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Paz Vega aclara lo que pasó con Broncano: «¿Dónde está el límite?»

La actriz sevillana se pasa a la dirección con una ópera prima, «Rita», sobre la violencia machista
Paz Vega posa en una azotea sevilla con una claquetalarazon

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tiene 7 vidas. Y tras una intensa carrera como actriz, donde ha tocado todos los registros, se sitúa detrás de la cámara, donde dice sentirse más a gusto, para dirigir su ópera prima, «Rita», donde cuenta una historia de violencia de género, a través de la mirada de unos niños, en el marco de su infancia: la Sevilla de los años 80, una década antes de la Expo y 20 años después de la riada del Tamarguillo.
Dice que no piensa volver a compaginar la dirección con la actuación.
Es complicado estar delante y detrás de la cámara a la vez. No es que no esté contenta, ni mucho menos, con el trabajo que he hecho en «Rita»; creo que está muy bien, porque además yo sabía perfectamente lo que quería a nivel gestual, de miradas... Pero disfruto más estando de observadora, detrás de la cámara dirigiendo. Tampoco nada es categórico: pero a priori no voy a volver a dirigirme.
Estrenarse y trabajar con niños.
Con los pequeños hay que ejercer un tipo de dirección concreta: trabajamos mucho antes de empezar a rodar, con lo cual los niños iban muy preparados al set. He tenido la suerte de tener a tres actores maravillosos que se han implicado, han sido súper profesionales en todo momento, gracias también a sus padres que han entendido como es un rodaje. No ha sido difícil; ha sido un gustazo trabajar con ellos.
Lo natural es que la primera historia sea sobre la infancia.
Tienes que saber de lo que estás escribiendo, encontrarte en un lugar seguro; ¿y qué es lo que tiene uno más fresco de alguna manera? Pues tu propia vida, tus recuerdos, tu memoria. Es normal que en unas primeras películas por lo menos uno escriba sobre algo que tiene cerca, como puede ser la infancia, los sentimientos, el viaje iniciático. Habrá que ver por dónde van las siguientes películas.
¿Va a primar su carrera como directora?
Me gustaría. Ojalá. Pero no sé si eso va a ser posible. Lo que sí me gustaría es rodar mi siguiente película más pronto que tarde, y lo iré compaginando con trabajos de actriz.
¿Cuánto hay de su infancia en la película?
Lo que le pasa a esta familia no es mi historia. He intentado recrear una infancia que yo conozco porque es la mía. Donde ubico a estos personajes es en una Sevilla que yo conozco, en un lugar y en un tiempo concreto, cuando yo fui niña.
Una historia de violencia, de asesinato de género.
Todavía tenemos mucho pendiente. Llevamos 36 mujeres asesinadas y 26 niños huérfanos este año. Entiendo que hay que seguir luchando, y mi película pretende ser un lugar de reflexión. Acordarnos que detrás de esos números hay unas vidas que se ven truncadas y unas infancias que dejan de ser de golpe. Quería poner el foco en los pequeños y cómo lo sufren; en las consecuencias que trae un matrimonio con una relación tóxica.
El padre quiere a sus hijos.
El personaje de José Manuel (interpretado por Roberto Álamo) no es el antagonista. En mi película no hay ningún antagonista, todos son protagonistas y víctimas: víctimas de una sociedad que perpetuaba los roles de género, una masculinidad mal entendida. Él está ejerciendo el rol que ha aprendido y que posiblemente ha visto en su padre y en su abuelo. Él es otra víctima más: un pobre hombre, un desgraciado, con problemas de autoestima, que toda su frustración la volcaba en su casa con violencia contra la mujer.
No le gustó la pregunta de Broncano sobre el machismo...
Es un discurso lógico teniendo en cuenta la película que fui a presentar. Entiendo que admitir que eres un poquito machista o racista no debería de estar permitido ni aplaudido. El tema es muy serio. Obviamente es un programa de humor que me encanta; pero considero que es una pregunta que en clave de humor puede hacer mucho daño porque se puede aligerar algo que para nada es ligero. ¿Dónde está el límite en el poquito o en el «muchito»? Sólo quise poner esa reflexión sobre la mesa.