Amaia Salamanca: “Hay que quitarse el miedo a rodar en inglés en España”
La actriz madrileña protagoniza, junto a Richard Armitage, “La piel del tambor”, película basada en la novela homónima de Arturo Pérez-Reverte y producida por Enrique Cerezo
Allá por 1995, Arturo Pérez-Reverte publicaba «La piel del tambor», una intriga en forma de thriller que nos adentraba en las profundidades burocráticas del Vaticano, en su servicio de Exteriores, y nos presentaba al padre Quart, quien al más puro estilo de las novelas de Tom Clancy debía resolver un misterio: una iglesia, en riesgo de demolición, está siendo el lugar de numerosos crímenes. En 2014 se anunció el proyecto de adaptación y ahora, a casi tres décadas de la escritura original del libro, el debutante Sergio Dow estrena la película homónima, filmada en Sevilla.
Con Enrique Cerezo en la producción, rodada casi íntegramente en inglés y con un reparto internacional que encabezan Richard Armitage («El Hobbit») en el papel protagonista y Amaia Salamanca como la aristócrata que da sentido a la trama, la cinta evoca las grandes producciones de los 70, cuando España era plató internacional y medio planeta cine se peleaba por filmar aquí. Y hasta tal extremo es así que el mismísimo Franco Nero interpreta al Santo Padre. Salamanca, que concilia (”como todas, porque no hago nada especial”, aclara) su labor maternal con su carrera como actriz, atendió a LA RAZÓN y reflexionó sobre la adaptación literaria, lo que le imponía Pérez-Reverte y el pánico a los estrenos en salas cuando peor lo están pasando los exhibidores españoles.
-¿Cómo se sube al proyecto? Toda la producción está cruzada por la pandemia.
-Fue un proceso de cásting donde la primera toma de contacto fue con el director. Nos tomamos un café y hablamos todo el rato en inglés, para ver cómo me desenvolvía. No es solo que hagas un cásting y hagas una secuencia, sino que tienes que desenvolverte con el resto del equipo. Esa comunicación fue genial, así que empezamos a mover el proyecto y los ensayos. Richard (Armitage) estaba en Nueva York y la mayor parte de los ensayos fue por Zoom, por las restricciones a la hora de viajar. Era rarísimo, porque no lo había hecho nunca. Y es algo común a toda la película, que está llena de cosas que no había hecho antes.
-¿Cómo fue hablar en inglés con otros actores españoles, por ejemplo, como Rodolfo Sancho?
-Fue lo más difícil. Con los nativos fluía más natural, pero entre nosotros era raro. Sobre todo porque teníamos que discutir, que es algo mucho más pasional… Hicimos todo un trabajo previo de mirarnos a los ojos, reírnos, ir quitando esas capas de vergüenza para que al llegar al set todo fuera lo más real y leal posible. Y es importante entender que este proyecto se hace en inglés para que llegue al máximo de gente posible. Hay muchos actores que son internacionales. Y la manera de unificarlo era en inglés. Cuando hablan entre ellos en el Vaticano, entre los curas, podrían hablar en italiano y no lo hacen. No nos pongamos nosotros mismos la traba de “ay, como sois españoles, cómo habláis en inglés”. Hay que quitarse los miedos a rodar en inglés. Debemos vernos con buenos ojos ante eso.
-La presencia de Franco Nero habla también de eso, de volver a convertir España en plató internacional. ¿Le gusta esa proyección? ¿Por qué cree que se perdió?
-Teníamos grandes platós que se montaron y fueron quedando en el olvido. Todo son etapas y rachas. Creo que esta es la primera producción española que, después de un tiempo, vuelve a hacer todo en inglés. Siempre lo hacemos todo en español o incluso nos vamos fuera. Si esto hace que vuelva la gente de fuera a querer rodar nos viene muy bien como industria y como país. Tenemos que empezar por no ponernos trabas. Hay que quitarse los prejuicios los miedos a rodar en inglés en España. Pongo siempre el ejemplo de “Mulán”, que es una película que sucede en China, con personajes chinos y sin embargo el Emperador habla en inglés. Y a nadie le parece raro, porque es el estándar. Nosotros mismos debemos quitarnos eso.
-¿Cómo se llevaba con las novelas de Reverte? Parece ser alguien muy celoso con sus adaptaciones, pero ha dado su bendición a este proyecto.
