestina e Israel y fue el foco de preocupación tanto de estudiantes como de profesores. Ese movimiento del que habla está en el espejo retrovisor, ya es el pasado. Creo que siempre fue más una manera de hablar sobre los estudiantes que tenía la derecha. La idea emerge del movimiento por los derechos de los negros. Era una forma de instar a que los jóvenes se mantuvieran despiertos (woke, en inglés), que no se relajaran pensando que ya estaba todo conseguido con poder asistir a la Universidad.
¿Qué comparten los partidos de ultraderecha en todo el mundo?
A todos les mueve la creencia de que los valores morales clásicos, es decir, el patriarcado, el supremacismo blanco y el género normativo deben ser restaurados y que todo lo que vaya contra ellos es una aberración social. Están también en contra de la inmigración, del primero al último, de Modi a los americanos. Respaldan la autoridad que le atribuyen al supremacismo, al patriarcado, la familia... Todo ello muy antidemocrático.
¿Dónde han ido a parar los valores en política? El narcisismo lo invade todo.
El problema es que se han dado las circunstancias para el surgimiento de lo que llamo el nihilismo histórico. Se trata de una devaluación absoluta de cosas como la verdad y los hechos, también del propio concepto de los valores. Se usan solo como instrumentos con fines de marketing, comerciales, de poder. Es una condición que ha sido diagnosticada por muchos filósofos y escritores. La ciencia ha desplazado a la religión como fuente de valores en Occidente. Y la ciencia solo ofrece respuestas, explicaciones, pero no valores. No nos dice cómo actuar o qué hacer. Así que queda en manos de los humanos establecer esos valores, un proyecto que da miedo. No hay verdades absolutas, hay que usar el discernimiento propio, elegir. Esta dificultad hace que mucha gente atemorizada vuelva corriendo a la Iglesia, que es lo que la derecha está fomentando, o directamente trivialice esos valores. Me atrevo a decir que la mayoría de esos líderes de derechas en el fondo trivializan los valores que preconizan. Todos sabemos lo que Bolsonaro o Trump aplican en sus vidas. No creen para nada en la familia tradicional, por ejemplo. Tampoco son personas religiosas. Se sirven de todo eso para su beneficio y saben cómo hacerlo. Así que el círculo vicioso está servido; nadie se cree nada, la gente ve que todo es mentira, así que los valores se devalúan todavía más. Y el mundo es aún más vacío de sentido.