¿Nos vamos de pacto?
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La política volvió a la gala de entrega de los Premios Goya, donde no sólo se habló de política sino que estuvo de cuerpo presente: algún candidato a conformar el Gobierno de España, como el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, o el ministro de Cultura en funciones, Íñigo Méndez de Vigo, quien, a diferencia del extinto Juan Ignacio Wert, aguantó el chaparrón del presentador de la ceremonia, Dani Rovira, protagonista de la noche con su muestrario de reivindicaciones sociales y el etcétera habitual. Más las bromas que estas últimas destacaron ayer en el Centro de Congresos Príncipe Felipe de Madrid, donde se celebró la 30ª edición de los galardones, ya que el humorismo crítico tomó el relevo de las anteriores fiestas del cine español, cuando se hacía gala de protestas efusivas y fuera de lugar contra el Gobierno. No faltaron tampoco las críticas al IVA cultural, tanto del presentador como del presidente de la Academia del Cine, Antonio Resines, cuyos discursos coincidieron al incitar a los presentes, también al ausente, a preocuparse por la cultura como una «cuestión de Estado», además de pedir firmeza contra la «piratería», que ya no es tan divertida la gamberrada.
Por ahí estaba la muchachada de Ciudadanos y de Podemos, representadas en Albert Rivera y Pablo Iglesias, respectivamente. Se sentaron juntos en el auditorio. Sonrieron, sobre todo cuando llegaba la cámara. Ambos lucieron esmoquin, que llamó más la atención en el habitualmente desaliñado líder bolivariano. Excusarán comentarios comparativos sobre la prestancia de uno y otro como percha.
El conductor de la gala les ofreció una sala para que ambos hablaran de pactos junto con Pedro Sánchez y Alberto Garzón, líder de IU, así como con una televisión de plasma para que hablaran «los cinco». El ministro de Cultura fue quien tuvo que afrontar con elegancia las bromas del presentador Dani Rovira, en referencia a unas palabras de Rajoy de la pasada campaña electoral, pronunciadas en León, donde el líder del PP acabó liándose con las alabanzas a su alcalde.
Emociones presentes
Al margen del humor, las emociones también estuvieron ayer presentes en la gala de entrega los Goya, donde se recordaron los 30 años de esta ceremonia y sirvieron como excusa para alabar la historia del cine español: el Goya Honorífico a Mariano Ozores habría sido impensable en otras ediciones más politizadas. La presencia del Nobel del Literatura Mario Vargas Llosa y su flamante pareja, Isabel Preysler, también fueron protagonistas. Y tampoco faltó la bien intecionada palabrería de la reivindicación y sus ecos. Zapatero sonreía desde el otro lado de la pantalla. Los recuerdos del cejismo siguen estando, en una versión de viralidades y redes, pero vivito y coleando. Como el cine español.