Gargi Vachaknavi, la sabia entre los sabios de la India
Vivió en el siglo VII a.C., y fue una de las grandes maestras del debate filosófico en la antigua India, dominando los textos fundamentales del pensamiento védico
Creada:
Última actualización:
La antigua India ha sido cuna de numerosos cultos y tradiciones filosóficas, destacando el hinduismo como la religión más antigua de la historia. En esta encrucijada de debates éticos y metafísicos, emergen figuras notables, y entre ellas, una destaca con particular intensidad: Gargi Vachaknavi. Su nombre se inscribe en las páginas de los «Upanishad», que son los textos fundamentales del pensamiento védico y que están compuestos de diálogos, poemas, aforismos y enseñanzas de toda índole que han sido revelados a los sabios.
Gargi vivió aproximadamente en el siglo VII a.C., durante la época de los Vedas, en una sociedad en la que el acceso al conocimiento y al debate filosófico estaba restringido principalmente a las eruditas familias de «brahmanes». Sin embargo, Gargi, hija del sabio Vachaknu, recibió una formación excepcional que la condujo a dominar los textos védicos. Su apellido, Vachaknavi, refleja su linaje, y su nombre deriva del sabio Garga, lo que presupone que ella provenía de su linaje familiar. Reconocida como «Brahmavadini», título dado a quienes dominan la «Brahma Vidya» (el conocimiento del absoluto), Gargi mostró desde joven una curiosidad insaciable por la naturaleza del universo. Decidió permanecer célibe, consagrada a la reflexión y el aprendizaje, quizás para no convertirse en lo opuesto a un «Brahmavadini», una «Sadyovadhu», es decir, una mujer dedicada a su familia y a los cuidados del hogar.
Se la menciona en los «Upanishad» junto a dos mujeres relevantes, la erudita Vadava Pratitheyi y la poetisa Sulabha Maitreyi. Estas tres figuras femeninas creían en la doctrina del «Brahman», es decir, en la divinidad que personifica el principio creador supremo y la sustancia última que sostiene el universo.
Complejo interrogatorio
Gargi es recordada principalmente por su famoso debate con Yajnavalkya, uno de los más destacados sabios védicos. Este debate tuvo lugar en la corte del rey Janaka, un mecenas conocido por organizar asambleas filosóficas abiertas a los mayores eruditos de la época. El rey Janaka invitó a reyes, príncipes, princesas y sabios de todo tipo a participar en este encuentro, ofreciendo una recompensa de 1.000 vacas y en cada vaca depositó 10 gramos de oro en sus cuernos. Yajnavalkya era muy consciente que era el más sabio, así que ordenó a su discípulo que se llevase las reses a sus casas, quedándose con el premio antes del duelo. Esto enfureció a los eruditos, así que comenzaron a proponerle dilemas, perdiendo todos ante Yajnavalkya. Entonces, Gargi desafió al sabio con problemas profundos sobre el «Brahman». Su interrogatorio comenzó con cuestiones complejas, y después con dilemas aparentemente simples, como por ejemplo preguntándole qué sustenta a la tierra, al agua, a las estrellas y al cielo, y siguió avanzando hacia el tema de la interconexión a un nivel cosmológico (denominado como el urdimbre) preguntando «¿qué es Brahman (el mundo de lo imperecedero)?». Yajnavalkya, consciente de la profundidad y el peligro de la pregunta, le advirtió que estaba tocando un tema y le sugirió que callase si no quería quedarse sin cabeza. Y es que, en estos debates públicos la solemnidad y el respeto hacia el bráhman eran esenciales. Por ello, aventurarse y rebatir en su contra podría implicar el riesgo de ser literalmente decapitado. Gargi enmudeció por poco tiempo, y finalmente planteó una pregunta crucial: «Ya que todo este mundo está tejido de un lado a otro sobre el agua, ¿sobre qué está entonces tejido?». Yajnavalkya contestó, y aunque aparentemente salió victorioso del torneo dialéctico, en realidad lo ganó ella, ya que la respuesta solo se halló gracias a la persistente y obstinada indagación de una mujer. Así pues, la intrepidez de Gargi la situó como una igual entre los ocho sabios (Navaratnas) de la corte de Janaka.
La comparación de Gargi con figuras occidentales como Sócrates o la cínica Hiparquia resulta inevitable. Ambos compartían una pasión por el cuestionamiento constante como herramienta de crecimiento intelectual. Gargi no se conformaba con respuestas superficiales; su meta era comprender la esencia misma de la existencia, el hilo invisible que une a todos los fenómenos, un enfoque que la convierte en precursora del pensamiento no dualista que más tarde se desarrollaría en las escuelas de Advaita Vedanta.
Su inclusión en sexto y octavo Brahmana de los «Upanishad» no es casualidad. No se trata de una mera escritora (compuso los «Gargi Samhita»), sino de una figura que simboliza la capacidad de la mujer para contribuir significativamente al pensamiento filosófico.