-Le había leído mucho anteriormente, pero esta novela no. Iba leyéndome solo las partes de Macarena, eso sí, sin entrar en todo el libro. Estaba tan pendiente del inglés, y de intentar llegar a ese inglés que yo quería… Sin un acento español marcado. Estaba más pendiente de eso que del libro en sí. Me alegro mucho de no haber conocido a Pérez-Reverte hasta ya el final del proyecto, la semana pasada, porque es una persona que realmente me impone. Si hubiera estado por ahí en el rodaje no hubiera estado a gusto. Que él haya aparecido al final es maravilloso y que haya dicho que es una de las adaptaciones que más le ha gustado es fenomenal.
-¿Cómo preparó el personaje? Parece que está todo el rato ocultando cosas. ¿Es quizá sensualidad? ¿O no hay nada de eso? Parece una mujer de cine negro.
-No me parece realmente que esconda nada, pero puede dar esa sensación por cómo está montada la película. Cuando empiezo a prepararme el personaje de Macarena creo que es alguien que va de cara, que va a luchar por lo que ella quiere, su legado familiar. Por esa iglesia histórica de su familia que ella no quiere que sea demolida. Y va tan de cara que no tiene miedo a decirle a su marido lo que piensa. Ni a conectar con el Padre Quart. No creo que esté jugando, creo que es real. Conectan por el dolor que ambos han sufrido en algún momento.
-¿Es el estándar de los papeles que se le ofrecen o le apetecía precisamente por ser distinto?
-Sí era distinto. Pero me lo tengo que pensar mucho, porque he hecho de duquesa, de marquesa, de princesa… Parece que siempre estoy relacionada con lo aristócrata, pero en realidad estaba fuera de la norma. No es esposa de o madre de, que es muchas veces lo que nos llega a las mujeres. Y luego, era distinto por el inglés y la calidad del proyecto. Sí que creo que ha sido un avance en mi carrera. Todo eran alicientes.
-Se lo pregunto por el estado actual de las cosas y por el poco consenso que encuentro entre sus compañeras. Si bien todas ven una mejora, hay quienes siguen quejándose del edadismo en la escena española...
-Sigo sintiendo, cada vez menos eso sí, que falta darle una vuelta a los papeles femeninos. Que las mujeres dejemos de ser acompañantes. ¿Y por qué no lo hago yo? Porque creo que hay un buen ecosistema de directoras, guionistas y productoras que están dispuestas a contar esas historias, y hay que dejarlas. De momento, lo que a mí me llega sigue estando relegado a un segundo plano. No con Macarena, claro. Quizá es porque ven en mí ya una madre. Me están ofreciendo papeles de madre de adolescente y no me cuadra. Tengo 36 y me ofrecen papeles de diez años más por lo menos. No te dan la oportunidad de bajar la edad, solo subirla.
-¿Puede influir el hecho de que la conozcamos desde hace más tiempo en papeles de mayor relevancia?
-No lo había pensado así, pero puede ser la causa. Claro, yo con 20 años ya estaba en la tele y la gente me ha visto crecer, realmente. Como pasar de casi una niña a una mujer adulta. No lo sé, realmente. A mí lo que me gusta es trabajar y en cada oportunidad intento ver algo positivo. Siempre hay algo para aprender. No puedo dejar escapar papeles, no soy así. Siento que, si no estoy trabajando en algo estoy perdiendo tiempo de aprendizaje.
-Octubre de 2022. ¿Da miedo estrenar en España?
-Sí. Y desde hace un tiempo. Las plataformas han llegado para quedarse y son el estándar, la manera en la que funciona ya todo. Y por eso entran en películas como esta, porque ya no es que sean parte del ecosistema, es que son el propio ecosistema. No sé cuánto tiempo podrá estar en cartelera. El romanticismo de ir al cine y ver allí una película no se está perdiendo, pero sí haciendo más de nicho. Ahora mucha gente tiene una pantalla espectacular en casa. Y no creo que se pueda pelear contra eso.
-¿Como lleva la maternidad? Se ha pronunciado varias veces al respecto en los últimos días...
-Muy tranquila. Y creo que es una de las cosas más gratificantes que hay en el sentido de lo igual y lo distinto que es para cada mujer. Las que trabajamos fuera de casa lidiamos con la conciliación, pero es algo ya casi transversal. No creo que haya que darle mucho bombo. No hago nada especial en comparación con el resto de mujeres, que también concilian. Me gusta que mis hijos vean que su madre sale de casa, va a trabajar y se siente realizada con su trabajo. Luego cada familia es un mundo, pero a nosotros nos funciona esto. Y claro, va por proyectos.
-¿Qué viene ahora?
-Una película de terror psicológico. Nunca he hecho algo así. Otra cosa nueva. Y se rodará en diciembre, pero no puedo decir nada más. Es un proyecto pequeñito pero que tenía muchas ganas de aceptar y poder llevar a cabo.