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Cuento legionario de Navidad en Bosnia

En 1992, en mitad de las bombas, los soldados españoles renunciaron a un “show” de la explosiva Marlène Mourreau para comprar regalos para los niños
ministerio de defensa
La Razón

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En 1992 soldados españoles fueron enviados por primera vez a Bosnia en una misión internacional. Fueron legionarios, los Novios de la Muerte, a una misión de la que se carecía de experiencia y casi de noticias. Los soldados del Tercio Extranjeros fueron elegidos porque para la sociedad española su existencia solo tenía sentido si servían para la guerra. El gobierno español de entonces sabía que si había bajas, que las habría, los españoles asumirían sin problemas la muerte de los legionarios.
El 27 de diciembre llegó un paquete navideño para cada legionario regalo de los alféreces y caballeros cadetes de la toledana Academia de Infantería. Desde Fuerteventura, sus camaradas de La Legión, enviaron regalos; lo de siempre: tabaco, botellas y comestibles de lujo. Los legionarios de los Balcanes iban a celebrar las navidades a lo grandes.
A pesar de estar lejos de casa, patrullando, pasando un frío del demonio y con alojamientos muy precarios, La Legión no perdía su sentido del humor y su alegría de vivir. El primer premio del concurso de villancicos rezaba: «Legionario anda, legionario corre/ que tienes misión en Bosnia-Herzegovina/ Qué “pechá” de andar nos damos, RIN/ (...) Mi Nissan me lo robaron, RIN, RIN/ dónde estará el Nissan, dónde está ya,/ dónde los han llevado, donde irá a parar/ pintado de colorines/ Estando en Jablanica, se lo llevaron ya, / todavía no sabemos dónde estará/ A Bosnia va un BMR, RIN RIN/ yo pasé niveles, yo los rellené, / yo pinché una rueda, yo se la cambié / Cargado de legionarios (...) Hacia el cuartel va el ministro RIN RIN...».
Los legionarios se ganaron muy pronto el cariño de la población local. El ministro socialista García Vargas (el mejor ministro según muchos militares) ofreció enviar un espectáculo para alegrar las fiestas a los militares españoles perdidos en los Balcanes. Si en la Guerra de Ifni fue Carmen Sevilla, en Bosnia que menos que fuese Marlène Mourreau. Pero, contra todo pronóstico, los legionarios (que también tiene corazón) renunciaron al agradable regalo del ministro a cambio de que se comprasen regalos para los niños bosnios.
Recuerda su jefe el hoy general retirado Zorzo: «Ni los niños croatas, ni por supuesto los bosnio-musulmanes, sabían quiénes eran los Reyes Magos, pero cuando, entre las bombas y avatares de la guerra, de repente, aparecen unos soldados españoles que, acompañando a tres personas vestidas de forma extraña que repartían unos juguetes que muchos de ellos no habían visto en su vida, ni podían esperarlos jamás, su asombro no tenía límites. Recuerdo cómo aquella niña musulmana, al recibir una muñeca que era tan grande casi como ella, no sabía qué hacer porque no tenía la certeza de lo que significaba aquella visita. Cuando, con la ayuda de la intérprete, dije a aquella niña: “Es para ti”, su cara de asombro se cambió por una profunda mirada de agradecimiento y una inmensa sonrisa. Es posible, casi seguro, que lo habríamos pasado muy bien con un magnífico espectáculo musical, pero les aseguro que la satisfacción no habría sido la misma».
El embajador de los Niños de Mostar, Miso Mario, escribió al ministro García Vargas su emoción al ver a legionarios de poco más de veinte años llorar ante la felicidad de aquellos niños maltratados por la guerra. Afirmó que «desearía que todos los ejércitos del mundo pudieran ser como el suyo».
Si hoy leemos la espléndida novela de Luys de Santa Marina «Tras el águila del César. Elegía del Tercio» (1924), veríamos a los duros primeros legionarios de los tiempos de la guerra de Marruecos cargando la bayoneta sin dar ni pedir cuartel. Estos duros soldados profesionales son los mismos personajes de este cuento legionario de navidad, soldados con corazón. Duros en combate con el enemigo y humanos con los desvalidos. De ellos diría el general galo Morillon: «(...) hombres con rasgos, los que con rostro marcado y mirada dura están desplegados en el gueto musulmán, están entre los más valerosos encontrados en Bosnia-Herzegovina». Hoy como ayer los legionarios luchan, cantan, mueren... sin perder la sonrisa.