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Reunión vasca para brindar por Pío Baroja

Más de una veintena de intelectuales se reúnen en San Sebastián para celebrar el 150 º aniversario del escritor que se celebra en los últimos días de este año
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La sede elegida para el encuentro fue Euskal Billera, una de las sociedades gastronómicas más antiguas de San Sebastián y cuyo nombre significa “reunión vasca”. La gran mesa la presidía un gran retrato de Pío Baroja y alrededor de ésta podían verse sentados a un buen de escritores y personalidades de la cultura del País Vasco como los filósofos Fernando Savater y Mikel Iriondo; los escritores Begoña Ameztoy, Álvaro Bermejo, Eduardo Iglesias, Iñaki Ezkerra, Juan Alberto Vich, Ángel García Ronda y Jorge G. Aranguren o Ignacio Latierro, histórico comunista que, en 1968, fundó, junto con María Teresa Castells y José Ramón Rekalde, la librería Lagun, diana de los ataques tanto de la extrema derecha como del mundo de ETA.
Entre los comensales, no faltaron tampoco personalidades ligadas al ámbito de la empresa y a la difusión cultural como Teresa Cormenzana, Juan Carlos Sancho o Ignacio Suárez-Zuloaga, biznieto del pintor y propietario de la Casa Museo de éste en Zumaya, o los historiadores Guillermo Gortázar, Manuel Montero y Javier Elorza o gentes de otros ámbitos profesionales como el periodista José María Alemán Amundarain o el inspector de Educación Gurutz Gómez de Segura.
Tampoco faltaron nombres relacionados con la política vasca como Gorka Maneiro, exparlamentario de UPyD, o Borja Corominas, el concejal del PP que llevó hace unos meses al Ayuntamiento donostiarra la propuesta de conceder a Pío Baroja la medalla de oro de la ciudad, una iniciativa que fue rechazada por todos los demás demás grupos municipales. Corominas hizo de cocinero en una celebración donde no faltaron la txistorra, las tortillas de patatas, el salmón ahumado, las anchoas con tomate, las alcachofas, el txacolí, el Rioja y los cavas catalanes.
Entre las adhesiones de quienes no pudieron asistir a la celebración se encuentran las de Soledad Puértolas, Andrés Trapiello, Gabriela Bustelo, Margarita Leoz, María Bengoa, Juan Infante, Susana Chillida, Maite Pagazaortundua, Óscar Beltrán de Otálora, Ignacio Vidal-Folch, Josu Montalbán, Tatiana Davidova. Hubo tres cartas significativas de adhesión al brindis que llegaron firmadas por el exministro de Cultura César Antonio Molina, el Presidente del Movimiento contra la Intolerancia Esteban Ibarra, y Carlos Basté, presidente de la Asociación por la Tolerancia, que tiene su sede en Cataluña. Las reproducimos íntegras.

Carta de adhesión de César Antonio Molina

Mis queridos amigos:
Me hubiera encantado el haber podido estar con vosotros y celebrar este aniversario barojiano, pero cuando leáis estas líneas yo estaré camino de La Coruña para celebrar allí las Navidades.
Para daros más motivos a la invitación que me habéis hecho a través de mi querido y viejo amigo, Iñaki Ezkerra, os voy a contar esta pequeña anécdota. Todas las mañanas o tardes del año, mi perro y yo pasamos por delante de la casa donde don Pío vivió los últimos años de su existencia, en el número 12 de la calle Ruíz de Alarcón. Calle y edificio son muy bonitos. Fachada de ladrillos muy rojos y relucientes, así como balcones de hierro alguno de los cuales están cerrados con elegantes cristaleras.
No venimos desde muy lejos, pues prácticamente somos vecinos. Lasi y yo, que así se llama mi labrador en homenaje a aquel perro televisivo de mi infancia, hacemos paseos muy culturales. Salimos de nuestra casa en el trozo de la calle donde vivió Rosalía, residió y murió Becquer, Antonio Machado, el pintor Solana o Ramón. Atravesamos la Puerta de Alcalá dejando atrás las casas natalicias de Ortega y Bergamín, y pasando de Alfonso XII al XI, y con música de Turina, vemos la casa de la cual salió de niño para el exilio, Jorge Semprún . Para llegar a Ruíz de Alarcón, ya a un tiro de piedra, hay que atravesar Antonio Maura donde este político, abuelo de Jorge, tenía su palacete, que ya no existe. Justo al lado está el inmueble donde pasó sus últimos años, María Zambrano, tras regresar de su expatriamiento.
Ante la casa de don Pío, muy cerca de la de su sobrino, Julio Caro, con el que sí tuve mucha relación, hablamos con el joven portero y alguno de sus vecinos. Les agrada más el perro que yo, pues el no hace preguntas indiscretas. Esta casa, con respecto a las ya citadas, tiene dos placas de homenaje y recuerdo a nuestro escritor vasco. Una fuera del portal y otra dentro. Y esta generosidad de los vecinos es emocionante, y nos hace olvidar otras ingratitudes que, algún día, como todo en la vida, tendrán fin.
Lo dicho. Brindo con vosotros por el maestro.

