Las mil vidas (cruzadas) de Ronald Reagan
Dennis Quaid protagoniza el "biopic" sobre el inquilino de la Casa Blanca de 1981 a 1989
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No se puede insinuar que fueron almas gemelas, ni siquiera que tuvieron vidas paralelas, pero sí existe algún punto en común en el que todo un presidente de Estados Unidos como Ronald Reagan se une con un personaje de la talla de Rocky Balboa. Entre otras, se podría afirmar sin miedo a mentir que ambos tuvieron orígenes humildes: correcto. Pero quizá donde encuentren su mayor cercanía es en el afán de los dos por levantarse una y otra vez. Como el boxeador, el mandatario republicano sufrió muchas derrotas a lo largo de su vida y no por ello dejó de luchar para "convertirse en la persona que sentía que estaba destinado a ser".
Así lo dice 'Reagan', el "biopic" que llega ahora a las pantallas y que sigue los pasos del político desde sus polvorientas raíces pueblerinas hasta los deslumbrantes brillos de la escena hollywoodiense y, como no, su papel al frente de la escena mundial.
Aunque para conocer al hombre que habitó la Casa Blanca es necesario recular hasta 1922, hasta Dixon, Illinois, donde sus padres se mudaron después de nacer "Dutch", como le apodaron. Allí, el Ronald niño se acercaría a 'El impresor de Udell' ('That Printer of Udell's', 1902), un libro de ficción de Harold Bell Wright que se terminaría convirtiendo en una premonición de su propia vida. En esta novela de folletín descubrió a un joven con un padre alcohólico, como el suyo, que, tras encontrar el camino de Dios, terminaría ascendiendo hasta el Congreso de Estados Unidos. El propio Reagan reconocería mucho tiempo después que aquel regalo de su madre Nelle "le dejó una creencia duradera en el triunfo del bien sobre el mal".
Y es precisamente a su progenitora a la que se le atribuye la frase que, al inicio del largometraje, une al expresidente con Rocky: "Todo en la vida pasa por una razón, hasta los reveses más duros. Y al final, todo, hasta los golpes del destino aparentemente fortuitos, forma parte del plan divino".
La vida de Reagan se presenta de este modo como "un viaje de superación", resume la promoción de una cinta que dio sus primeros pasos con John Avildsen ('Rocky') como director; no obstante, la vida no se lo permitió y, en 2017, el buen hombre falleció de cáncer a los 81 años. Fue entonces cuando Sean McNamara –otro realizador empeñado en contar las historias de aquellos que se enfrentaron a obstáculos insuperables y triunfaron: 'Soul Surfer' y 'A ganar'– tomó el mando, pero la impronta de Avildsen ya jamás se iría del proyecto. Sus palabras fueron un faro para quien tomó su testigo: igual que 'Rocky' "no es una historia sobre boxeo, el boxeo era simplemente el trabajo de Rocky"; el filme de Reagan no va de política, sino de un hombre que casualmente se dedica a la política.
Dennis Quaid, viejo conocido de McNamara, se pone así al frente del reparto de una película en la que es la voz de un antiguo agente del KGB, Viktor Petrovich, la que narra los hechos. La vida de este espía quedará unida a la de Ronald Reagan desde el momento en el que el de Tampico (Illinois), entonces convertido en actor de Hollywood, llamó por primera vez la atención de los soviéticos. "Cruzado", le llamaban.
Es el punto de partida de un 'biopic' que ha recurrido a más de 50 conocidos del 40.º presidente de EE UU para llegar a comprender quién fue ese tipo de la América profunda que se dedicó a la política. También su biógrafo Paul Kengor ('The Crusader: Ronald Reagan and the Fall of Communism', 2006) ha tenido su importancia para profundizar en todas esas otras facetas del protagonista: socorrista, presentador de radio, jugador de "football", actor, gobernador...
Y en este juego de vidas cruzadas, no podía faltar la del propio director con su protagonista. Porque Reagan y McNamara coincidieron en el primer trabajo del director allá por 1981. Solo tenía que enchufar un micrófono, pero el que estaba al otro lado del cable era el mismísimo presidente, recién elegido: "Esa escena rondaba mi mente mientras estaba sentado en mi silla de director, dando notas al actor que interpretaba a Dennis Quaid (...) Por muy grandes que hayan sido algunos de mis sueños, nunca soñé que sería capaz de contar la historia de alguien tan significativo, alguien con quien realmente interactué a dos metros de distancia", recuerda.
Con las elecciones muy cerca, el realizador no quiere entrar en tensiones entre republicanos y demócratas. "Hoy, por supuesto, al igual que entonces", explica, "Reagan tiene muchos admiradores, pero también detractores, y recuerdo cómo incluso cuando era niño mi mejor amigo Paul y yo discutíamos a menudo los pros y los contras de nuestro presidente. Pero para mí, la historia de Reagan va más allá de la política, trata del espíritu americano y de cómo el hijo de un alcohólico del Medio Oeste sin conexiones puede llegar a ser presidente".
McNamara presenta un retrato del hombre, pero no duda en apoyar al mito sin juzgar sus defectos: "Al fin y al cabo, son humanos [los iconos] y son precisamente esos defectos los que hacen que nos resulten cercanos. Sean cuales sean nuestras ideas políticas, las películas sobre la esperanza, el éxito y las visiones, atenuadas por los fracasos y los reveses, son importantes para que nos aferremos a ellas. Los grandes sueños y el trabajo duro pueden convertirse en tu propia historia".