Carta de adhesión de Carlos Basté

La Asociación por la Tolerancia celebra este año su 30 aniversario de existencia y de lucha en defensa de la libertad y la convivencia. Muchos han sido nuestros desvelos estos años y, aunque no nos falta el ánimo, vivimos ahora unos difíciles momentos de perplejidad, en los que los principios que durante años han sustentado todas nuestras certezas son cuestionados.
En estas circunstancias, figuras intelectuales como Pío Baroja adquieren, más si cabe, una dimensión cívica y un carácter ético, constituyendo un digno ejemplo a seguir de construcción e integración frente a tendencias rupturistas, disgregadoras y destructivas. Baroja dijo siempre lo que pensaba y nos mostró en sus memorias llenas de dignidad y de compasión humana los horrores de aquella máxima voladura de la concordia social que fue la Guerra Civil. Frente al pesimismo nihilista o, lo que casi es peor, el nihilismo hedonista de nuestras sociedades, los miembros de la Asociación por la Tolerancia, reivindicamos a Baroja, su rechazo del enfrentamiento entre españoles, y nos calzamos hoy las botas de Andrés Hurtado e Iturrioz para reclamar sin rubor la preeminencia de la razón y el valor de la experiencia como herramientas útiles para abordar nuestros problemas, llenarnos el alma y alcanzar la verdad.
Desde Barcelona, nos unimos emocionados a este encuentro en su San Sebastián natal. Brindamos con vosotros por el 150 cumpleaños de Pío Baroja, un maestro de escritores, un hombre libre, un gran vasco y un gran español.

Carta de adhesión de Esteban Ibarra

Queridos amigos:
Me hubiera gustado estar junto a vosotros y brindar en esta cita por el 150 cumpleaños de Pío Baroja, momento de agrado, de buena memoria y de reconocimiento de un gran personaje, no solo literario, en nuestra maltratada y querida España que su recuerdo contribuye a dignificar.
“Se hace camino al andar”, decía su amigo Antonio Machado, y Don Pío caminó mucho, en las rutas de la novela y la literatura con otros ilustres caminantes como Azorin y Ortega. Y lo hizo también como paseante del Retiro que también le recuerda como gran bibliófilo de la Cuesta Moyano, lugar donde el Alcalde Tierno Galván, en nombre del pueblo de Madrid, estableció su recuerdo permanente mediante un monumento que toda persona, desde el deportista, paseante o lector y librero, e incluso turista, ha de mirarle a su paso.
Hombre de su tiempo, como su novela, con su verdad y su escepticismo como parte de una realidad poliédrica. Admirado y denostado. Estuvo ahí y hoy está, un gran escritor de talla innegable, que recoge un tránsito personal, de evolución, contradicción, desesperación y desenlace, a veces fatal, como la guerra a la que tanto odió. De raíces libertarias-liberales, crítico con los poderes y en especial con la burocracia, amante de la libertad, lleno de los vaivenes de esos tiempos, señalaba que “La diferencia entre la moral y la política es ésta: que para la moral el hombre es un fin y para la política un medio”, un pensamiento cuando menos útil, en tiempos actuales de cosificación y reducción del ser humano a pastar en abrevaderos mediáticos. Crítico con todo, un cascarrabias vaya, “Baroja contra todo”, pero ejemplo de práctica de tolerancia con aquellos que no compartían su pensamiento. Colocaba a la persona y su libertad en el centro del tablero de juego, respetando, aceptando y apreciando la diversidad humana, pero no confundiéndola con la condescendencia o permisividad de lo injusto. Fue siempre amante de la opinión sin sumisión, pero sobre todo, enemigo de la España polarizada y confrontada, llegando a expresar: “No ha salido en España un hombre que valga la pena. ¡Qué vulgaridad, qué pobreza! El territorio nacional se divide en dos campos enemigos irreconciliables, sin que sirvan para aplacarlos y llevarlos a un ambiente de tolerancia las voces de algunas personas sensatas.” Baroja, hombre de “amigos, los justos y ni uno más”, de arraigo familiar, un vasco-madrileño, cosmopolita y rural , que vivió tiempos difíciles no trasplantables al presente, pero con ciertos elementos compartidos que conviene pensar, defendió la empresa civilizatoria frente a todo tipo de barbarie, algo complicado en tiempos de crecimiento del fanatismo e ideologización, para desde el hacer sensato confrontarse con su entorno.
Merecido brindis por Don Pío, pues de su mano nos acompañan trozos de nuestra historia y recordar siempre merece la pena, pues como decía Elie Wisel, sobreviviente de Auschwitz y premio Nobel de la Paz, “¡quién no recuerda pierde su humanidad”. Levanto mi copa, me sumo a vuestro brindis por Pío Baroja y con él a la defensa de la libertad de pensamiento, a la tolerancia, a la defensa de la humanidad fraterna y al compromiso de nunca arriar la bandera de la libertad. Un fuerte abrazo.